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¿Por qué no hubo una evolución del hombre?

 

 

La teoría de la evolución incluye la idea de formas inferiores de vida evolucionando hacia formas superiores. Por eso se cree que también los seres humanos somos descendientes de alguna forma inferior de vida. Se enseña que humanos y simios habrían tenido el mismo progenitor, de características animales; por ello los científicos tratan de encontrar esqueletos. Su accionar está profundamente influido por preconceptos y expectativas. Suponen que seres vivientes como los seres humanos han estado sobre el planeta por cientos de miles de años, a pesar de la evidencia histórica mostrando que la historia de la humanidad no se extiende más allá de unos 5,000 años atrás. A continuación vamos a analizar la evidencia relacionada con estos hallazgos y cuán satisfactorios son estos.

 

¿ES SATISFACTORIA LA EVIDENCIA? Al comenzar a examinar la evidencia del hombre “histórico” uno tiene que notar que la evidencia no es muy convincente. Se han hecho, por ejemplo, las siguientes observaciones:

 

Evidencia endeble. En primer lugar, la información que ha sido encontrada y utilizada para tratar de probar la evolución del hombre se puede negar. A pesar de que uno daría por sentado que existe evidencia convincente de un espacio de tiempo de cientos de miles de años, tal evidencia no se ha encontrado. Esto puede ilustrarse por un hecho que se sostiene a menudo: todos los huesos hallados cabrían en una mesa de billar o sobre un escritorio. Eso muestra qué pequeña es la evidencia. Las siguientes citas también muestran la falta de evidencia. En la primera cita, Lyall Watson, un muy conocido científico de la teoría de la evolución, resalta que la evidencia es muy deficiente, y que cabría dentro de un ataúd y todavía sobraría espacio libre: 

 

El número de fósiles en el pedigrí del hombre es menor aún que el número de investigadores de fósiles. La sorprendente verdad es que toda la evidencia de la evolución del hombre podría caber dentro de un ataúd y aún había espacio disponible. (1)

 

Los investigadores de primates pueden, por ello, ser disculpados por sus tanteos respecto a la brecha de millones de años, de cuyo tiempo no tenemos ningún esqueleto de mono, ni mencionar el del predecesor del hombre. (…)   Debemos leer la historia evolutiva de los simios solamente a partir de unos pocos huesos y dientes rotos que cabrián en unas pocas manos. Además, esos huesos fueron encontrados a miles de kilómetros unos de otros en el continente del mundo antiguo. (Scientific American, Junio 1956, pág. 98)

 

Hombres modernos en capas más antiguas. Un punto que desafía la teoría de que el hombre desciende de seres inferiores es que restos del hombre moderno se encuentran regularmente en capas tan antiguas, y también más antiguas, que los restos fósiles. En otras palabras, debe ser por lo menos tan antiguo como esos “ancestros fósiles.” Por lo menos Lady Guadalupe y el cráneo llamado Calavera son fósiles bien conocidos:

 

Señora Guadalupe. Los huesos de esta persona fueron hallados en un estrato de piedra que era, de acuerdo con la escala del tiempo evolucionista, de 28 millones de años atrás. Sin embargo, cuando los huesos fueron examinados más detenidamente, se vio que se asemejaban enteramente a los de una mujer moderna. Por lo tanto, debe ser por lo menos tan antigua o incluso “millones de años” más vieja (según la agenda evolucionista) que su primer ancestro.

 

El cráneo Calavera. Otro ejemplo es el así llamado cráneo Calavera, que fue hallado en un estrato en América, que se suponía era 25 millones de años atrás. Este cráneo también se asemeja bastante al del hombre actual, y debajo del mismo fueron descubiertos vasos y herramientas pertenecientes al hombre moderno. La calavera y los objetos descubiertos son una indicación de que los supuestos ancestros no son necesariamente más antiguos que el hombre moderno. Al contrario, hallazgos de ese tipo indican que el hombre moderno es por lo menos tan antiguo como su “simple” ancestro. También significa que la evolución del hombre de un ancestro simio no puede ser cierta.

 

¿Por qué entonces los primeros hallazgos no fueron incluidos dentro del origen del hombre, aún cuando se supone que son varias veces más antiguos que sus ancestros fosilizados? ¿Por qué fueron rechazados?

   La respuesta es que no encajan en el supuesto pedigrí del hombre; se han dejado de lado porque son hallazgos cuestionables. Si hubiesen sido aceptados desafiarían la idea de que el hombre se originó de formas inferiores. Por lo tanto podemos decir honestamente que es una cuestión de creer en la teoría de la evolución y en la evolución del hombre, a pesar de que las investigaciones no respaldan esta creencia.

