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Textos de Jari Iivanainen
La edad de la tierra y el universo





Echa mano de la vida eterna
(1 Ti 6:12)
















Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)






 

CAPÍTULO 3 -
¿Por qué las mediciones radiactivas no son confiables?

 

 

 

Cuando se quiere calcular la edad de algo, las medidas radiactivas son consideradas uno de los métodos más eficientes. Con estas mediciones, se ha intentado calcular la edad de la Tierra, la edad de los animales y los humanos. Estos métodos normalmente han dado la edad en millones de años, especialmente cuando es cuestión de tipos de rocas y elementos. El principio de medición se basa en materiales radioactivos que generalmente cambian y se descomponen en otros elementos en cierto tiempo. Por ejemplo, la idea básica de datación del uranio/plomo debería cambiar completamente en plomo siempre a la misma velocidad durante un tiempo determinado.

   No obstante, el hecho es que estos métodos no son confiables. Con ellos, uno puede medir los contenidos de las piedras y demás muestras pero que tengan algo que ver con la edad o no, eso es otra cosa. Esto sucede porque en las medidas hay suposiciones imposibles de probar científicamente.

   Sin embargo, es importante observar que las mediciones radiactivas están basadas principalmente en la escala de tiempo geológico, la cual supone que la edad de la Tierra es de billones de años. (Esta escala fue dibujada en el siglo XIX, antes de las medidas radiactivas). De acuerdo a esta escala, la gente ha puesto en práctica métodos que automáticamente y sin excepción dan largas edades a muestras pétreas. Normalmente las mediciones no se realizan usando fósiles, que sería una manera más confiable (y daría edades notablemente más bajas) sino que se hacen con roca volcánica. La escala de tiempo geológico dibujada en el siglo diecinueve usualmente regula la manera en que son interpretadas las muestras:

 

Si se dejara de usar la interpolación basada en el grosor máximo de un estrato, la situación sería caótica. La gente no estaría segura, por ejemplo, de que los estratos de carbón son más jóvenes que los estratos devonianos o los silúricos. El orden puede mantenerse sólo dándole prioridad absoluta a la secuencia de estratos. Un experto geocronólogo me contó acerca de resultados de datación que no encajan con la escala de tiempo geológico:

 

Resultados que no encajan con la escala permanecen en el cajón de un escritorio – no debes, naturalmente, ponerte en ridículo. (…) No tiene sentido hacer una sola datación. Debes entender la situación y recordar la escala de tiempo geológico o de lo contrario todo saldrá mal.

 

(…) Las medidas radiactivas dan sólo una edad aparente. Para describir la “edad correcta” o la “edad aceptada”, ésta debe coincidir con la escala de tiempo geológico. El total real no es un resultado medible o estimativo sino la escala de tiempo geológico. Mientras la escala de tiempo geológico determine la corrección de una medida, las mediciones no pueden solucionar la precisión de la escala.

   Cuando nos preguntamos la verdadera razón por la que la gente se atasca con la escala de tiempo geológico de cientos de millones de años, los responsables no parecen ser los geólogos. Los causantes son los teóricos evolutivos. (…) Se puede probar que dataciones erróneas dadas por rocas jóvenes indican que la interpretación de los contenidos de isótopo da resultados no sólo inseguros sino completamente inútiles. Yo pienso que los métodos de medición recientes tienen un fundamento mucho más sólido. Para saber la verdad, debemos exigir que sean examinadas considerablemente menos edades y que medidas grandes sean hechas directamente de fósiles. Le haríamos un gran favor a la ciencia si abandonáramos el compromiso compulsivo con la escala de tiempo geológico. (11)

 

Punto de partida y otras condiciones previas. Las mediciones radioactivas se basan en la idea de que en distintos tipos de roca hay elementos madre y elementos hijo, y que la edad de un tipo de roca puede calcularse en base a su parentesco. Cuantos menos elementos madre existan en un tipo de roca, más antiguo se considera éste, mientras que cuanto más de estos elementos existan, más joven tendrá que ser.

   Además, existen tres axiomas importantes respecto a la medición radiactiva. Ellos son:

 

1.      Ninguna piedra contuvo elementos hijo en su estado inicial, sólo ha habido elementos madre. La desintegración debió haber empezado desde el punto cero.

