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CAPITULO 5 -
¿Cómo puedo ser salvo?
Es importante que tengamos la enseñanza y la idea correcta sobre la salvación.
Es así porque si ponemos nuestra confianza en cosas que no nos pueden salvar,
un día nosotros mismos podemos ir a parar a la condenación. Podemos llegar a
caer en la condenación por haber puesto nuestra confianza en cosas que no
sirven después de la muerte.
A continuación estudiaremos la salvación, para que esté claro a todos. La
estudiaremos de modo tal que aquellos que aún no han recibido vida eterna
puedan tenerla.
¿LA IGLESIA PUEDE SALVAR? Muchos
católicos consideran a su iglesia como la “madre” y piensan que hay que ser
miembro de la iglesia para ser salvos. También pueden verla como “la única
iglesia verdadera”, y creer que nadie puede ser salvo fuera de ella. El
Catecismo Romano expresa esta posición:
¿Qué significa que la Iglesia Católica Romana es la única iglesia con las
cuatro marcas distintivas de la Iglesia de Cristo?
Significa que la Iglesia Católica Romana es la única verdadera Iglesia de
Cristo. (pág. 50)
Puesto que
ella ha recibido de Cristo el poder y los medios para llevar a la gente a la
salvación eterna, ¿cómo llamamos a la Iglesia Católica?
Por esa razón llamamos a la Iglesia Católica la única iglesia que salva. (pág.53)
Por esa razón llamamos a la Iglesia Católica la única iglesia que salva.
Dado que la Iglesia Católica es la única que salva, ¿cuál es la
responsabilidad de cada persona?
Todo el que sabe que la Iglesia Católica es la verdadera Iglesia de Cristo
está obligado a ser un miembro, a creer sus doctrinas, usar sus sacramentos, y
estar sujeto a su autoridad, o perder la vida eterna. (p.53)
Sin embargo, la Biblia no contiene referencias al rol de la iglesia en la
salvación. La Biblia no le instruye a la gente a unirse a cierta iglesia
especial para obtener la salvación.
En cambio, la Biblia afirma muy claramente que la salvación se encuentra
tan solo en Cristo. Él es el camino a Dios el Padre y al cielo, no una
organización religiosa. ¿Por qué no iríamos a Él, si la vida eterna está
solamente en Él?
- (Jn
5:40) Y no queréis venir a mí para que tengáis vida.
- (Jn
6:68,69) Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes
palabras de vida eterna.
69 Y
nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente.
- (Jn
14:6) Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí.
- (Jn
8:24) Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis
que yo soy, en vuestros pecados moriréis.
- (Hch
4:11,12) Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la
cual ha venido a ser cabeza del ángulo.
12 Y
en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.
La siguiente conversación también ilustra lo que estamos diciendo: no podemos
permitir que un sistema religioso nos deje espiritualmente ciegos de modo que
no podemos ver lo más esencial. La gente de esta historia (la descripción está
tomada de Vihasta vapauteen [From Fury to Freedom], Raul Ries, p. 127)
eran Católicos Romanos que antes no podían distinguir lo esencial de lo no
esencial:
Él pareció un poco aliviado
- Uh-huh, así era. Y por cierto, yo necesitaba ese cambio. A veces es muy
difícil admitir que la religión que la familia ha seguido sido siempre, no es
en absoluto tan buena como imaginábamos. O por lo menos, no ha funcionado muy
bien. Es difícil, cuando uno siempre ha sido un católico…
La voz de papá se silenció llevada por sus pensamientos. No podía ayudarlo,
tan solo sentir compasión por conocer sus sentimientos conflictivos. Por
supuesto, Jesús era una parte muy importante de la doctrina Católica. Él era
el Salvador, que murió en la cruz por nuestros pecados. Él resucitó de los
muertos y ahora está en el cielo. Esos temas eran muy valiosos para el
catolicismo y del mismo modo para mí. Y aún así…
- Papá, el problema es que no podemos recibir el perdón de los pecados por
medio de un sistema religioso. Tenemos que recibir el perdón de Jesús. Hay
demasiadas tradiciones y obras humanas en el catolicismo que mucha gente se
pierde el punto principal. Estas personas nunca conocerán a Dios. ¡Y aún
muchos más son los que nunca conocerán que Dios los ama!
