|
CAPÍTULO 2
-
Cuando Jesús vivió la etapa final de su vida terrenal, Él quiso compartir una vez más una comida con sus discípulos. Cuando ellos comieron con Él, Jesús también le enseñó a sus discípulos acerca del significado del pan y del vino, de cómo representaban Su crucifixión y Su muerte. Llamamos a esto Santa Cena (la Santa Comunión). Él comenzó esta costumbre poco antes de Su muerte –o quizás antes- y la costumbre fue traspasada a la primitiva Iglesia Cristiana.
Para los Católicos Romanos la Santa Comunión y la Misa también son
importantes. En la Iglesia Católica son algo distintivo. En la Iglesia
Católica se le ha dado una nueva forma y significado a la Santa Comunión, de
la misma manera en que han cambiado el significado de muchos otros símbolos,
desde la época de la iglesia primitiva. Originalmente
la Santa Comunión no tenía este significado; se ha convertido en algo muy
diferente. Abajo analizaremos algunos de esos cambios:
La doctrina del cambio del pan y vino en cuerpo y sangre de Cristo es
algo que ha cambiado. Según esta doctrina, cuando el sacerdote durante la Misa
lee una bendición, el pan y el vino ya no son más pan y vino, sino que
literalmente han pasado a ser Cristo, Su cuerpo y sangre, en otras palabras
–Dios. La Iglesia Católica Romana enseña también que solamente los sacerdotes
están autorizados para leer la bendición que puede producir este cambio. Por
ejemplo, en el Concilio de Trento algunos siglos atrás se estableció (canon
segundo de Trento):
“El que diga que en
la Santa Comunión el
pan y el vino siguen
siendo pan y vino (…) sea anatema.”
El cambio de doctrina ha sido confirmado también en el Catecismo católico
(Catecismo Finés 1953). Se dice cómo el pan y vino cambiarían para pasar a ser
cuerpo y sangre de Cristo:
¿Qué sucedió con el pan y el vino cuando Jesús pronunció sobre ellos las
palabras: “Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre”?
El pan y vino cambiaron y pasaron a ser verdadero cuerpo y sangre de Cristo;
solo fueron dejadas las formas. (pág. 123).
Así pues, ¿qué es lo que hay sobre el altar después de este cambio?
Después del cambio, allí sobre el altar, en la forma de pan y vino, el cuerpo
y la sangre de Jesús están cierta, real y esencialmente presentes. (p. 124).
Sin embargo, esta doctrina del cambio (transubstanciación) contiene problemas
que deberían ser discutidos, como estos: Un símbolo. Cuando la Iglesia Católica trata de justificar el cambio del pan y vino, mayormente usa como sustento las palabras de Jesús relacionadas con la Santa Comunión: “Esto es mi cuerpo (…) esto es mi sangre…” (Mt. 26:26-28).
Pero, ante eso podemos decir que ciertamente Jesús no quiso decir eso
literalmente, sino simbólicamente. Poque no dijo: “touto gignetal” (esto
ha cambiado), sino “touto esti” (“esto describe”). Esto significa que
la Santa comunión solo era una metáfora de cómo más tarde Jesús daría su vida
por nosotros en la cruz. Ahí Él cierta y realmente dio su cuerpo y derramó su
sangre por nosotros. Este tipo de símbolo que Jesús usa para describirse a Sí
mismo aparece por doquier en la Biblia. Tenemos que ver que estas cosas son
solo símbolos, pues de otra manera Jesús también sería una puerta, una planta
de uvas, un camino, una roca, una estrella de la mañana, etc.: - (Jn
10:9) Yo
soy la puerta;
el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. - (Jn
6:35) Jesús
les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá
hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. - (Jn
15:5) Yo
soy la vid, vosotros los pámpanos;
el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados
de mí nada podéis hacer. - (Jn
8:12) Otra
vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que
me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida - (Jn
14:6) Jesús
le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene
al Padre, sino por mí - (Mt
21:42-45) Jesús
les dijo: ¿Nunca leísteis en las Escrituras:La piedra que desecharon los
edificadores, Ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho
esto, Y es cosa maravillosa a nuestros ojos? 43
Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado
a gente que produzca los frutos de él. 44 Y
el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella
cayere, le desmenuzará. 45 Y
oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron
que hablaba de ellos. 46
Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por
profeta. - (Ap
1:17) Cuando
le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome:
No temas; yo soy el primero y el último. - (Ap
22:16) Yo
Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las
iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana.