2.      Nada pudo haberse quitado o añadido a la piedra.

3.      El grado de desintegración siempre ha sido el mismo.

 

Sin embargo, estas hipótesis no pueden validarse.

   El primer problema es el punto de partida. ¿Cómo podemos saber cómo era la piedra en el principio? Sería muy extraño que todos los elementos fueran perfectamente vírgenes y sin sus elementos hijo en el estado inicial, aun si los últimos son encontrados con frecuencia en la corteza de la Tierra. La idea de su relación original se basa en una mera suposición que no puede comprobarse.

   Esto es similar a que haya siete porciones de torta y cinco galletas en una mesa, y que alguien nos pida que le digamos cuánto había originalmente. Esto sería ciertamente imposible, a menos que hayamos estado allí en el principio para chequear el número. Debemos conocer la situación original de la mesa – como en mediciones radioactivas, debemos conocer la cantidad de materiales presentes – de lo contrario, no tenemos fundamentos fiables para hacer las mediciones:

 

La datación histórica de roca volcánica KBS revela que sin importar cuán cuidadosamente un investigador seleccione su muestra de roca o cuán precisamente realice su trabajo de laboratorio, siempre puede ser culpado por usar materiales mezclados o métodos erróneos si los resultados de la datación son “incorrectos”. Demostrar las acusaciones no es necesario. La edad errónea no es prueba suficiente. La literatura indica que aun si las mediciones radioactivas son calificadas como principios (lo que no son), es un hecho que elegir una muestra de roca pura y no mezclada requiere omnisciencia, que es imposible para el hombre mortal. Los métodos de datación radioactiva son un ejemplo clásico de autoengaño y de un círculo vicioso. Son parte del mito evolutivo del hombre. Naeser con sus compañeros de trabajo12 ha especificado bien este problema:

 

La precisión de todos los resultados de datación sólo puede deducirse porque no conocemos la verdadera edad de ninguna muestra geológica. Sólo podemos intentar obtener la mejor consistencia entre K-Ar y otros métodos de datación. (13)

 

Los factores externos son otro posible factor que puede confundir los cálculos. Situaciones problemáticas pueden incluir el calentamiento y las formaciones de la piedra (esto puede ocurrir fácilmente con rocas volcánicas, de las cuales se toman las medidas) y el flujo de agua a través de la piedra. Todos estos eventos pueden causar que los elementos madre e hija sean conducidos y acumulados en otra parte, y esto puede cambiar los contenidos de materiales y los resultados de medición. Un pequeño cambio en las proporciones es suficiente para distorsionar la datación completa. Así, la datación no tendría fundamento sólido:

 

Sin embargo, éste no es el único problema con el método. Si se agrega arena a un reloj de arena o se vierte arena de la parte superior o inferior de un reloj de arena, la precisión del método no vale nada. Resulta imposible determinar si el uranio o plomo se ha disuelto de la piedra en el supuesto período de miles o millones de años o si más de un elemento ha sido acumulado en la piedra. El método es inútil si no sabemos esto con seguridad. Se estima que 10.000-50.000 toneladas de este tipo de uranio que se ha disuelto y desintegrado de la piedra es barrido al mar anualmente. (14)

 

Resultados contradictorios. Una indicación de la ambigüedad de los métodos radioactivos es el hecho de que los resultados han sido contradictorios y han variado mucho, que es lo que puede asumirse cuando se trabaja con piedras y muestras encontradas en la tierra. Sus contenidos, es decir, sus edades asumidas han ido de un extremo al otro y se han hecho las siguientes observaciones. Ellas indican que los contenidos de las piedras pueden ser muy bien medidos, pero que la datación basada en los resultados es muy dudosa. Si observáramos problemas semejantes con nuestro reloj – el margen de error mayor al 99% – tiraríamos el reloj rápidamente.

   El primer ejemplo es de rocas volcánicas (Monte Ngauruhoe de Nueva Zelanda) conocidas por haber sido cristalizadas de la lava hace sólo 25-50 años como consecuencia de una erupción volcánica. Esta información se basa en los recuerdos de testigos oculares.

