CAPÍTULO 3 -
¡Deja de acusar a otros!
Si nos han tratado mal en el
pasado, no tenemos que sufrir por eso. Podemos ser liberados, si le entregamos
nuestra vida a Dios y a Cristo. Entonces se puede sanar nuestra vida emocional,
de modo tal que las experiencias antiguas y malas no nos malesten más.
Sin embargo, esto requiere que tomemos una decisión: tenemos que
tener el deseo de perdonar y dejar de acusar a otros. Ante Dios no sólo somos
víctimas, sino también culpables. Por ello, no podemos justificar nuestra
amargura y otros pecados aludiendo que fuimos tratados mal, porque nuestra
actitud estaría tan mal como los actos de los que nos hicieron daño a nosotros.
Por eso, ¡perdona y deja de lado todas las acusaciones a
otros, para que tu vida emocional pueda ser sanada!
¿POR
QUÉ DEBERÍA PERDONAR? Si buscamos razones valederas para
dejar de acusar a otros, perdonar y tener misericordia de los demás, podemos
mencionar por lo menos tres razones importantes. Con certeza, también hay
otras, pero estas son las más importantes:
No
perdonar puede privarnos del perdón de Dios. La razón
más importante para perdonar es que esa es la voluntad de Dios y es justo. Dios
quiere que perdonemos a los demás, y que no guardemos rencores. Jesús quiere
que perdonemos. En la oración del Señor Jesús nos enseñó que el perdón también
es un requisito previo para que Dios nos perdone nuestros pecados. Si nos
rehusamos a perdonar a los demás, Dios no nos perdonará a nosotros:
- (Mt
6:12) Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
- (Mt 6:14-15) Porque si perdonáis a los hombres sus
ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 mas
si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.
- (Mt 18:32-35) Entonces, llamándole su señor, le
dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
34
Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo
que le debía.
35 Así
también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas.
Convirtiéndote
en un miserable
- (1 Co 13:4-5) El amor es sufrido, es benigno; el
amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;
5 no
hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor
Otra razón para perdonar es
simplemente que nos convertimos en miserables al no perdonar. Si siempre
estamos mal humorados, amargados, y enojados, y recordando todas las ofensas,
nos convertiremos a nosotros mismos en unos pobres miserables.
Sin embargo, la paz no se alcanza nombrando una lista de pecados
o quejándose de los males que hay en el mundo. Eso solamente hace que uno sea
más miserable y se deprima más todavía. Al hacer esto no se toma en cuenta que
vivimos en un mundo caído, y la confusión será aún mayor a medida que se
acerque el fin. Por lo tanto, pon tu atención en Jesús -no en gente imperfecta.
Y síguelo a Él:
- (Jn 21:21-22) Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús:
Señor, ¿y qué de éste?
22
Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme
tú.
Sanación
y perdón. Una razón para perdonar es que no perdonar puede impedir la curación. Si
alguien tiene una raiz de amargura oculta en su corazón que no ha sido
confesada a Dios, la sanación puede demorarse. (Esto no quiere decir que sea
la causa subyacente en todos los casos; no queremos generalizar en abosluto).
Obviamente, esto también es válido para las
enfermedades mentales: muy a menudo las causas subyacentes de las enfermedades
mentales son profundas experiencias traumáticas producidas por otras personas.
También en este caso el perdón puede llevar a la curación y liberación. A
continuación se citan unas pocas frases de distintos aurtores sobre este tema.
Estos ejemplos ilustran bien la importancia del perón:
David A. Seamands: Cuando era niño tuve asma.La
enfermedad empeoró en mi juventud, de modo que el primer año en el colegio fue
tan difícil, que no pude hacer los exámenes que se hacen en la primavera. Oraba
contínuamente por salud, y otros también oraban, hasta fui ungido con aceite
una vez y pusieron sus manos sobre mí. Esas oraciones no fueron respondidas.
Año después, temprano en la mañana,
en medio de una frase del devocionario, Dios me mostró mis recuerdos
necesitando salud. Quería decirme que debía perdonar a alguien a un nivel
más profundo, como no lo había hecho nunca antes. Durante los próximos días tenía
que examinar mi corazón y orar. No pedí por mi asma en absoluto. Simplemente
dejé que el Espíritu quite todos los rencores y malos recuerdos. Es difícil de
creer, pero ¡desde ese día no he tenido asma!