- Sí, dijo él y sonrió, - Nunca estaba seguro de la existencia de Dios… y ni
que hablar de un Dios que me ama.
Yo también sonreí.
¿EL SACRAMENTO O LA FE? El
otro punto común sobre el cual mucha gente – y especialmente muchos católicos
- pueden confiar son los sacramentos. En la Iglesia Católica Apostólica Romana
hay siete sacramentos (bautismo, comunión, confirmación, confesión,
extremaunción, ordenación y matrimonio) y generalmente se cree que la
gracia salvadora de Dios es transmitida por medio de ellos. Estos sacramentos
– exceptuando los dos últimos - son obligatorios, y el que descuida el uso de
los sacramentos, puede perder la gracia de Dios. El Catecismo Católico también
ilustra claramente su importancia. Sigue a continuación lo que dice sobre los
sacramentos:
¿Cómo puede aumentarse la gracia santificadora?
La gracia santificadora puede aumentarse
1) por medio del uso de los sacramentos,
2) por medio de obras hechas en estado de gracia (pág. 110)
¿Qué es un sacramento?
Un sacramento es una señal externa dada por Jesucristo, en la que Dios
dispensa gracia interior. (pág. 112)
¿Qué gracia dan los sacramentos?
1) Los sacramentos dan la gracia de la santificación o aumentan la que ya ha
sido recibida.
2) Cada sacramento da los dones que corresponden a su propósito especial.
(pág. 113)
¿Por qué medio son distribuidos los dones de la redención?
Los dones de la redención son mayormente distribuidos por medio del sacrificio
de la Santa Misa y por la administración de los santos sacramentos. (pág. 52)
Hemos de notar que los sacramentos solos no pueden salvar a nadie. Ninguna
ceremonia por sí misma puede traernos la gracia de Dios. Es esencial que
creamos en Cristo como la única fuente de nuestra salvación; recibimos esa
salvación simplemente por creer, al poner nuestra confianza en Él. Cuando
creemos en Jesús como nuestro Salvador, ya no confiamos en otras cosas, como
los sacramentos o algo en nosotros; ponemos nuestra confianza en Él. Sólo de
esa manera podemos ser salvos.
- (Jn
3:14,15) Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea levantado,
15 para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
- (Jn
3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga
vida eterna.
- (Jn
6:40) Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que
ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el
día postrero.
- (Hch
10:43) De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en
él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
- (Hch
16:30,31) Y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? 31
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y
tu casa.
- (Gá
3:22) Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que
es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes.
- (Ef
3:11,12) Conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor,
12 en
quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él.
- (1 Jn
5:13) Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo
de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el
nombre del Hijo de Dios.
CONFESIÓN – ¿PUEDE UN HOMBRE PERDONAR PECADOS? En
tercer lugar, los católicos romanos confían para su salvación en la confesión,
y en la absolución de sus pecados impartida por un sacerdote. Creen que si
confiesan sus pecados a un sacerdote, él realmente posee el poder de perdonar
esos pecados.
El doctor Zachello, que fue sacerdote en la Iglesia Católica, relata cómo
encaró ese tema cuando estaba en el confesionario:
Mayormente
estaba con dudas en el confesionario. La gente venía a mí, se arrodillaba
frente a mí, y me confesaban sus pecados a mí. Y yo aseguraba, haciendo la
señal de la cruz, que tenía el poder de perdonar sus pecados. Yo, un pecador,
tomé el lugar de Dios. Las personas habían roto las leyes de Dios, no mías.
Por eso también deberían confesarle sus pecados a Dios, y pedirle perdón sólo
a Él. (11)
Pero, es bueno notar que ninguna absolución dada por hombres puede reemplazar
el perdón y la salvación que solamente Dios puede dar. Pues, “¿quién puede
perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Mr. 2:7); y “la salvación es de nuestro
Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.” (Ap. 7:10)
Así,
pues, podemos recibir perdón de nuestros pecados solamente de parte de Dios.