   La siguiente cita tiene que ver con el mismo tema. Indica que restos que evidentemente pertenecen al hombre moderno, fueron encontrados en estratos antiguos, pero han sido rechazados por ser demasiado “modernos”. Se han hecho docenas de hallazgos similares:

 

Parte de los esqueletos humanos han sido hallados también en el estrato Plioceno del tiempo anterior al estrato Pleistoceno, no solo la Calavera en América, sino otros también. La razón por la cual han sido dejados de lado – además de la duda si fueron sepultados en el estrato Plioceno en su origen, o si fueron enterrados más tarde - es que eran modernos: el punto de vista evolucionista del origen del hombre no ha permitido que fueran aceptados como genuinos, porque de acuerdo con ese punto de vista no podía haber existido ningún hombre como los actuales en aquel entonces. Arthur Keith escribió sobre un método que ha sido usado por mucho tiempo: “Si los restos humanos hubiesen sido hallados en el estrato Pleistoceno más antiguo, y se hubiese demostrado que son como los actuales en cuanto a tamaño y forma, los habrían rechazado como falsas antigüedades, más allá de su grado de fosilización. Pero si se demostrase que los restos en cuanto a sus cualidades no corresponden al hombre moderno, habrían sido aceptados como genuinamente antiguos, a pesar de que estuviesen imperfectamente fosilizados.” (Arthur Keith, The Antiquity of Man, introducción). L. B. S. Leakey comenta sobre el mismo tema: “No tengo dudas de que restos humanos pertenecientes a sendas culturas [Acheul y Chelles] han sido halladas muchas veces (...) pero, o bien fueron identificadas como tales o fueron rechazadas porque eran del tipo del Homo sapiens, y por lo tanto no pudieron ser consideradas tan antiguas.” (L. B. S. Leakey, Adam's Ancestors, pág. 230).

   R.S. Lull escribió que el cráneo llamado Calavera no ha sido aceptado como un hallazgo del Plioceno porque se ha enseñado que “representa física y culturalmente un tiempo muy posterior en la historia. Esos restos de esqueletos han aparecido una y otra vez (…) Ninguno de estos, aunque satisfacen los otros requisitos de antigüedad – estar enterrados en estratos antiguos, con restos de animales alrededor y el mismo grado de fosilización, etc. - son suficientes para satisfacer los requerimientos de la antropología física, porque ninguno de ellos tiene ninguna característica corporal que los indígenas americanos no posean hoy en día.” (R. S. Lull, The Antiquity of Man, The Evolution of Earth and Man, pág. 156) (2)

 

La segunda cita también se refiere al mismo tema. Se trataba de un hueso húmero que perfectamente se asemejaba a un húmero humano. Sin embargo, como era demasiado antiguo, los científicos no quisieron aceptarlo en el pedigrí humano porque no encajaba con su tabla cronológica de evolución. Se han hecho varios hallazgos semejantes, pero han sido puestos a un costado porque la gente quiere seguir sosteniendo la supuesta evolución del hombre:

 

En la parte inferior del esquema, concerniendo anatómicamente a fósiles modernos como el Homo sapiens, está nuestro viejo amigo, Kanapoi KP271. Hemos tratado sobre el húmero en el Capítulo 5. William Howells tenía el mismo problema con este fósil que Russell Tuttle con las huellas de Laetol. De acuerdo con la evolución, era muy antiguo para pertenecer a un hombre. Cito nuevamente a Howells:

 

La pieza del húmero de Kanapoi, que tiene aproximadamente 4.4 millones de años de antigüedad, no puede ser diferenciada morfológicamente del hombre (Homo sapiens) y no se observaron diferencias en un examen múltiple hecho por Patterson y por mí mismo en 1967 (ni en exámenes posteriores hechos por otros). Sugerimos que podría ser un simio meridional, porque en ese entonces la clasificación como un hombre (Homo) parecía idiota, a pesar de que esa alternativa hubiese sido correcta sin el elemento del tiempo. (3)

 

Los evolucionistas se niegan a llamar a fósiles antiguos por sus nombres correctos. Lo hacen para proteger la teoría de la evolución. Parece ser que no estamos tratando con ciencia sino más bien con una sustancia parecida al mercurio. Podríamos describir de muchas maneras los métodos de los evolucionistas, pero mi madre, que no bromeaba sobre los temas, tenía un nombre clara para esto. (4)

 

Representaciones artísticas. Al leer publicaciones, a menudo hallamos imágenes y dibujos representando al hombre primitivo. Generalmente, los dibujos muestran figuras con ligeros parecidos con los monos y con hombros curvados, porque se cree que el hombre primitivo era así. Cuanto más antiguo se considere el hallazgo, más características animales son dibujadas.