Así,
se habían hecho muchas oraciones por mi asma, pero yo no estaba listo para
recibir la respuesta de Dios, antes de que mi profundo problema fuese resuelto.
Esto es algo que vale para muchas áreas de la vida, para las cuales nuestras
oraciones no son contestas. (10)
Nicky Cruz: ¿Hay esperanza para las víctimas
inocentes?
Déjame compartir lo que sucedió con una
joven muchacha, Sharon, que vino al centro en busca de ayuda. Cuando llegó, se
notaba que tenía una nube negra de culpa y verguenza encima de sí.
Vino con el celador de la escuela, quien la
presentó a nuestro personal. Yo percibí una gran falta de confianza. Era casi
imposible mantener contacto ocular con ella.
Todos nos sentamos y tratamos de aliviar la
tensión de Sharon. Cuando me miró, se la veía muy afligida, con los ojos
hundidos de tanto llorar.
”Odio a mi padre,” dijo con rabia.
Inmediatamente supe que Sharon había sido
víctima de incesto. Sentí un dolor en mi corazón, como si me hubiesen clavado
un cuchillo.
He visto demasiadas jóvenes bonitas como
ella destruidas desde adentro por ”la mala conducta de sus padres.” Oramos por
ella y pedimos a Dios un milagro. Nada menos hubiese sido sufieciente.
Durante muchos días intentamos ganarnos la
confianza de Sharon. Una noche, finalmente el Espíritu Santo logró la transformación.
Sharon oró pidiéndole a Jesús que viniera a su corazón, y entonces empezó a
llorar incontroladamente. En ese instante, ese rostro que solía estar lleno de
verguenza comenzó a irradiar el gozo y la paz de Cristo. Cuando ella dijo, ”¡ahora
amo a mi padre!” supimos que el milagro pedido en oración había sucedido.
El perdón es la única manera de ser
comppletamente sanado de este tipo de heridas emocionales.
Inmediatamente después de que Sharon
recibiera el amor de Cristo, en su interior se produjo amor. Y de ese amor
provino el perdón.
He visto que las víctimas de incesto pueden
estar amargamente resentidos contra quienes abusaron de ellos. No se podrán
sanar antes de que el genuino perdón reemplce al resentimiento. (11)
Neil T. Anderson: Conicí a Daisy justo después de
haberme graduado y cuando trabajaba como estudiante para una iglesia muy
grande. (…)
Pero, cuando el líder del grupo oyó que
Daisy había estado en una institución psiquiátrica tres veces en un período de
cinco años por paranoia y esquizofrenia, sintió que era completamente incapacaz
de ayudarla. Me pregntó si yo podía ver a Daisy. A pesar de no haber tenido
ningún entrenamiento como consejero pastoral, acepté hablarle a Daisy. (…)
Comenzamos a reunirnos cada semana. Yo
suponía que sus problemas eran el resultado de sus faltas morales, o que podría
haber estado involucrada en prácticas ocultistas. Ella nunca había leído un
libro al respecto. Yo empezaba a rascarme la cabeza, al no ser capaz de hallar
la causa de su claro y grave conflicto espiritual.
Entonces, un día nos pusimos a havlar sobre
su familia. (…)
”Hablemos de tu padre.” Sugerí.
”No quiero hablar de mi padre,” dijo Daisy.
”Si hablas sobre él, me voy. ”
”Espera un minuto, Daisy. Si no hablas
sobre tu padre aquí, ¿dónde lo harías?” (…)
Daisy empezó a encarar sus emociones
irresueltas con su padre, y a trabajar en el perdón. Esa era la raiz de sus
problemas. En unos pocos meses esta joven mujer con quien los psicólogos habían
perdido toda esperanza, mostró grandes progresos y comenzó a trabajar con los
niños en nuestra iglesia. (12)
¿CÓMO
DEJAR DE LADO LAS ACUSACIONES? Si queremos dejar de hacer acusaciones,
es decir, perdonar, podemos hacerlo. Para ello vale la pena observar los
siguientes puntos:
Una
decisión, no un sentimiento. En primer lugar, siempre es una
decisión, no un sentimiento. No neceistamos esperar ningún sentimiento especial
de amor; podemos elegir perdonar inmediatamente. Los sentimientos pueden seguir
más tarde, pero no son necesarios. En Mateo 18 se le llama a una persona siervo
malvado, porque no quería perdonar. No fue porque le faltaban sentimientos
positivos, sino por no querer obrar en forma correcta:
- (Mt 18:29-33) Entonces su consiervo, postrándose a
sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Mas
él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31
Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y
refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32
Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella
deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No
debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia
de ti?
