Página principal
Textos de Jari Iivanainen
¿Podemos confiar en el criticismo bíblico?






Echa mano de la vida eterna
(1 Ti 6:12)
















Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)






 

CAPÍTULO 1 -

Los Evangelios puestos a prueba

 

 

 

PreconceptOS. En la introducción se mencionó que hay ciertos investigadores que niegan la veracidad histórica de la Biblia. Pueden pensar que sus historias no son ciertas, o que sólo son descripciones religiosas que se formaron gradualmente con el correr del tiempo.

   Es común en la “alta crítica” la siguiente característica: muchos investigadores han decidido de antemano lo que puede y lo que no puede suceder. Ellos decidieron, antes de comenzar su investigación –que nada sobrenatural es aceptable. Ni siquiera admiten la posibilidad:

 

“Los teólogos liberales que aparecen en los medios hoy en día ni siquiera trataron de establecer, a la luz de la evidencia histórica, si la visión de la Biblia de un Jesús sobrenatural es correcta o no. Ellos comienzan por asumir que está mal. Por eso lo único que intentan hacer es determinar (en su opinión) cómo se formó el mito de Jesús en la Biblia. Ellos deben explicar de alguna manera cómo un hombre ordinario, en la mente de sus sucesores, fue transformado en el Hijo de Dios, de quien se dice que proclamó ser Dios e hizo milagros, incluso resucitó a personas que habían muerto.

   ¡El punto de partida para estos investigadores es que los Evangelios no pueden ser ciertos! Parten de la suposición que el nacimiento virginal, las curaciones milagrosas y la resurrección de los muertos no pudieron haber sucedido y que por eso ellos tienen que explicar por qué los primeros seguidores de Jesús supusieron que esas cosas sucedieron. La explicación simple y razonable de que esas cosas realmente han sucedido no es considerada como una “explicación” plausible.” (1)

 

En cuanto a Jesús, algunos investigadores han presentado “con certeza” y omniciencia que las cosas especiales que pasaron en la vida de Jesús, como su nacimiento virginal, la resurrección y otras, no pueden ser verdad porque no son admisibles “desde el punto de vista del mundo científico.”

   En el prefacio de su famoso libro The Life of Jesus, D.F. Strauss trata bien este tema. Quizás él sea un ejemplo típico de la actitud predominante entre ciertos eruditos:

 

“En resumen, podemos rechazar todos los Milagros, profecías y relatos acerca de ángeles y demonios y también todo lo que es simplemente imposible y está en conflicto con las bien conocidas leyes universales que rigen los actos.”

 

El muy conocido teólogo Adolfo von Harnack comentó sobre el mismo tema:

 

“Nosotros estamos completamente convencidos que todo lo que sucede en el tiempo y el espacio acontece de acuerdo a las leyes naturales. Cualquier “milagro” que altere el orden natural no puede suceder. (Adolf von Harnack, ¿Qué es el Cristianismo? pág. 28-29, New York, Putnam, 1901)

 

El hecho que algunos investigadores digan que los milagros o hechos sobrenaturales no puedan existir, es una suposición drástica y contradictoria. Se basa en sus preconceptos, y no en algo de lo que nosotros podemos estar seguros. En todo caso el que haga declaraciones como esas tendría que tener ilimitados conocimientos de la historia universal. Si alguien declara: “Sé que los milagros no pueden ocurrir”, es lo mismo que si dijera que sabe todos los acontecimientos que sucedieron en la historia del mundo. Esa persona debería saber todo lo que ha sucedido siempre, perfectamente.