   Sin embargo, el problema con estos modelos es que están más basados en meros preconceptos y la imaginación de los artistas, que en lo que realmente se sabe. Esto es así porque a menudo los huesos están rotos y los de la cara faltan completamente. Además, es casi imposible dibujar las partes blandas de la cara y las expresiones del rostro meramente en base a huesos. Se ha dicho que un artista podría modelar tanto la figura de un mono como la de un filósofo a partir de un cráneo Neanderthal – en otras palabras, ¡existen muchas alternativas! Solamente la creatividad de un artista pone los límites a las imágenes y dibujos del hombre primitivo:

 

Al notar que solamente tenemos partes fragmentadas de la mayoría de los cráneos, y las partes del rostro generalmente faltan, podemos comprender fácilmente que la restauración de los huesos faciales (reconstrucción) deja lugar a dudas. La reconstrucción de las partes blandas es una tarea más incierta aún. La forma de los labios, ojos, oídos y de la de nariz no depende de los huesos de abajo. Uno puede modelar tanto las características de un mono como las de un filósofo a partir de un cráneo Neanderthal. La restauración de los antiguos seres humanos tiene poco valor científico, si es que tiene alguno, y probablemente solamente logre desviar al público. (5)

 

En segundo lugar, uno debería notar que muchos modelos y dibujos han sido compilados en base a unos pocos dientes o huesos solamente. El hombre de Heidelberg y el hombre de Nebraska son ejemplos de esto. Claramente se ve que no se trata de ciencia, sino del relato de fábulas:

 

- El hombre de Heidelberg, que debería ser un Homo Erectus, fue “creado” y “construido” en base a tan solo una mandíbula. Es decir, ¡la teoría de toda la raza humana se produjo en base de una pieza ósea, a pesar de que muchos piensan que esa mandíbula se parece a la de un hombre moderno!

 

- El hombre de Nebraska es otro buen ejemplo. Este hombre –que fue usado como una “convincente” pieza de evidencia de la evolución del hombre en el famoso así llamado juicio del mono en la década de 1920- fue “creado” a partir de un diente. Se publicaron varias láminas de dos páginas de este hombre con su mujer para no dejar dudas en cuanto a cómo habría vivido y de dónde habría venido. La única cosa desafortunada fue que cuando más tarde se examinó la evidencia, se halló que ¡el diente del hombre de Nebraska perteneció a una especie de cerdo que se había extinguido y ni siquiera era de un ser humano!

 

Falsificaciones. Algo para tener en cuenta en la historia de los fósiles son las falsificaciones. El así llamado hombre de Pildtown, que durante mucho tiempo fue considerado una importante forma intermedia, es una de ellas. La importancia del hombre de Pildtown en el pedigrí del hombre puede verse en el hecho de que en la Enciclopedia Británica fueron escritos más de 500 artículos sobre él. Por ejemplo, contiene una sección sobre el hombre de Pildtown y el hombre de Java (vol. 14, p. 763):

 

El hallazgo que arroja más luz sobre la evolución fue hecho en Java en1891 y 1892 (…). Se lo considera como la forma intermedia entre el hombre y el mono (…) el verdadero eslabón perdido.   (Lo previo se refiere al hombre de Java, pero el texto de abajo se refiere al hombre de Pildtown).

   El segundo hallazgo más importante (…) fue hecho por Charles Dawson en Pildtown de Sussex entre los años 1911 y 1915 (…). Se halló que el estrato de grava se había estratificado tempranamente en el periodo Pleistoceno y es claro que los restos fósiles de este cráneo humano son tan antiguos como los estratos. (6)

 

Sin embargo, al examinar el cráneo se halló que era un fraude. La calavera era la de un hombre moderno con una mandíbula de mono, y por tanto no era un fósil genuino. Además, los dientes habían sido rellenados y los huesos pintados de modo que nadie pudiese saber el verdadero origen del hallazgo.

   Finalmente, en 1953, después de cuarenta años, este “segundo hallazgo más importante luego del hombre de Java” quedó expuesto como un fraude. Los periódicos escribieron sobre este giro y la sensación que sorpresivamente salió a la luz. Uno de los mayores fraudes fue demostrado y ampliamente reconocido:

 

Londres, 22 de noviembre (1953)

Antropólogos británicos quedaron muy  sorprendidos el sábado cuando llegaron a la conclusión de que habían hecho de tontos durante 40 años. A saber, se halló que la mandíbula y los dientes del mundialmente famoso hombre de Pildtown pertenecían a un chimpancé moderno que vivió hace 100,000 años atrás.

   El sábado el museo británico publicó un informe sobre un análisis indicando que “la mandíbula y dientes habían sido unidos de manera fraudulenta a este cráneo que, por  lado, es prehistórico.” (7)

 

LA FOMA INTERMEDIA MÁS IMPORTANTEAl estudiar el pedigrí del hombre, hallaremos nombres como AustralopithecusHomo HabilisHomo Erectus, y el hombre de Neanderthal. Estos han sido repetidos en diversos libros y publicaciones, y por eso son considerados como importantes formas intermedias. Por eso estudiaremos ahora estos descendientes y cuán confiables son los hallazgos relacionados con ellos.