¡Espera
un milagro! Lograr por nosotros mismos que dejemos de hacer
acusaciones puede ser muy difícil, hasta imposible. Las acusaciones emergen una
y otra vez y contínuamente revolvemos el mismo tema.
Sin embargo, si estás así, la gracia de Dios te ayudará. Dios
puede hacer lo que es imposible para nosotros. Debemos volvernos a Él y esperar
un milagro, esperar que Él quite los pensamientos acusatorios de nuestra mente.
Los siguientes ejemplos prácticos describen esto muy bie:
¿Estás
amargado? ¿No puedes perdonar las cosas malas que te han hecho? Deja que Cristo
llene tu corazón con perdón. Hazlo tuyo mediante la fe y actúa de acuerdo a
ello.
El ya fallecido hermano Magnusson contó
sobre cierto maestro que, a pesar de su cristianismo, perdió su paciencia con
sus indisciplinados alumnos. Sin embargo, como hubiera querido irradiar pura
luz a sus alumnos, luch aba en oración para superar su debilidad. Cierta vez
estaba perdiendo su paciencia nuevamente, y se dirigió a su Padre. Entonces se
le hizo claro la amorosa verdad: Cristo es mi paciencia. Creyó esto, actuó en
consecuencia, y obtuvo la victoria. Así es la vida recta que viene de Cristo
por medio de la fe. Fil. 3:9. (13)
¡Busca
la raíz!
- (He 12:15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar
la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por
ella muchos sean contaminados.
El problema con la amargura es
que a menudo no nos damos cuenta de ella ni la confesamos a Dios. Es posible
que tengamos una actitud acusadora y que nos falte caridad aún sin que nos
demos cuenta de ello. Podemos tener la misma actitud que el siervo malvado, que
había dicho, ”págame lo que me debes.” (Mt.18:28).
Así, en sus corazones los hijos pueden juzgar a sus padres, un
esposo juzgar a su esposa y la esposa a su marido sin darse cuenta de que deben
arrepentirse de eso. Esa clase de mentalidad exigente y desamorada es descrita
en la carta a los Hebreos como una raíz de amargura; ciertamente, no produce
ningún fruto bueno. Solamente si vemos la raíz de esta enfermedad y la
confesamos a Dios como pecado, podemos ser liberados. El siguiente ejemplo
describe bien cómo los actos condenatorios causados por la amargura pueden
afectar la vida de alguien:
“De
repente, mi corazón se llenó de gratitud por mi marido,” dijo ella. ”Lo más
extraño es que yo siempre había pensado que mi marido estaba en falta. Estaba
enojada porque él nunca se disculpaba o decía que sentía pena por haber hecho
algo. Solamente ahora me doy cuenta que había interpretado mal todo. Yo era egoísta
y exigente y necesita perdón.” (14)
¡Elige
la gratitud! Es muy común volverse un amargado y comenzar a acusar a
los demás cuando nos sucede algo ofensivo. En realidad elegimos amargarnos en
lugar de ser agradecidos.
Así, si alguien puede elegir amargarse, también es posible que
tal persona tenga una actitud agradecida. Podemos optar por sentir gratitud en
lugar de nuestras reacciones emocionales normales. Cuando nos surgiere algún
pensamiento de amargura y acusación, podemos luchar y sobreponernos con
una actitud agradecida. Esto es ciertamente válido para los rechazos sufridos
en el pasado, y también para las situaciones y problemas actuales. Todos
podemos elegir ser agradecidos por los problemas del pasado y del presente, y
empezar a bendecir a las personas en lugar de quejarnos constínuamente por sus
faltas. En la Biblia se le da importancia a la gratitud, y a ella se refieren
los siguientes textos:
- (1 Co 10:10) Ni murmuréis, como algunos de ellos
murmuraron, y perecieron por el destructor.
- (1 Ts 5:18) Dad gracias en todo, porque esta
es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.
- (Ef 5:20) Dando siempre gracias por todo al Dios
y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
- (Sal 50:23) El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que
ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios.
- (Sal 118:24) Este es el día que hizo Jehová; Nos
gozaremos y alegraremos en él.
- (Col 2:6,7) Por tanto, de la manera que habéis recibido
al Señor Jesucristo, andad en él;
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arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis
sido enseñados, abundando en acciones de gracias.