   Pero, ¿cuál es la verdad? ¿No es que tan sólo conocemos una diminuta parte de todo lo que ha sucedido? Así, si el círculo de abajo describe todos los hechos que han ocurrido en la historia de la humanidad, vemos que la parte que conocemos es pequeña. Es imposible que podamos saber qué es posible basados en esta pequeña área:

 

 

 

 

 

 

 

Por lo tanto, debemos entender que el punto de vista de esos investigadores está basado solamente en sus preconceptos y no en algo seguro y real. Ellos son “hijos del tiempo”, como todos los demás y es por eso que creen esto:

 

Sócrates: Esa es exactamente mi pregunta, profesor: milagros. Creo que es una pregunta más importante que todas las otras que ha presentado en su conferencia, que por cierto fue perfecta. ¿Sucedieron realmente milagros alguna vez? ¿Y cómo podemos saber si sucedieron o no? ¿Cómo saber la verdad con respecto a esto?

Profesor: Una pregunta muy pero muy buena, Sócrates. Pero en mi opinión, mi ponencia ya lo ha explicado perfectamente.

Sócrates: Entonces me lo habré perdido, porque me pareció que usted no dio ninguna respuesta. En mi opinión su ponencia solamente se refirió a la historia del debate entre la ciencia y la religión.

Profesor: Hablé de ambos temas, de los milagros y los hechos sobrenaturales. Traté de indicar que la creencia en milagros siempre surge en épocas pre-científicas y desaparece en épocas científicas, como en nuestro tiempo.  La clave del asunto es, a mi entender, absolutamente simple y aparente.

Sócrates: ¡Qué barbaridad, profesor! Me temo que tiene un verdadero enredo en sus manos. Porque realmente no entiendo cómo es que, por el hecho que mucha gente hoy en día no crea en milagros, se saque la conclusión lógica de que los milagros nunca sucedieron.

Profesor: Yo no quise decir eso.

Sócrates: Bueno, esperaba no haberlo interpretado mal.

Profesor: ¿Por qué lo dices?

Sócrates: Porque ese argumento habría asumido que todo aquello en que la gente ya no cree más nunca existió. Esa sería una suposición muy extraña, pues significaría que podemos cambiar el mundo con tan solo cambiar nuestras creencias, e incluso cambiar el pasado.

Profesor: ¿Cambiar el pasado?

Sócrates: Sí, si es que sería como usted sostiene: que en el pasado nunca sucedieron milagros porque la gente científica del tiempo presente no cree en ellos.

Tomás: Sócrates, eso no es justo. Haces que la suposición del profesor parezca una tontería.

Sócrates: Al contrario, mi intención es absolutamente la opuesta: apartarlo claramente de las tonterías, no enredarlo con ellas. (…) (2)

 

¿QUIÉN PUEDE SER UN TESTIGO? Es bueno notar que si, por ejemplo, la resurrección de Jesús o su nacimiento virginal u otras cosas similares no son tomados como ciertos, eso se debe solamente a un punto de vista filosófico y no es algo seguro basado en hechos. Un punto de vista que en realidad está relacionado con el deísmo y que niega la intervención visible de Dios en el mundo, tanto en el pasado como en el presente.

   Pero, es bueno preguntar si vale la pena que confiemos en investigadores de hoy y en sus “seguras” opiniones, o en lo que testigos oculares han visto personalmente, escrito y dicho. Varios pasajes de la Biblia relatan cómo las personas mismas fueron testigos oculares y también oyentes. Además, el evangelista Lucas dijo que él trató de estudiar el trasfondo de los temas que eran tenidos por ciertos. Es decir, él seguramente entrevistó a personas acerca de esos hechos (o si hay un mejor método científico que la observación ocultar y la minuciosa investigación de los hechos –lo que hizo Lucas, por ejemplo- que los investigadores nos lo hagan saber):

 

- (2 P 1:16) Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

 

- (Jn 1:14) Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

 

- (1 Jn 1:1-3) Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida

2 (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);

3 lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

 

- (Lc 1:1-4) Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas,

2 tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra,

3 me ha parecido también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírtelas por orden, oh excelentísimo Teófilo,

4 para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido.

 

Del mismo modo, Pedro y Juan también sostenían que decían la verdad:

 

- (Jn 19:35) Y el que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice verdad, para que vosotros también creáis.