   Muestras de estas piedras fueron enviadas a uno de los laboratorios de datación comercial más prestigiosos del mundo (Laboratorios Geochron, Cambridge, Massachusetts). Los resultados que están en conflicto con las observaciones en la práctica son evidentes en esta historia:

 

Geochron es un prestigioso laboratorio de datación comercial. El líder de su laboratorio K-Ar ha defendido su tesis doctoral sobre la datación K-Ar. Al laboratorio no se le dijo el lugar preciso de recolección y la supuesta edad de las muestras. Sin embargo, sí se les informó que las muestras eran probablemente jóvenes y que contenían muy poco argón. De esta manera, se aseguró que fueran especialmente cautelosos en su trabajo analítico.

   Las “edades” obtenidas por medio del análisis K-Ar han sido enumeradas en Tabla 1. Las “edades” de las piedras varían entre <270.000 años y 3,5 (±0,2) millones de años, aunque las muestras se hayan enfriado de la lava 25-50 años atrás. Una muestra de cada conjunto dio la “edad” de <270.000 años ó <290.000años, mientras que en otras muestras la “edad” fue de millones de años. El laboratorio manejó las muestras de corta “edad” en el mismo conjunto, quien remitió el problema a una falla de laboratorio. De esta manera, el encargado del laboratorio volvió a chequear sus instrumentos. Los resultados fueron parecidos. Éstos excluían una falla sistemática en el laboratorio y confirmaban que los bajos resultados eran correctos. Además, las mediciones renovadas de muestras ya analizadas (A#2 y B#2 en Tabla 1) no dieron resultados similares, pero esto no fue de gran sorpresa debido a incertidumbres analíticas. Claramente, la concentración de argón varía en estas piedras. Algunos geocronólogos pueden decir que <270.000 años es la “edad” correcta para estas muestras. ¡¿Pero cómo podrían saber que 3,5 millones de años no serían la “edad” correcta, a no ser que supieran desde un principio que los flujos de lava habían surgido recientemente?!

   (…) Sabemos las edades verdaderas de las piedras porque de acuerdo a las observaciones fueron formadas menos de 50 años antes que la datación. Sin embargo, se estima que su “edad” es superior a los 3,5 millones de años. Así, las edades están mal. ¿Cómo podemos confiar en este “método de datación” cuando es usado en piedras cuya edad desconocemos? Si el método no logra determinar la edad de las piedras de cuya creación tenemos la descripción de un testigo ocular objetivo, ¿por qué deberíamos confiar en él si es una cuestión de piedras cuya edad, imparcialmente basada en la historia, no puede ser comprobada? (15)

 

Otros ejemplos describen problemas con la datación radioactiva. También indican cómo se miden los contenidos de las piedras pero no están necesariamente relacionados con la edad verdadera. Esto sugiere, como indica el próximo ejemplo del Gran Cañón, que el estrato más elevado es “cientos o decenas de millones de años” más viejo que el estrato más bajo. Esto no puede ser cierto, claro, y por lo tanto dataciones como esta pertenecen sólo al grupo de las historias de ciencia ficción.

 

Hace aproximadamente 170 años se estudió la roca nacida de una erupción volcánica en la isla Hualalai, y su edad fue calculada usando métodos nuevos. Con estos radiómetros “confiables”, los 170 años de edad que tenía la piedra fueron medidos en millones de años, comenzando en 160 millones hasta los tres billones de años. Sucedió lo mismo con mediciones similares. También se intentó calcular la edad de las capas del Gran Cañón con estos métodos. Los investigadores se volvieron a sorprender con los resultados. La edad de la roca basáltica “joven” en las capas más elevadas fue calculada en 270 millones de años más que “los miles de millones de años de antigüedad de la capa pétrea” al fondo del Gran Cañón. Luego de que se hicieran estas mediciones, algunas de las edades que los evolucionistas dieron a las rocas y capas del cañón fueron transferidas al grupo de “viejas creencias”. (16)

 