Jesús mismo comió. Un punto que hace imposible la doctrina de la transubstanciación es que el mismo Jesús estaba allí disfrutando del pan y del vino. Él ciertamente no se comió a sí mismo y no cambió para ser alguna especie de líquido y pan, sino que Él era de carne y hueso todo el tiempo, y la sangre circulaba en Su cuerpo. La presencia física de Jesús tendría que ser la evidencia más clara contra la transubstanciación.
¿Por qué no podemos ver este cambio todas las veces? Si por las palabras del sacerdote el pan y el vino han mutado real y literalmente en cuerpo y sangre de Cristo, ¿no debería verse esto en cada simple Misa? ¿Por qué no podemos ver esto? ¿Por qué no podemos ver este cambio en alguna Misa, por más que se ha practicado en cada Iglesia Católica y se ha realizado miles de veces? ¿No es una clara evidencia contra toda la doctrina de la transubstanciación
Ofrenda literal que se repite. Otra
característica especial de la Misa Católica Romana es que durante cada Misa se
haría un nuevo sacrificio de Cristo, y los sacerdotes tiene la autoridad de
repetirlo por los pecados de la gente. En la Iglesia Católica Romana realmente
se enseña que los sacerdotes tienen el poder de ir a traer a Cristo desde el
cielo y realizar el mismo sacrificio por los pecados de la gente que Jesús
hiso 2.000 años atrás. En otras palabras, se le enseña que el sacrificio de
Cristo en la cruz no fue perfecto ni suficiente, sino que tiene que ser
repetido continuamente en la Misa, por los pecados de la gente. Dicen ellos
que la única diferencia con Jesús en la cruz 2.000 años atrás, es que el
sacrificio actual es incruento.
Esto está revelado en el Catecismo Católico (Catecismo Finés 1953), que se
refiere a este tema en diversas ocaciones. Allí se explica:
“Cuando Cristo murió, ¿tuvieron que
acabar todos los sacrificios? No; ese sacrificio que Cristo hizo una vez en la
cruz debe ser repetido en todos los lugares y todo el tiempo.” (pág. 126)
“¿Cuál es el sacrificio en la Santa Misa? El sacrificio de la Santa Misa es un
continuo sacrificio del Nuevo Testamento, en el cual nuestro Señor Jesucristo,
en la forma del pan y vino, por las manos de un sacerdote, de una manera
incruenta, se sacrifica a Sí mismo a su Padre celestial.” (pág.
126)
“El sacrificio en la Santa Misa es el mismo sacrificio que se hizo en la cruz,
pues en ambos nuestro Señor Jesucristo se sacrifica y es sacrificado.” (pág.
127)
¿Por qué el sacrificio de la Santa Misa es el más importante? El sacrificio de
la Santa Misa es el sacrificio más importante porque:
1) Es
el sacrificio más valioso
2) Es el sacrificio de gratitud que más complace a Dios
3) Es el más efectivo sacrificio de oración
4) Es el más poderoso sacrificio de expiación (pág. 129)
Pero, ¿enseña la Biblia que por las palabras de un sacerdote Cristo se
sacrifica a Sí mismo de nuevo en la Santa Comunión o en la Misa? ¿Enseña la
Biblia que Su sacrificio no fue suficiente, y por eso debe ser constantemente
repetido en la Misa por los pecados de la gente?
La respuesta a esto es que no podemos encontrar esas enseñanzas en la
Biblia. La Biblia enseña que el sacrificio de Cristo fue un evento que
sucedió una sola vez en la vida y que tuvo lugar solamente una vez en la
historia. La Biblia también indica que su sacrificio fue perfecto, de modo que
no se necesitan otros sacrificios. Ya no son necesarios, y además no pueden
ayudar a las personas que buscan la salvación.
Hay varias referencias a este importante tema y a la suficiencia de la
expiación de Jesús, y vamos a considerar algunos. Estos versículos indican muy
bien cómo Su obra fue algo que sucedió una vez en el tiempo y fue perfecta, de
modo que ya no hay más necesidad de repetirla: - (Jn
19:30) Cuando
Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu. - (He
7:27) No
tiene necesidad cada día, como
aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer primero sacrificios por
sus propios pecados, y luego por los del pueblo; porque esto lo hizo una
vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. - (He
9:12) y
no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre,
entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención. - (He
9:25-28) Y no para ofrecerse muchas veces, como entra el sumo
sacerdote en el Lugar Santísimo cada año con sangre ajena. 26 De
otra manera le hubiera sido necesario padecer muchas veces desde el
principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó
una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el
pecado. 27 Y de
la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio, 28 así
también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados
de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para
salvar a los que le esperan. - (He
10:12,14) pero
Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por
los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 14
porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados. - (He
10:17,18) Y
nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 18
Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.