Lo recibimos aceptando a Jesús en nuestras vidas y volviéndonos a Él. El
perdón está prometido por Dios en Jesús solamente, y no en fórmulas de
absolución dadas por los sacerdotes:
- (Hch
10:43) De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en
él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre.
- (Hch 13:38,39) Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os anuncia perdón de pecados,
39 y
que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser
justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
- (Ef
1:7) En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según
las riquezas de su gracia.
- (Col
1:14) En quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados.
- (1 Jn
2:12) Os escribo a vosotros, hijitos, porque vuestros pecados os han
sido perdonados por su nombre.
HACIENDO LO MEJOR POSIBLE. Algunas
personas pueden poner su confianza en sus mejores esfuerzos. Piensan que si
tratan de cumplir de la mejor manera posible la voluntad de Dios, finalmente
Dios les dará su gracia y aceptación. Lutero aclara esto en su “explicación de
la carta a los Gálatas” (Texto finés, pág. 214):
La forma
correcta de recibir la justificación no es haciendo lo mejor que puedas; esta
frase es usada por sofistas y escolásticos. Dicen ellos que si una persona
hace lo que puede, definitivamente Dios puede darle Su gracia. Este dicho es
uno de los más importantes de los sofistas estrechamente relacionado al
artículo de la fe.
Sin embargo, hemos de notar que hacer lo mejor no es suficiente ante los ojos
de Dios. La Biblia nos dice que “ninguno de vosotros cumple la ley,” y por ese
motivo estamos bajo maldición. Estamos bajo una maldición, y nunca podemos
llegar a ser aceptados por Dios por medio de nuestras propias obras:
- (Jn
7:19) …ninguno de vosotros cumple la ley…
- (Gá
3:10) Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Nuestra única esperanza de ser aceptados ante Dios es por medio de Jesús. Él
cumplió por nosotros lo que nosotros no pudimos cumplir. Él cumplió la ley por
nosotros, esto es, Él unió la separación entre Dios y el hombre: Él se
convirtió en un Mediador para nosotros:
- (Gá
4:4,5) Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo,
nacido de mujer y nacido bajo la ley,
5 para
que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos
la adopción de hijos.
- (Ro
8:3) Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era
débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de
pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne.
- (Mt
5:17) No penséis que he venido para abrogar la ley o
los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.
- (1 Ti
2:5,6) Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los
hombres, Jesucristo hombre, 6 el cual se dio a sí mismo en
rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo.
- (He
9:15) Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que
interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el
primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
LAS OBRAS DE REPARACIÓN Y PENITENCIA. En
la confesión están incluidas también las obras de reparación y de penitencia
ordenadas por los sacerdotes. Las mismas pueden consistir en tareas como
recitar el Ave María, el Padrenuestro u otras oraciones decenas de veces,
ayunos, limosnas, diferente tipo de buenas obras, privarse de diversiones, y
otras actividades ordenadas por el sacerdote.
El Almanaque Católico describe la importancia de la penitencia de la siguiente
manera:
La penitencia es una precondición necesaria para la salvación (…) y Cristo la
dio para el perdón de los pecados. (Texto en finés, pág.269, 559)
Pero, ¿pueden las obras de reparación quitar los pecados o salvar a alguien?
La respuesta es que ellas ciertamente no pueden. Los siguientes tres puntos lo
demuestran:
La salvación es un regalo. El
primer punto que contradice la noción de que podemos influir sobre nuestra
salvación con actos de reparación o penitencia que han sido ordenados por un
sacerdote, es el hecho que la salvación es un regalo. Si tendríamos que pagar,
aunque fuera tan solo un poquito, o ganárnosla de alguna manera, la salvación
ya no sería más un regalo sino algo ganado por nuestro propio mérito. Por lo
tanto, el regalo tiene que ser recibido o rechazado. La Biblia dice esto muy
claramente.
- (Ef
2:8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios.
- (Ro
3:24) Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús.
- (Ro
6:23) Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
- (Ap
21:6) Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin.
Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua
de la vida.
- (Ap
22:17) Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que
tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente.