En teoría, el método potasio-argón puede ser usado para datar las piedras más jóvenes, pero ni siquiera este método puede utilizarse para datar a los mismos fósiles. Con este método, se calcula que el antiguo “Hombre 1470” descubierto por Richard Leakey tiene 2,6 millones de años. El catedrático E. T. Hall, quien determinó la edad, dijo que el primer análisis de la muestra pétrea dio el imposible resultado de 220 millones de años. Este resultado fue rechazado porque no coincidía con la teoría de la evolución y por lo tanto otra muestra fue analizada. El resultado del segundo análisis fue un “adecuado” 2,6 millones de años. Las edades datadas para muestras del mismo descubrimiento más tarde variaron entre 290.000 y 19.500.000 años. Por tanto, el método de potasio-argón no parece ser especialmente confiable, ni tampoco la forma en que los investigadores de la evolución interpretan los resultados. (17)

 

DATACIÓN CON CARBONO 14. Un método radioactivo de datación es el carbono 14. Éste se diferencia de otros métodos radioactivos en que su período radioactivo es de aproximadamente 5.600 años y que se usa para medir la edad de muestras orgánicas. El margen de error para este método es mucho menor que el de otros métodos radioactivos, pero también hay problemas con él. Éstos son discutidos a continuación:

 

El debilitamiento del campo magnético de la Tierra es un factor que tiene un impacto esencial en las medidas de radiocarbono. Como afirmamos antes, el campo magnético de la Tierra no ha sido siempre el mismo, sino que se ha estado debilitando continuamente al punto de que el período radioactivo actual es de 1.400 años. El debilitamiento también ha afectado la cantidad de radiocarbono formada:

 

El campo magnético de la Tierra se está debilitando. Este debilitamiento es muy leve, pero la disminución se ha observado por un largo período de tiempo (…) ya que la situación es ésta, unos pocos rayos cósmicos más la atraviesan. La influencia de estos rayos cósmicos puede notarse, por ejemplo, en el aumento de carbono 14 (…) (Revista Uusi Suomi, artículo del 26 de febrero de 1990, Maan magneettikenttä pienenee jatkuvasti, “El Campo Magnético de la Tierra Continuamente Debilitándose)

 

Entonces, hace algunos siglos, cuando el campo magnético era mucho más poderoso – incluso decenas de veces más poderoso que ahora – eso ha surtido efecto en la formación de radiocarbono: antiguamente había mucho menos de él, o quizás nada.

   Esto significa que cuando examinamos muestras de tiempos más tempranos, éstas pueden verse mucho más antiguas de lo que realmente son. Pueden parecer siglos o incluso miles de años más antiguas porque el radiocarbono no se formó en las etapas tempranas debido al poder del campo magnético. Si no consideramos esta cuestión esencial al hacer las mediciones, los resultados pueden distar milenios de la realidad:

 

Si ha habido una menor cantidad de carbono 14 en el pasado debido a una protección magnética más poderosa contra los rayos cósmicos, se estima que el tiempo que pasó desde que estos organismos existieron es muy extenso. (Science Digest, diciembre de 1960, pág. 19)

 

Resultados vagos. Aunque las probabilidades de equivocarse cuando se usa la datación con carbono 14 son superiores con otros métodos, este método no siempre es preciso. Generalmente, los errores con carbono 14 producen estimaciones de edades mayores a la real a causa del debilitamiento del campo magnético, como se menciona arriba. Se han observado los siguientes errores:

 

- La edad estimada de las babosas vivas es de 2.300 años (Keith y Anderson, Radiocarbon dating: Fictitious results with mollusk shells, Science, Vol. 141, 1963, p. 111).

 

- Se calcula que ciertos árboles vivos tienen 10.000 años de antigüedad (Huber, B., Recording Gaseous Exchange Under Field Conditions, The physiology of Forest Trees, Ronald Publishers, New York, 1958.). Así, el margen de error es de 10.000 años.

 

- En Durrington Walls, en Inglaterra, una vieja estructura data del año 2620-2630 A.C. con carbono 14. No obstante, la evidencia arqueológica completamente infalible indica que la estructura es aproximadamente mil años más joven ((The Genesis Flood, Henry M. Morris y John C. Witcomb, pág. 43).

 

- Un molusco vivo data de hace 3.000 años (Creation Research Society Journal, junio de 1970). 