 

Australopithecus. En primer lugar se cree que el Australopithecus representa la primera fase en la cadena de seres parecidos a los humanos. Se cree que el Australopithecus habría aparecido sobre la tierra hace casi cuatro millones de años atrás. (La señora Guadalupe y la así llamada Calavera, que evidentemente perteneció a un hombre moderno, fueron datados – según interpretaciones evolucionistas- en estratos de más de 20 millones de años de antigüedad. Así, deberían ser cinco veces más antiguos que el Australopithecus, si la fecha fuera cierta).

   En lo que concierne al Australopithecus, lo primero que uno nota es el tamaño pequeño de su cerebro. (El tamañdel cerebro es importante para determinar si pertenece a un hombre o a un mono). Si examinamos el representante más conocido del Australopithecus, o sea, Lucy, vernos que el volumen de su cavidad craneana era de solo un poco más de 400 cm³, o la tercera parte de la de un humano. Pareciera que Lucy y los otros representantes de la misma especie habrían sido monos comunes. Aparentemente se trataría de una especie extinguida, como lo han sostenido algunos científicos.

   La segunda observación se refiere a la forma del cráneo de Lucy y los demás Australopithecus. Sus calaveras son parecidas a las de monos, no a las de humanos y se asemejan mucho a las de un chimpancé. ¿Es así que estamos analizando un chimpancé ordinario o una especie extinguida? No se puede tratar de un humano, porque comparando con ser humano moderno las diferencias son demasiado evidentes.

   Las citas de abajo indican que es cuestionable considerar al Australopithecus como un representante de la especie humana, porque claramente se asemeja a un antropoide presente, no a un humano. Además, es bueno resaltar nuevamente que los simios del sur (Australopithecus) no aparecen como material fósil en el tiempo “correcto” sino demasiado tarde. Existen muchos fósiles en la familia homo, que son tanto o más antiguos que ellos. Así, ambas formas vivieron sobre la tierra al mismo tiempo:

 

El Australopithecus era solamente un antropoide inteligente que caminaba erguido, no un humano. El pequeño cráneo con su prominente cresta ósea sobre los ojos y en la punta de la cabeza es similar a los de un mono antropoide. (8)

 

Al comparar los cráneos de un hombre y un antropoide, el cráneo de un Australopithecus se asemeja claramente al cráneo de un antropoide. Sostener lo contrario sería lo mismo que sostener que el negro es blanco. (9)

 

Nuevos hallazgos difícilmente dejan lugar a dudas de que (…) el Australopithecus no se parece al Homo sapiens; en cambio, se parece a los genomas y antropoides modernos. (10)

 

Ocuparse del material fósil del sur (Austral) es innecesario. Simplemente son primates extinguidos. El hecho que hayan aparecido fósiles del tipo sapiens en el material fósil anterior a los monos australes, y que hayan vivido con ellos a lo largo de toda su historia, revela que los monos australes no tienen nada que ver con el origen del hombre. Un experto en los monos australes, Charles Oxnard (Universidad de Australia Occidental) concluye que “la familia homo actualmente puede ser tan antigua que es contemporánea a la familia Australopithecus, de modo que arrebata al recién mencionado el lugar directo en la árbol de la familia humana” (11). El esquema fósil en la página 313 indica que esto es cierto.

   Otros paleontólogos también han afirmado que creen que los simios australes no fueron ancestros de los humanos. En un repaso a las investigaciones paleontológicas a lo largo de los últimos cien años, Matt Cartmill (Universidad de Duke) y el difunto Glynn Isaac (Universidad de Hardvard) afirma que los simios australes se desplazan rápidamente a la posición de monos especializados. (12)

 

Homo habilis. La siguiente fase en la evolución del hombre se cree que fue la del Homo habilis, u hombre diestro. En un libro de texto de biología (Koulun biologia, lukiokurssi 2-3, 1987, Tast – Tyrväinen – Mattila – Nyberg, pág. 184) se afirma que “del primitivo Australopithecus, la línea evolutiva obviamente continúa a la gente primitiva, o sea, al Homo habilis, un representante de los hombres prehistóricos.”

 ¿Qué decir sobre la evidencia relacionada al Homo habilis? ¿Existe mucha evidencia?

   Debemos notar nuevamente que existe poca evidencia. En primer lugar, los hallazgos han sido bastante pobres: solamente unos pocos pedazos de huesos, ni siquiera un esqueleto entero (el mismo problema que se tiene con otros fósiles humanos). Ha sido imposible determinar su tamaño siquiera. También es interesante que del barranco de Olduvai – en el cual fueron hallados los restos del primer Homo habilis en 1960 - en las cercanías y al mismo nivel fue excavado un esqueleto que claramente perteneció a un hombre moderno. Esto demuestra que personas como nosotros vivieron al mismo tiempo que el Homo habilis.

