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Textos de Jari Iivanainen
El Islam y
Jesús






Echa mano de la vida eterna
(1 Ti 6:12)
















Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)






 

Capítulo 5 -

¿Ha sido hecha alguna profecía sobre Mahoma?

Al considerar al profeta Mahoma muchos musulmanes sinceramente creen que la Biblia contiene profecías sobre él. Aunque fue escrito varios siglos después de Cristo y los apóstoles, basándose en el Corán 61:6 piensan, por ejemplo, que Jesús originalmente habló y profetizó sobre Mahoma. Piensan también que las palabras de Jesús sobre otro Consolador (Juan 14:16,16:7) se refieren a Mahoma, cuya venida Jesús habría profetizado. Creen que la palabra “parakletos”/consolador, en el evangelio de Juan, originalmente significaba “periklitos”/alabado, el cual es uno de los nombres de Mahoma, y que más tarde fue cambiado por la otra palabra, en los días de Mahoma.

¿Pero, es eso verdad? ¿Existe alguna profecía sobre Mahoma en la Biblia? Consideraremos esas cuestiones al examinar los siguientes ejemplos:

Manuscritos antiguos. La posibilidad de que en el evangelio de Juan estuviera originalmente la palabra “periklytos” y que fuera cambiada más tarde (en tiempos de Mahoma) por “parakletos” es muy improbable. Es así porque todos los manuscritos antiguos que se conocen -escritos antes y después de la vida de Mahoma- contienen prácticamente el mismo texto, y en ninguno de ellos se menciona a Mahoma, ni siquiera alguna profecía acerca de Mahoma. Estas cosas no se hallan en la Biblia en absoluto, aunque hay personas que desearían hallarlas.

Jesús habló del Espíritu Santo, no sobre un hombre. El segundo punto que vale la pena destacar es que Jesús hablo del Espíritu Santo (Juan 14:16,17,26, 15:26, 16:13) – no sobre algún hombre – que Él enviaría del cielo y del Padre (Juan 15:26: “Pero cuando venga el Consolador, a quien enviaré del Padre, él dará testimonio de mí”). Esto no puede de ninguna manera interpretarse como refiriéndose a Mahoma, que ni siquiera existía en aquel entonces. Este texto se refiere al bautismo en el Espíritu Santo en el día de Pentecostés, diez días después de la ascensión de Jesús. En el libro de  Hechos dice:

                         (Hechos 2:1-4) Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.

2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;

3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.

4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.

Glorifica a Jesús. La tercera característica que vale la pena observar es que el Espíritu Santo está con los discípulos para siempre, y Él glorifica a Jesucristo. Es ciertamente imposible decir esto de Mahoma, quien no había nacido sino hasta 500 años después de Jesús y vivió por 62 años -ni siquiera llegó cerca de estar para siempre- y quien menospreció a Jesús:

 

                         (Juan 14:16-17,26)  Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

26. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

- (Juan 15:26) Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

                         (Juan 16:13-14) Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.

La investigación de alguien que antes era musulmán. El siguiente ejemplo aclara si es que hubo alguna profecía sobre Mahoma. A un ex musulmán, que formaba parte de un grupo islámico extremista, se le había dado la tarea -de parte de cierto emir- de clarificar lo que la Biblia dice sobre Mahoma. Sin embargo, esta persona no encontró referencias a Mahoma o profecías sobre él en la Biblia:

El emir me miró y dijo: -¡Es una orden! No tienes otra alternativa que llevar a cabo la misión si verdaderamente crees en Alá y en el Juicio Final. La situación fue confirmada con las palabras del Corán: “No corresponde a los verdaderos creyentes -hombres o mujeres- decidir sus asuntos de otra manera que Dios y Sus apóstoles.” (Sura 33:36).

Yo traté de conseguir que el emir eligiera algún otro, pero él se negó. Dijo: -Siento que eres la persona más indicada para esta tarea. Si la haces bien, matarás dos pájaros con la misma piedra. En primer lugar, enseñarás a todos los musulmanes y le mostrarás cosas que ellos no pueden ver. En segundo lugar, ganarás una abundante cantidad de “buen” dinero, porque los resultados de tu investigación se traducirán a muchos idiomas, y se publicarán por todo el mundo.

Esa investigación me preocupaba y yo quería saber la naturaleza y los detalles del estudio. El emir dijo: -Tu trabajo incluye dos partes: tú demostrarás la autenticidad del llamado de Mahoma con la Biblia, tal como dice el Corán: “...a los que siguen al Apóstol -al Profeta no instruido- a quien hallarán descrito en la Torá y los Evangelios...” (Sura 7:157). Basado en las contradicciones que tú encuentres, demostrarás que la Biblia de los tiempos actuales no es un libro escrito por inspiración de Dios, sino que la gente la ha arruinado y falsificado.

(…) Estaba preocupado porque no sabía por dónde empezar. No tenía un medio para empezar la investigación. Por ejemplo, para demostrar que Mahoma era el profeta, esperaba hallar su nombre en la Biblia. O los nombres de Ahmed o Mahmud, que en árabe se refieren a Mahoma. No sabía por donde empezar.

(...) Quería escribir un libro que nadie pudiese refutar, por lo menos no todo el libro. Desafortunadamente, no se daba el desarrollo como yo hubiese deseado. Todas mis conclusiones intelectuales y lingüísticas colapsaban una tras otra. No podía encontrar ni siquiera un versículo que respaldase mi teoría. (Más tarde escribí mi segundo libro, llamado The Suppressed Truth, en el que presentaba todos los versículos que había estudiado y demostré que no se refieren al Profeta Mahoma.)

Estudié todos los versículos en detalle, pero no encontré lo que estaba buscando. Mis sentimientos eran una mezcla de tristeza, desesperación, desconsuelo y confusión. Ni siquiera se me ocurría que Mahoma no fuese un profeta. Traté de calmarme a mí mismo explicando que simplemente era yo el que fallaba en demostrar que los versículos hablaban sobre Mahoma.  (19)

 

 

 




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