No por obras. El
segundo punto contradiciendo la noción de que el hombre puede influir en su
propia salvación por medio de obras de reparación o penitencia, es el hecho
que nuestra salvación no se obtiene por medio de obras. Es significativo que
fuera el Apóstol Pablo quien dijera esto. Pablo dijo de sí mismo: “He
trabajado más que todos ellos.” (1 Co. 15:10). Y si Pablo consideró que su
obra era insuficiente para obtener la salvación, ¿cómo podemos poner nosotros
nuestra confianza en las obras propias? Nuestras propias obras nunca podrán
llevarnos al cielo y no pueden darle la salvación a ninguna otra persona.
- (Ro
3:20) Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del
pecado.
- (Ro
4:6) Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien
Dios atribuye justicia sin obras.
- (Gá
2:16) Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley,
sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo,
para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por
cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.
- (Gá
3:10) Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere
en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
- (Ef
2:8,9) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios;
9 no
por obras, para que nadie se gloríe.
- (2 Ti
1:9) Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no
conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia
que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
- (Tit
3:5) Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho,
sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por
la renovación en el Espíritu Santo.
En realidad, nuestras acciones deben provenir de la salvación. No tenemos que
hacer obras para merecer la salvación; en cambio, deberíamos estar haciendo
obras porque hemos sido salvos. La siguiente conversación ilustra el punto en
cuestión:
- No, no mucho en eso, pero en lo que Jesús cumplió en la cruz.
- ¿Por qué crees que Cristo sufrió en la cruz?
- Oh, ahora yo lo sé. Él estuvo colgado allí por mis pecados. Él cumplió lo
que no puede ser cumplido por ninguna fuerza humana…
- Pero, ¿qué pasará ahora con tus actos de reparación y penitencia y tus
ayunos y todas tus buenas obras a lo largo de todos estos años?
- Oh, no me hables de eso. No podemos agregar nada a la amorosa redención y
expiación que Cristo llevó a cabo. Después de todo, tú me leíste sobre su
muerte en la cruz por mis pecados. No hay nada más que yo deba hacer…
- ¡Qué extraño! Si entendí correctamente, me parece a mí que ustedes los
Protestantes creen que nosotros necesitamos confesar nuestros pecados, y que
tenemos que tener a alguien que ore por nosotros; tú incluso pareces pensar
que nosotros debemos hacer buenas obras pero solamente cuando hemos sido
salvos, no como un medio para alcanzar la salvación, y ustedes oran a
Dios en el nombre de Jesucristo y no en el nombre de la virgen María. (12)
La obra de Jesús por nosotros. El
tercer punto que niega el valor de los actos de compensación u otros para
obtener la salvación es el hecho que Jesús murió por nosotros, en nuestro
lugar. Si Él ya ha hecho todo por nosotros, ¿cómo pueden las obras de uno
tener influencia en nuestra propia salvación? Es casi 2,000 años tarde para
eso:
- (Ro
5:6) Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por
los impíos.
- (Ro
5:8) Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.
- (Ro
8:32) El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
- (Gá
2:20) Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de
Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
- (Gá
3:13) Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque
está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).
- (1 Ts
5:10) Quien murió por nosotros para que ya sea que
velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él.
- (Tit
2:14) Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de
toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.
- (1 Jn
3:16) En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por
nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los
hermanos.
- (1 Ti
2:6) El cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual
se dio testimonio a su debido tiempo.
- (1 P
3:18) Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por
los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la
carne, pero vivificado en espíritu.
- (He
6:20) Donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho sumo
sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec.
- (Isa
53:5-6) Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido
por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por
su llaga fuimos nosotros curados.
- (Ro
4:25) El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y
resucitado para nuestra justificación
La salvación según el Papa
Aunque muchos versículos de la Biblia indican que la salvación se basa en la
obra de Cristo en nuestro lugar, y que no somos salvos por obras, varios Papas
han fallado en comprender este punto.