   La posición del Homo habilis en el pedigrí del hombre no ha sido clara, y los científicos han argumentado sobre su posición como un ancestro del hombre, del mismo modo que han discutido sobre cuáles fósiles generalmente son representativos de estas especies y cuáles no. La siguiente cita se refiere al mismo tema. La cita demuestra que el Homo habilis es incluso más simiesco que Lucy, y no reúne los criterios de la familia humana. Probablemente fuera un mono común:

 

La parte del esqueleto que Don Johanson halló con sus compañeros en el valle de Olduvai fue llamado Homo habilis (OH 62). Además de algunas marcas distintivas semejantes a la mandíbula de un hombre, tiene un gran diente molar y las dimensiones del cuerpo se asemejan a un simio aún más que aquellos del famoso esqueleto parcial Lucy. (…)

   Para que un fósil pertenezca a la familia Homo en el sentido más estricto, debe tener los siguientes requisitos: postura erguida para caminar (como la de los humanos), volumen cerebral mayor que 800 cm3, y habilidades culturales (incluyendo el lenguaje). En base a estos criterios, el Habilis pertenece a este grupo. (13)

 

En 1964 Louis, Phillip Tobias (Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica) y Hohn Napier (Universidad de Londres) anunciaron un nuevo ancestro del hombre, el Homo habilis, en la revista Nature. (…)

   Los fósiles fueron objeto de una fuerte disputa desde el mismo comienzo. Algunos pensaron que solo eran mezclas de monos australes y fósiles del Homo erectus, así que no hicieron una categoría para ellos. Incluso los que tuvieron una actitud positiva hacia esta nueva clase estaban al tanto de que los fósiles eran una mezcla de huesos nuevos y antiguos. El material de individuos jóvenes es muy difícil de estimar porque los huesos cambian mucho hasta llegar a la adultez.

   (…) Había fuerte evidencia de que la clasificación del Homo habilis no era genuina sino la combinación de dos o posiblemente tres clases diferentes. Una o más clases habrían sido tan pequeñas como Lucy, y otras un poco mayores. Estos hallazgos deberían haber desplazado la categoría de Homo habilis como la forma intermedia entre los monos del sur y el Homo erectus. (14)

 

Homo erectusHomo erectus o el hombre erguido, el cual se dice apareció inmediatamente después del Homo habilis, es considerado uno de los más importantes progenitores del hombre. El hombre de Java y el de Pekín han sido estimados como los más importantes progenitores del hombre. El hombre de Java y el de Pekín han sido considerados como los mejores representantes de esta especie; también fueron encontrados en los mismos lugares:

 

El hombre de Java Durante años el hombre de Java ha sido considerado como el hallazgo más importante en el pedigrí del hombre. En la cita de arriba la Enciclopedia Británica (vol 14, pág. 763) lo presenta como “el hallazgo que alumbra la mayor luz sobre la evolución.” La Enciclopedia Británica enumera como el segundo hallazgo más importante el así llamado hombre de Pildtown, que más tarde quedó expuesto como un fraude.

   En lo que concierne al hombre de Java, es curioso que no se haya encontrado una unidad consistente, solamente unas pocas partes que estaban localizadas muy lejos unas de las otras. Las partes que fueron encontradas – un pedazo del cráneo, tres dientes, y un fémur izquierdo - estaban a 15 metros de separación en el mejor de los casos, y una sexta - una parte de la mandíbula inferior - fue descubierta en el otro extremo de la isla, ¡a una distancia de 40 kilómetros de las otras partes! Además, en el área de los primeros hallazgos fueron encontrados restos de otros 27 animales.

   Por lo tanto, uno puede preguntarse ¿cómo de científico es juntar astillas de huesos a unos 15 metros de distancia entre sí, en medio de otros huesos, agregar un pedazo de un hueso que fue encontrado a una distancia de cuarenta kilómetros, y entonces sostener que todos pertenecen al mismo cuerpo? Sin dudas es una hipótesis atrevida, porque nadie puede estar seguro de que todas esas partes son partes del mismo ser. Virchow, un profesor de Berlín, comenta sobre este tema:

 

Nada en absoluto prueba que estos huesos sean parte del mismo animal. (15)

 

Además, el buscador de huesos, Eugene Dubois, afirmó muchos años después que la pieza del cráneo que fue hallada era la de un gibón, no la de un humano. Dijo además que en el mismo estrato también fueron descubiertos huesos que claramente pertenecieron a un hombre moderno. Estas declaraciones de Dubois, que él sostuvo hasta su muerte, deberían indicarles claramente a todos que los restos del hombre de Java no pueden tener mucha importancia. Su posición como forma intermedia en el origen del hombre es cuestionable.  