 

- (Jn  21:24) Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.

 

- (2 P 1:16) Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad.

 

Así, al buscar un abordaje científico, ciertamente estamos sobre un fundamento más sólido cuando confiamos en el reporte de testigos oculares, en lugar de confiar en gente que vivió unos 2,000 años después y que no tiene ninguna información propia acerca de esos eventos. ¿No es jactancioso y también necio que alguien pretenda saber más que los testigos oculares?

   O si alguien ahora pretende saber más de lo que ellos sabían, ¿no sería algo así como si una persona irrumpiría en la escena de un accidente que sucedió a cientos de kilómetros de donde ella estaba, y pretendiese explicar todo “lo que realmente sucedió”? ¿Habría alguien que tomaría en serio ese tipo de testimonio?

 

EL JESÚS DE LOS ERUDITOS. Una consecuencia de los preconceptos de los investigadores, que deciden lo que puede suceder y lo que no, es que han creado su propio Jesús. Como no han creído en la Biblia así como está escrito, han sido forzados a dar una explicación de cómo se originaron las historias acerca de Jesús.

   Por eso, no es extraño en absoluto que muchos investigadores liberales han buscado al “Jesús histórico” o “cómo era realmente Jesús”, y han llegado a conclusiones contradictorias – conclusiones que en realidad se anulan unas a otras. Algunas consideran a Jesús un revolucionario social, otras como un pretendiente del título de Mesías, o como un curandero común que sanaba por la fe, de los que había muchos; o un genio religioso, o un maestro sabio que gradualmente fue transformándose en alguien sobrenatural en la mente de sus sucesores hasta ser considerado el Hijo de Dios.

    En base a las conclusiones de arriba podemos ver que la imagen que los investigadores tienen de Jesús no tiene nada en común con la realidad ni tiene tampoco alguna información histórica que la respalde. Al contrario, los eruditos están obligados a utilizar los evangelios igual que cualquiera, y ese material no respalda su particular punto de vista en absoluto. Así ellos –aunque hayan aparentado ser desprejuiciados y científicos- se han visto forzados a confiar en sus imaginaciones y adivinar, puesto que no disponen de ninguna información concreta en sus manos. Además de eso, tienen una especie de versión condensada del cristianismo – una versión que no puede ayudarnos en lo que respecta a la eternidad:

 

Sócrates: ¿Es el cristianismo su religión?

Profesor: Sí.

Sócrates: ¿Y en su religión se habla de milagros?

Profesor: Sí.

Sócrates: ¿Cuáles son esos milagros?

Profesor: La encarnación, el sacrificio expiatorio de Cristo y la resurrección, por ejemplo.

Sócrates: ¿Qué significan esas palabras?

Profesor: Esta bien, ya entiendo. Sócrates no ha tomado conocimiento de estas cosas. Es una buena acción explicárselas. Significan que el todopoderoso Dios vino en la persona de un ser humano, murió y resucitó de entre los muertos para salvarnos del pecado, la muerte y el infierno.

Sócrates: ¿Y, en su opinión, eso no es esencial? Si eso realmente ha sucedido, si realmente se ha llevado a cabo, ¿cómo puede descartase como si fuera una parte de sobra de una vestimenta? ¿Qué es lo que queda entonces?

Profesor: Verdades inmortales. Cómo vivir. Amor.

Sócrates: ¡Qué barbaridad! Todos ya saben eso. ¿Si su religión solamente se dedica a esos grandes temas fundamentales, quién estará interesado en ella? ¿Por qué el cristianismo en lugar de alguna otra cosa?

Profesor: Yo creo que tienen que hacerle esa pregunta al profesor Cambiante en la conferencia científica sobre religiones comparadas.

Sócrates: Yo hubiera querido hablar del tema con usted, ya que dice ser un cristiano. Todavía no entiendo bien lo que significa. (…) (3)




shopify analytics ecommerce