Por
ejemplo, el Papa Juan Pablo II no entendió esto. En su lugar, él lo reemplazó
con su propia doctrina de salvación. Sus recomendaciones incluían dejar el
alcohol y el tabaco, por ejemplo. Él enseñó que uno puede obtener perdón de
pecados por medio de esas cosas –las que, por supuesto, deberíamos evitar.
Esta afirmación del Papa, que a simple vista está en conflicto con, por
ejemplo, los versículos de arriba, aparece en el siguiente artículo de un
periódico publicado un par de años atrás. (Así, cuando el Papa enseñó que
se alcanza el perdón dejando de fumar, él realmente estaba rechazando la obra
de Jesús y considerándola insuficiente. Desgraciadamente, el Papa también
desvía a otras personas y las lleva a la condenación cuando les enseña a
confiar en cosas que nunca podrán salvarlas. Su visión ciertamente se debe a
que el Evangelio todavía no está en claro para él.):
Dejar de Fumar Acerca al Cielo
Ahora la iglesia lo ha anunciado –en el Vaticano, y de la boca del mismo Papa:
quien deja de fumar junta valiosos puntos de bonificación para redimir su
lugar en el cielo.
En
una bula especial, publicada para el aniversario número 2.000 del
cristianismo, el Papa Juan Pablo hizo una lista de buenas obras que pueden
permitirle alcanzar la absolución para sí mismos, y alivio a sus seres
queridos en el purgatorio en el año 2.000.
Uno puede obtener el perdón de muchos pecados por no fumar, aunque sólo
fuere por un día. Cuánto más tiempo estés sin fumar, más cerca estarás de tu
lugar en el cielo.
El Papa enumeró las penitencias, incluyendo dejar de beber alcohol.
Nuevamente, si no tomas alcohol, estarás más cerca del paraíso.
El dinero ahorrado por dejar estos vicios se debe, por supuesto, dar para
la caridad.
(...) Pagar una misa en memoria de un ser querido también es considerado una
buena obra. No hay un precio fijo por esta misa, pero cada uno puede pagar
cuanto él quiera. Usualmente, por lo menos se donan 150 Marcos Fineses para la
iglesia.
Las personas que están en el reino espiritual pueden ser ayudadas de esta
manera y su tiempo en el purgatorio será acortado.
(...) El próximo año puedes acortar la lista de tus pecados haciendo
donaciones significativas a la iglesia o a actividades sociales, por medio de
la confesión, y tomando parte de la comunión.
Los buenos católicos van seguido a la iglesia expresamente a orar por los
temas presentados por el Papa, incluyendo el pedido de una larga vida para el
mismo Papa. (…) (13)
LLEGANDO A SER SANTO. Una
particularidad de la Iglesia Católica es la “canonización”. La Iglesia
Católica tiene una práctica por medio de la cual la gente que ha muerto es
canonizada: se cree que esas personas fueron especiales en algún sentido y
elegidos de Dios. Por ejemplo, el Papa Juan Pablo II canonizó a casi 500
personas (Periódico Helsingin Sanomat 6 de octubre de 2003), más de los que
canonizaron todos sus predecesores desde el año 1.500.
Sin embargo, todos pueden ser santos y justos –no por sí mismos sino por
Jesús. Los siguientes temas están relacionados con este tópico, y muy pronto
los estudiaremos más en detalle:
1. Dios justifica al impío
2. No es una meta que se obtiene poco a poco
3. El fundamento es la obediencia de Cristo
4. No hay diferencia entre las personas.
1. Dios justifica al impío. Muchos
católicos romanos y gente religiosa en general creen que primero uno tiene que
ser suficientemente bueno para que Dios lo pueda justificar. Pueden pensar que
primero uno tiene que tener suficientes méritos y buenas obras, y solamente
entonces uno será aceptable y justo ante Dios. Consideran que los cambios
personales y el llegar a ser una buena persona, son una precondición para el
cumplimiento de la justificación de Dios.