   Además, hay un episodio interesante relacionado con los hallazgos de Dubois. En 1907 una expedición (por lo menos 17 expertos) fue enviada a Java, donde Dubois había desenterrado su hombre de Java. El propósito de la expedición era confirmar los hallazgos de Dubois y juntar más huesos del hombre de Java, pero no tuvo éxito.

   En cambio, se hicieron interesantes observaciones sobre las fechas. Ellas indicaron cómo Dubois había sobrestimado seriamente la edad de los estratos donde fueron hallados sus fósiles.

   Quizás la observación más interesante está relacionada con el origen de aquellas capas de las que el fósil de Dubois, Pithecanthropus, fuera excavado. Como la actividad de la naturaleza es grande en esas áreas en cuestión, se podría decir que los estratos no pueden tener hasta 500,000 años , sino tan sólo 500 a 600 años de antigüedad. Por eso se observó en el informe que los estratos son demasiado recientes como para incluir cualquier información sobre el origen del hombre: 

 

Tal vez la parte más sorprendente del informe describe violentas erupciones de un volcán cercano Lawu-Kukusa y diluvios después de ello en esta parte de Java en intervalos de aproximadamente treinta años. La actividad geológica fue tan violenta que el reporte establece que los sedimentos volcánicos de Trinil hallados en el Pithecanthropus son muy recientes para brindar alguna información sobre el origen del hombre. La tradición local dice que el río Solo cambió su dirección en los siglos 13 y 14. Eso significaría que los estratos en Trinil tienen solamente 500 años – no en absoluto 500,000 años, como se cree. Debido a que el material volcánico es muy mineralizado, el reporte sostiene que el grado de fosilización, del Pithecanthropus se produjo por la naturaleza del material volcánico, no por la edad.

   Max Blankerhorn escribió un resumen del informe. En éste se disculpaba ante los lectores porque sus deseos de confirmar los hallazgos de Dubois parecían anular el trabajo de Dubois. Él utilizó la palabra alemana que significa “inútil” para confirmar su fracaso en confirmar la suposición de Dubois sobre el hombre de Java como nuestro ancestro evolutivo. (16)

 

El hombre de Pekín: Como se mencionó arriba, además del hombre de Java, otro conocido Homo erectus es el hombre de Pekín.

   Sin embargo, utilizarlo como una forma intermedia es cuestionable. En primer lugar, la evidencia original del hombre de Pekín debe haberse extraviado por ahí durante los tumultuosos años de la Segunda Guerra Mundial en 1941 – pues ya no existe más. Segundo, que en el mismo lugar también se hallaron reliquias de animales. Estos dos hechos han reducido su valor como evidencia de una forma intermedia especial.  

   Sin embargo, científicos midieron el tamaño del cerebro del hombre de Pekín y hallaron que es exactamente el mismo que el de un hombre moderno, es decir, un promedio de casi 1,100 cm3. También unos pocos huesos de las extremidades que han sido hallados son completamente semejantes a los de un hombre moderno. Así, su estructura no se desvía de la del hombre moderno.

   Los hallazgos previos conducen a una pregunta: ¿cuál es exactamente la diferencia entre el hombre moderno y el hombre de Pekín? Si el volumen de su cerebro es el mismo y sus extremidades también se asemejan, él debió haber sido un hombre moderno normal. No hay otra posibilidad.

   Por eso se ha dicho que si encontraríamos un Homo erectus en la calle, no podríamos decir cuál es la diferencia entre él y otras personas. Él tan sólo sería un hombre ordinario. Esto también significa que el hombre de Pekín no puede tener mucha importancia con respecto al pedigrí del hombre.

   Es interesante que algunos investigadores de fósiles hayan llegado a la misma conclusión. Han recomendado unir el Homo erectus al Homo sapiens porque los lazos entre estos dos grupos son facciosos y no corresponden a observaciones prácticas. Eso significa que el Homo erectus es en realidad un genuino hombre moderno.

 

Wolpoff a menudo ha sido uno de los evolucionistas más notorios que ha demandado que la clasificación de Homo erectus debería estar conectada a la del Homo sapiens. Él escribió junto con Wu Xin Zhin (Instituto de Paleoantoantropología, Pekín) y Alan G. Thorn (Universidad Nacional de Australia): “De acuerdo con nuestro punto de vista, hay dos alternativas. O bien deberíamos admitir que las conexiones entre el Homo erectus / Homo sapiens es arbitraria y utiliza un criterio no-morfológico (o cronológico) para su definición, u Homo erectus debería relacionarse con Homo sapiens.” (17)

   Conectar Homo erectus a Homo sapiens significa que todas las “clases” en la línea teórica de la evolución desde el Homo erectus al Homo sapiens son Homo sapiens. Esto incluiría al primitivo Homo sapiens, Homo heidelbergensis, Homo antecessor, Homo ergaster y el Neanderthal. (18)

 

El hombre de Neanderthal. Se supone que el hombre de Neanderthal representa otra fase en la evolución del hombre. Se cree que desapareció súbitamente 31,000 años atrás.

