Capítulo 5 -
¿Ha sido hecha
alguna profecía sobre Mahoma?
Al considerar al
profeta Mahoma muchos musulmanes sinceramente creen que la Biblia contiene
profecías sobre él. Aunque fue escrito varios siglos después de Cristo y los
apóstoles, basándose en el Corán 61:6 piensan, por ejemplo, que Jesús
originalmente habló y profetizó sobre Mahoma. Piensan también que las
palabras de Jesús sobre otro Consolador (Juan 14:16,16:7) se refieren a
Mahoma, cuya venida Jesús habría profetizado. Creen que la palabra
“parakletos”/consolador, en el evangelio de Juan, originalmente significaba
“periklitos”/alabado, el cual es uno de los nombres de Mahoma, y que más
tarde fue cambiado por la otra palabra, en los días de Mahoma.
¿Pero, es eso
verdad? ¿Existe alguna profecía sobre Mahoma en la Biblia? Consideraremos
esas cuestiones al examinar los siguientes ejemplos:
Manuscritos
antiguos.
La posibilidad de que en el evangelio de Juan estuviera originalmente la
palabra “periklytos” y que fuera cambiada más tarde (en tiempos de Mahoma)
por “parakletos” es muy improbable. Es así porque todos los manuscritos
antiguos que se conocen -escritos antes y después de la vida de Mahoma-
contienen prácticamente el mismo texto, y en ninguno de ellos se menciona a
Mahoma, ni siquiera alguna profecía acerca de Mahoma. Estas cosas no se
hallan en la Biblia en absoluto, aunque hay personas que desearían
hallarlas.
Jesús habló del
Espíritu Santo, no sobre un hombre.
El segundo punto
que vale la pena destacar es que Jesús hablo del Espíritu Santo (Juan
14:16,17,26, 15:26, 16:13) – no sobre algún hombre – que Él enviaría del
cielo y del Padre (Juan 15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien
enviaré del Padre, él dará testimonio de mí”). Esto no puede de ninguna
manera interpretarse como refiriéndose a Mahoma, que ni siquiera existía en
aquel entonces. Este texto se refiere al bautismo en el Espíritu Santo en el
día de Pentecostés, diez días después de la ascensión de Jesús. En el libro
de Hechos dice:
–
(Hechos 2:1-4) Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos
unánimes juntos.
2 Y de repente
vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual
llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les
aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de
ellos.
4 Y fueron todos
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu les daba que hablasen.
Glorifica a Jesús.
La tercera característica que vale la pena observar es que el Espíritu Santo
está con los discípulos para siempre, y Él glorifica a Jesucristo. Es
ciertamente imposible decir esto de Mahoma, quien no había nacido sino hasta
500 años después de Jesús y vivió por 62 años -ni siquiera llegó cerca de
estar para siempre- y quien menospreció a Jesús:
–
(Juan
14:16-17,26) Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté
con vosotros para siempre:
17 el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.
26. Mas el
Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
- (Juan 15:26) Mas
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él
os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.
–
(Juan
16:13-14) Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la
verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que
oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.
14 El me
glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.
La investigación de
alguien que antes era musulmán.
El siguiente ejemplo aclara si es que hubo alguna profecía sobre Mahoma. A
un ex musulmán, que formaba parte de un grupo islámico extremista, se le
había dado la tarea -de parte de cierto emir- de clarificar lo que la Biblia
dice sobre Mahoma. Sin embargo, esta persona no encontró referencias a
Mahoma o profecías sobre él en la Biblia:
El emir me miró y
dijo: -¡Es una orden! No tienes otra alternativa que llevar a cabo la misión
si verdaderamente crees en Alá y en el Juicio Final. La situación fue
confirmada con las palabras del Corán: “No corresponde a los verdaderos
creyentes -hombres o mujeres- decidir sus asuntos de otra manera que Dios y
Sus apóstoles.” (Sura 33:36).
Yo traté de
conseguir que el emir eligiera algún otro, pero él se negó. Dijo: -Siento
que eres la persona más indicada para esta tarea. Si la haces bien, matarás
dos pájaros con la misma piedra. En primer lugar, enseñarás a todos los
musulmanes y le mostrarás cosas que ellos no pueden ver. En segundo lugar,
ganarás una abundante cantidad de “buen” dinero, porque los resultados de tu
investigación se traducirán a muchos idiomas, y se publicarán por todo el
mundo.
Esa investigación
me preocupaba y yo quería saber la naturaleza y los detalles del estudio. El
emir dijo: -Tu trabajo incluye dos partes: tú demostrarás la autenticidad
del llamado de Mahoma con la Biblia, tal como dice el Corán: “...a los que
siguen al Apóstol -al Profeta no instruido- a quien hallarán descrito en la
Torá y los Evangelios...” (Sura 7:157). Basado en las contradicciones que tú
encuentres, demostrarás que la Biblia de los tiempos actuales no es un libro
escrito por inspiración de Dios, sino que la gente la ha arruinado y
falsificado.
(…) Estaba
preocupado porque no sabía por dónde empezar. No tenía un medio para empezar
la investigación. Por ejemplo, para demostrar que Mahoma era el profeta,
esperaba hallar su nombre en la Biblia. O los nombres de Ahmed o Mahmud, que
en árabe se refieren a Mahoma. No sabía por donde empezar.
(...) Quería
escribir un libro que nadie pudiese refutar, por lo menos no todo el libro.
Desafortunadamente, no se daba el desarrollo como yo hubiese deseado. Todas
mis conclusiones intelectuales y lingüísticas colapsaban una tras otra. No
podía encontrar ni siquiera un versículo que respaldase mi teoría. (Más
tarde escribí mi segundo libro, llamado
The Suppressed
Truth,
en el que presentaba todos los versículos que había estudiado y demostré que
no se refieren al Profeta Mahoma.)
Estudié todos los
versículos en detalle, pero no encontré lo que estaba buscando. Mis
sentimientos eran una mezcla de tristeza, desesperación, desconsuelo y
confusión. Ni siquiera se me ocurría que Mahoma no fuese un profeta. Traté
de calmarme a mí mismo explicando que simplemente era yo el que fallaba en
demostrar que los versículos hablaban sobre Mahoma. (19)