Sin embargo, este punto de vista es incorrecto. Dios no justifica nuestras
vidas ni nuestras obras, sino a nosotros mismos, sin tomar en cuenta nuestros
méritos. La Biblia incluso dice que Dios justifica a los impíos y malos: o
sea, personas que no tienen méritos. Eso no significa que las buenas obras
tienen que ser despreciadas. Ellas pueden ser y deberían ser la consecuencia
de la salvación, pero por sí mismas, las buenas obras no pueden salvar a
nadie. La salvación ocurre en el momento en que nos volvemos a Dios por medio
de la fe en Jesús:
- (Ro
5:6) Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió
por los impíos
- (Ro
4:5) Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío,
su fe le es contada por justicia.
- (Ro
4:6) Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios
atribuye justicia sin obras.,
- (Ro
3:28) Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las
obras de la ley.
- (Ro
3:24) Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante
la redención que es en Cristo Jesús.
2.
No es una meta que se obtiene poco a poco. La
justicia y la santidad no se alcanzan por medio de un proceso. No es que la
persona en primer lugar “por la influencia de la gracia santificante” hace
suficientes obras buenas y produce tal cantidad de frutos del Espíritu que
Dios finalmente lo justifica (generalmente, la gente religiosa también dice
que hasta la vida más virtuosa depende de la gracia de Dios).
En
cambio, llegamos a ser santo y justos ante Dios en un instante - en el momento
en que acudimos a Jesús. Los versículos de abajo explican que la gente ya
tiene la justificación, no que la obtienen poco a poco. Aún cuando los
miembros de la iglesia de Corinto, por ejemplo, eran muy imperfectos, todavía
eran tenidos por Dios como justos, puros y santos ante Él:
- (Ro
5:1) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo.
- (Ro
5:9) Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por
él seremos salvos de la ira.
- (1 Co
6:11) Y esto erais algunos; más ya habéis sido lavados, ya habéis sido
santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
- (1 Co
1:2) A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en
Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier
lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.
- (1 Co
3:16,17) ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?
17 Si
alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el
templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
3. El fundamento es la obediencia de Cristo. Muchas
personas religiosas pueden resaltar sus logros personales y compararse a sí
mismos con otros, considerándose a sí mismas mejores personas que los demás.
Sin embargo, cuando se trata de la justificación, que seamos mejores que
otros no tiene nada que ver. La única posibilidad de que alguien llegue a ser
justo está en que Cristo mismo fue obediente ante la ley. Sólo cuando
comprendemos que el fundamento de nuestra salvación y justificación está fuera
de nosotros, es decir, en Cristo, quien personalmente fue obediente a la ley,
podemos obtener la salvación realmente.
- (Ro
5:19) Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos
serán constituidos justos.
- (Ro
4:25) El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación.
4. No hay diferencia entre las personas. Cuando
recibimos a Jesucristo en nuestra vida, como consecuencia también recibimos
justicia. Entonces somos realmente tan aceptados por Dios como Él mismo lo es,
y es por eso que podemos orar con confianza. Esta justicia no cambia
diariamente, como la marea, sino que permanece en nosotros todo el tiempo, a
no ser que nosotros mismos abandonemos a Dios, porque no se trata de nuestra
propia justicia, sino la justicia que recibimos por medio de Cristo. Los
siguientes versículos son algunos de los muchos textos de la Biblia que se
refieren a este tópico:
- (1 Co
1:30) Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual
nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención.
- (Ro
3:22,24,26) La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para
todos los que creen en él. Porque no hay diferencia:
24 Siendo
justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que
es en Cristo Jesús:
26 Con
la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el
justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.
- (Hch
13:38,39) Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él se os
anuncia perdón de pecados
39 y
que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis ser justificados,
en él es justificado todo aquel que cree.
Cuando recibimos la justicia de Cristo, dejan de haber diferencias entre
nosotros y el apóstol Pablo. Elías, el gran héroe de la fe, no era más justo
que ninguno de nosotros. Gracias a la justificación que obtenemos por medio de
la fe en Jesucristo, somos todos iguales:
- (Stg
5:16,17) Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
17 Elías
era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró
fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años
y seis meses.
QUIEN TIENE AL HIJO TIENE LA VIDA. Hemos
hablado de cómo la gente puede basar su salvación en el fundamento errado. No
es correcto pensar que por confiar en nuestras obras, los sacramentos, o
confiar en la ayuda de María y de los santos se alcanzara la salvación.