   Sin embargo, si se compara al hombre de Neanderthal con el hombre moderno, pueden verse bastantes semejanzas obvias, tanto en el tamaño del cerebro como en otras estructuras.

   En primer lugar, si se considera que el tamaño del cerebro determina la diferencia entre un hombre y un mono, el del hombre de Neanderthal no se diferencia del de un hombre moderno de ninguna manera: el tamaño del cerebro está muy cerca del mismo tamaño, 1,500cmo incluso mayor. Esto indica que no pudo haber sido un ser inferior: todo lo contrario, si el tamaño del cerebro de usa como un criterio, debería haber sido más inteligente que el hombre actual. Además, cráneos similares al del hombre de Neanderthal también han sido hallados a lo largo de los años. Por ejemplo, el cráneo del Marqués francés Lafayette, quien vivió en el siglo 19, era muy similar al cráneo de Neanderthal, hallado en Spy, Bélgica. Por lo tanto no hay razones para sostener que el hombre de Neanderthal hubiera sido diferente del hombre moderno en ningún sentido en base a la forma y tamaño del cráneo. La forma de su cráneo combina perfectamente con la del hombre moderno y corresponde a las medidas que aparecen en humanos.

   En cuanto a la estructura del hombre de Neanderthal, se ha dicho que no tenía los hombros redondeados ni figura con similitudes animalescas como se ha enseñado generalmente: en cambio, varios de ellos sufrieron artritis. Algunos dibujos de fósiles fueron hechos en base a esos esqueletos de personas enfermas, pero hallazgos posteriores demostraron que su estructura era perfectamente similar a la del hombre moderno. Esto indica que no hay necesariamente ninguna diferencia entre ellos y la gente moderna. Solamente la imaginación de personas modernas en cuanto al supuesto desarrollo de la evolución nos lleva a pensar que hubo un nivel inferior. Los prejuicios pueden formar nuestras creencias y determinar lo que estamos buscando.

   Así, al encontrar estas “personas históricas” y prestar atención a sus características, no es necesariamente una cuestión diferente que variaciones normales observadas también entre personas modernas. Existen personas altas y bajas hoy en día, y la estructura de sus huesos puede ser muy diferente. Del mismo modo, la forma y la apariencia del cráneo puede variar mucho. Estas previamente mencionadas “personas históricas” pueden por tanto ser las mismas personas que los modernos seres humanos. Encajan con el mismo grupo de gente que encontramos en las calles: 

 

Al describir a los Pithecanthropus-Sinanthropus fósiles de Java y China y a diversas personas de Neanderthal, generalmente se presta atención a las diferencias que tienen al compararlos con nosotros. Se asume que los fósiles tienen cráneos inusualmente gruesos, dientes excepcionalmente grandes,  y una barbilla prominente. (...) Muchos americanos de hoy en día encajan perfectamente con los fósiles en cuanto al grosor de sus cráneos. Con ciertas reservas, es posible mostrar que no existe una diferencia clara entre un americano de hoy en día y un fósil paleontológico: el hombre y la mujer que viven en la actualidad podrían ser representativos de esos fósiles. (...)

   Está absolutamente claro que el tamaño del diente del hombre americano actual se ajusta a las medidas provistas por esos fósiles, como se ajusta también el grosor del cráneo. No podemos establecer ninguna clasificación basados en estas características. (…) Al comparar estos fósiles con un respetable número de americanos de hoy en día (258 personas), parece que el tamaño y la forma de nuestra barbilla son las mismas que las de los fósiles. Exceptuando un par de casos especiales, todos los euhominideserectuses y sapienses encajarían perfectamente en un grupo de blancos americanos de la actualidad. (...) Una vez más, parece que los fósiles no son tan diferentes de nosotros en lo que respecta a la calidad. (19)

 

En segundo lugar, existen suficientes hallazgos sobre la cultura y el arte de la gente Neanderthal –hallazgos que indican que eran personas reales. No hay razones para suponer que eran diferentes del hombre moderno. Solamente nuestra noción preconcebida de la evolución del hombre nos lleva a diferentes conclusiones:

 

Afortunadamente, la apreciación de la cultura Neanderthal pueda estar incrementándose. Hallazgos recientes incluyen ornamentos personales y posiblemente una flauta utilizada por el Neanderthal, “cuanto más evidencia como esta acumulamos, más se parecen a nosotros.” (20) Puede decirse que ahora hemos hallado casi todo lo que puede esperarse de un fósil y de la evidencia arqueológica. Ello indica que el Neanderthal son hombres genuinos. Algunas autoridades del área aún no lo han confesado. (21)

 

FORMAS INTERMEDIAS FLEXIBLESUna indicación de la naturaleza falsa del pedigrí humano es el hecho de que pueden existir diferentes opiniones sobre la clasificación de los mismos fósiles. Es una cuestión de Homo erectus, Neanderthal y Homo sapiens (hombre moderno), el cual pudo haber sido clasificado (generalmente) de acuerdo a cuán antiguos eran considerados los fósiles.