 

- C. A. Reed da un buen ejemplo de la incertidumbre con carbono 14 en la revista Science (11 de diciembre de 1959). El error cometido en el ejemplo era de miles de años y contradecía la evidencia arqueológica indiscutida:

 

Un ejemplo clásico de la incertidumbre de la datación con carbono 14 son once muestras tomadas de un pueblo prehistórico al norte de Iraq. El C14 indicó que las muestras tenían 6.000 años de antigüedad, aunque la evidencia arqueológica indicaba que el poblado había sido habitado hacía sólo 500 años.

 

- También ha habido muchas muestras fósiles que se cree tienen millones de años de antigüedad pero que contienen proporciones significativas del isótopo del C14. Es posible que otros métodos indicaran que algunas capas tienen millones de años de antigüedad, pero la datación con carbono 14 sólo sugiere unos pocos miles. Este tipo de contradicciones no existiría si los métodos fueran confiables.

 

ELEMENTOS RADIOACTIVOS RÁPIDAMENTE DESCOMPONEDORES. En las dataciones, métodos con los cuales períodos de sustancias radiactivas son enormes han sido frecuentemente utilizados.

   Sin embargo, hay elementos en el suelo cuyos períodos radioactivos son sólo fracciones de los dados por métodos anteriores. El polonio en particular es una sustancia interesante. Experimentos hechos con él indican cómo las ideas de un comienzo de la Tierra al rojo vivo y de billones de años de antigüedad son cuestionables:

 

Los halos radiales del polonio. Cuando hablamos acerca del nacimiento de la Tierra, con frecuencia se explica que la superficie era muy caliente y fundida al principio, y que la corteza fue endureciéndose gradualmente. Se cree que hace 4.000 millones de años, la Tierra era como una caldera hirviente en la cual no había posibilidades para la vida. De allí comenzó una lenta solidificación que duró millones de años.

   Sin embargo, algunos métodos basados en la radioactividad no hacen referencia a una lenta solidificación, al contrario, se refieren a una rápida formación de la Tierra. Algunos de éstos son los halos radiales del polonio detectados en manto terrestre, los que se han encontrado en todo el mundo en granito. Estos halos no deberían siquiera estar ahí si las formaciones de piedra hubiesen solidificado en el transcurso de miles de años. Esto sucede por una sencilla razón: a fin de mantenerse detectables, estos halos no pueden haberse formado en piedra por debajo de los 300°C (!), y en segundo lugar porque el período radioactivo del polonio 218 es de sólo 3 minutos (!), demasiado corto para una solidificación paulatina. (Gentry, R.V., Radio halos in a radio chronological and cosmological perspective. Science, 5 April 1974, vol. 184, pp. 62–66). Estos hechos indican que la idea de una lenta solidificación de la Tierra durante millones de años no puede ser cierta. La única posibilidad es que la piedra en el manto se haya cristalizado en un segundo al mismo tiempo que se formaba el polonio, porque la existencia de los halos radiales no podría explicarse de otra manera:

 

Es interesante cómo los halos (una especie de “burbujas”) formados por isótopos de polonio rápidamente descomponedores pueden encontrarse en algunas piedras en el manto de la Tierra. Estas muestran que el manto se ha formado repentinamente. Es como si quisieras capturar las burbujas creadas por una tableta efervescente congelando el vaso de agua burbujeante en una fracción de segundo. (18)

 

Los halos pleocroicos son alteraciones, decloraciones de los cristales de algunos tipos de roca causadas por la radiación radioactiva. Estos halos con forma de anillo han sido causados especialmente por partículas radiactivas de uranio, torio y polonio (Po, número atómico 84), incluido en cristales micáceos de los cuales ha sido creada la radiación alfa. (…) Estos halos que pueden ser encontrados en rocas solidificadas precámbricas pudieron haber surgido sólo si la Tierra fue creada instantáneamente. Si se hubieran formado (enfriado, solidificado) lentamente, estos halos no podrían haber sido creados debido a la alta velocidad de dispersión de minerales polonios. Gentry concluye que los halos pleocroicos de polonio se refieren a la creación momentánea y que claramente desafían los métodos de datación radioactiva en general (salvo por la datación radiocarbónica). (19)

 

 

 

  

 

 

 

Jari Iivanainen

 

 




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