En memoria. El
segundo punto que contradice la noción de que el sacrificio de Cristo debe ser
ofrecido repetidamente en la Misa, es el simple hecho del que somos informados
por testigos, como está registrado en la Biblia, que la Santa Comunión era una
cena expresamente destinada al recuerdo de la muerte sacrificial del Señor y
la redención de los pecadores.Si se trata de un recuerdo, jamás puede incluir
la verdadera esencia del evento. La esencia del evento, la obra redentora de
Cristo, sucedió hace 2.000 añs atrás: - (1 Co
11:23-25) Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el
Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; 24 y
habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que
por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es
el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en
memoria de mí. - (1 Co
11:26) Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta
copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
La adoración de los elementos de la Santa Comunión También
ha sido parte de la tradición Católica Romana. Esta tradición comenzó cuando
se empezó a creer que los elementos materiales de la Santa Comunión cambiaban
para pasar a ser Cristo y Dios. Así, la consecuencia natural fue que esos
elementos fueran adorados. El pan de la Santa Comunión puede haber sido
considerado literalmente como Dios en la Iglesia Católica Romana, porque
“Cristo está físicamente presente”, y para demostrarle respeto y honra. Por
ejemplo, en el Concilio de Trento esto fue oficializado (6˚ canon):
“Si alguien dice que Cristo, el unigénito Hijo de Dios, no debe ser adorado en
el sacramento de la Santa Comunión (…) y ser honrado por ceremonias
especiales, y el pan de la Santa Comunión ser llevado en ceremonias de
procesión, de acuerdo a las honras y costumbres y ceremonias universales de
nuestra Santa Iglesia, y que Él no debería ser expuesto a la adoración pública
ante la gente, y que sus adoradores son idólatras, sea anatema.”
El mismo tema aparece en el siguiente artículo de un periódico describiendo la
vida en un convento. Este artículo (del periódico Etelä-Suomen Sanomat, 1 de
noviembre de 2003, pág. 22) indica que un culto muy similar existe también en
nuestros días, y no fue dejado atrás en la oscuridad de la Edad Media:
“A las 11:30 a.m. está la oración del medio día, pero antes de ello hay media
hora de adoración frente al pan de la Santa Comunión. El pan de la Santa
Comunión es preservado en un tabernáculo, dentro de una urna decorada. El pan
de la Santa Comunión es objeto de culto porque se cree que Jesús está presente
en este pan.”
Pero, ¿dice la Biblia que el pan de la Santa Comunión es Dios y que debe
adorarse el pan? No hay ninguna referencia directa. Jesús no dio ninguna orden
para hacerlo y tampoco existe ninguna referencia a esto en las cartas del
Nuevo Testamento.
En cambio, considerar un pedazo de pan como divino ciertamente es un culto
idólatra, aún cuando en el Concilio de Trento se haya establecido lo
contrario. Cuando haces esto, te inclinas ante una obra de hombres, en otras
palabras, frente a un pedazo de pan que alguien ha hecho, como dice, por
ejemplo, en el libro de Isaías: - (Isa
2:8) Además su tierra está llena de ídolos, y se han arrodillado ante la
obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos. Si
usamos el mismo argumento podríamos adorar a cualquier creyente o cosa, porque
Cristo puede estar presente en alguna sustancia, o puede vivir en un creyente
porque él es templo del Espíritu de Dios. Sin embargo, sabemos que eso no
tiene ningún sentido. El hecho que Cristo viva en alguien por medio de Su
Espíritu no convierte a nadie en divino. Continúa siendo la misma persona: - (Col
1:27) A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de
gloria. - (1 Co
3:16) ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios
mora en vosotros? La
Santa Comunión y la salvación. Se
han hecho también intentos de usar la Santa Comunión para ganar la salvación
de Dios. En cambio, su propósito mayormente es afirmar en la fe en el perdón
de los pecados, y recordar la obra redentora de Cristo (1 Co 11:23-25), y
proclamar Su completa obra redentora (1 Co 11:26). La salvación siempre puede
ser recibida por medio de la fe y mediante la Palabra, como hemos notado en
los capítulos previos. En la época de la iglesia primitiva, cuando las
personas celebraban la Santa Comunión, ellos siempre habían recibido primero
la Palabra y sido salvos. La Santa Comunión era una consecuencia de esto: - (Hch
2:41,42) Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
|
Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)
Echa mano de la vida eterna
|
|