Necesitamos hacer solamente una cosa para obtener vida y salvación: recibir
a Jesús, el Hijo de Dios, en nuestras vidas. Si no le permitimos entrar en
nuestras vidas entonces aún no tenemos la vida eterna. Es así de simple:
- (1 Jn
5:12) El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de
Dios no tiene la vida.
Sin embargo, si quieres tener vida eterna, puedes obtenerla en un instante.
Sigue estos pasos:
1. Vuélvete a Dios y dale tu vida a Él
El primer paso es recibir a Dios y a Jesucristo. Confiesa que eres un pecador
que necesita salvación y dile que quieres que el plan de salvación de Dios se
haga realidad en tu vida. No es necesario que comiences tratando de ser mejor,
sólo vuélvete a Dios con todos tus defectos.
2. Recibe
Recibe a Jesús. La vida eterna se recibe como un regalo del Hijo de Dios,
Jesucristo. Recíbelo en tu vida. Puedes decir estas palabras: “Señor Jesús,
ven a mi vida.” La Biblia nos enseña que Jesús ya está parado a la puerta de
nuestro corazón, y espera la chance de entrar a nuestras vidas:
- (Ap
3:20) He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Si haces esto, entonces – de acuerdo con las Escrituras - eres un hijo de Dios
y tienes vida eterna. Tienes esta vida eterna, no importa cómo te sientas en
este momento. No fundamentes la seguridad de salvación en tus siempre
cambiantes emociones, sino descansa en la palabra de la Biblia y en
Jesucristo, tal como el ancla de la nave nunca se echa dentro del barco, sino
afuera.
- (Jn
1:12) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
- (1 Jn
5:11-13) Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y
esta vida está en su Hijo.
12 El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no
tiene la vida.
13
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios,
para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del
Hijo de Dios.
LA ORACIÓN DE SALVACIÓN: Señor
Jesús, acudo a ti. Confieso que he pecado contra ti y no he vivido según tu
voluntad. Pero, quiero dejar mis pecados y seguirte a ti con todo mi corazón.
Yo creo que mis pecados han sido perdonados por tu obra redentora y he
recibido vida eterna de ti. Te agradezco por la salvación que me has dado.
Amén.
REFERENCIAS:
1. Citado de Marian kolmet kasvot by Paavo Hiltunen, pág. 110, 111.
2. Pius lX, Ubi Primum, sit. Mark Miravalle, Introduction to Mary. The
Heart of Marian Doctrine and Devotion. Queenship Publishing Co., Santa Barbara
1993
3. Leo Xlll, Octori mense, Quote Mark Miravalle, Introduction to Mary.
The Heart of Marian Doctrine and Devotion. Queenship Publishing Co., Santa
Barbara 1993
4. Citado de Vatikaani profetiassa by Leo Meller, pág. 53,54.
5. Raul Ries, Vihasta vapauteen (From Fury to Freedom), pág. 125, 126
6. Nicky Cruz, Juokse henkesi edestä (Devil on the Run), pág. 19
7. Paavo Hiltunen, Marian kolmet kasvot, pág. 82
8. Päivi Setälä, Keskiajan nainen, pág. 42
9. Hjalmar Holmquist, Kyrkohistoria 1, pág. 152
10. Raul Ries, Vihasta vapauteen (From Fury to Freedom), pág. 108
11. Harold J. Berry and Boettner Loraine r, Roman Catholicism, pág. 203
12. Mrs Cyril Bird, Missä vietät iäisyytesi?, pág. 43,44.
13. Artículo en el periódico Etelä-Suomen Sanomat, aproximadamente del año
2000 de Leena Sirkiä
FUENTES:
Paavo Hiltunen:
Marian kolmet kasvot
Leo Meller:
Vatikaani profetiassa
Jan Aarts:
Paavi
Oswald J. Smith:
Kutsu elämään [The Challenge of Life]
Raul Ries:
Vihasta vapauteen [From Fury to Freedom] Alberto R. Rivera: Alberto
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Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)
Echa mano de la vida eterna
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