   Puesto que las diferencias entre estos grupos son insignificantes o inexistentes (o solo es una cuestión de variabilidad y diferencias que pueden hallarse en la forma del cráneo humano, la altura y otros detalles), se puede llegar a diferentes conclusiones al clasificarlos. Por eso puede ser que expertos en fósiles estén claramente en desacuerdo sobre el grupo que le corresponde a ciertos fósiles. No quieren admitir la alternativa: que son todos hombres modernos, y que la evolución no ha existido.

   La siguiente cita ilustra qué flexible son los lazos entre los diferentes grupos. Es sobre fósiles en Europa que al principio fueron clasificados como Homo erectus. Sin embargo, en el periodo entre 1968 y 1976 investigadores determinaron que no pudieron haber existido ningún tipo de Homo erectus en Europa, y los mismos fósiles fueron reclasificados como “antiguo Homo sapiens”. Luego la clasificación volvió a cambiar a Neanderthal. Cambiar la clasificación de fósiles tres veces en tan poco tiempo muestra qué ficticios y flexibles son los lazos entre estas clasificaciones. En realidad, con toda seguridad los fósiles eran todo el tiempo los de hombres modernos comunes:

 

Competentes paleontólogos, sin embargo, han clasificado la mayoría de los “antiguos” fósiles hallados en Europa como del tiempo del Homo erectusantes de sacar esta “conclusión.” Entre ellos estaban los fósiles de Montmaur, Bilzingsleben, Castel di Guido, Arago, Vertesszöllös, Mauer y Petralona. Estos y otros fósiles fueron reclasificados como “antiguo Homo sapiens” de modo que podrían ser diferenciados de ambos, del Homo erectus y del Neanderthal. Basándose solamente en los hallazgos de un lugar, todos los fósiles ahora son clasificados como Neanderthales. No puedo pensar en otro ejemplo que pudiera ejemplificar más claramente la insignificancia de estas clases.Tampoco podría pensar en otro ejemplo que indicara más claramente la imperfección de la teoría de la evolución del hombre, ya que hallazgos en un solo lugar causan una revolución como esa en la interpretación de tantos fósiles. El tema concierne a por lo menos 68 fósiles en 16 lugares. (22)

 

FÓSILES EN LA COMPARACIÓN DE LA EDADYa se ha mencionado varias veces que no hay diferencias importantes entre el grupo Homo (Homo erectus, Neanderthal, Homo sapiens) sino que en realidad todos son el mismo tipo de humanos. Es difícil o imposible observar alguna diferencia entre ellos.

   Otra observación importante es que en comparación de edad de fósiles es imposible observar algún descendiente en el supuesto orden de la evolución (1. Australopithecus, 2. Homo habilis, 3. Homo erectus, 4. Neanderthal, 5. Homo Sapiens). En cambio, diversos hallazgos indican que cada uno de estos tres grupos en realidad vivieron en la tierra al mismo tiempo. De modo que muchos más fósiles claramente pertenecientes al hombre moderno fueron hallados en capas antiguas que fósiles de los supuestos ancestros. Esto claramente anula la teoría de la evolución e indica que nunca existió.

   La siguiente cita se refiere al mismo tema. Indica cuán imposible es mostrar la evolución del hombre, y cómo todas las formas aparecen sin ningún claro orden evolucionario. Un maestro les dio a sus alumnos la tarea de inquirir sobre los fósiles más importantes y su clasificación y las edades que los evolucionistas les habían dado. El trabajo de cada estudiante debía contener por lo menos cinco referencias documentadas. El sumario incluía lo siguiente:

 

Porque conozco muy bien la literatura sobre la evolución del hombre, los resultados de la tarea que encomendé eran de esperar completamente. Después de unas tres semanas, varios estudiantes vinieron a verme quejándose de que existían grandes diferencias de opinión – con respecto a la edad o a la clasificación de algunos fósiles - entre diferentes fuentes evolucionistas. La edad de muchos hallazgos fósiles de la primera mitad del siglo 20 es muy cuestionable. A pesar de ello, muchos de esos fósiles forman la columna vertebral de la teoría de la evolución. Podría haberle dicho eso a mis alumnos en una clase, pero no tendría el mismo efecto sobre ellos como sus propias investigaciones.

   (…) Y entonces, llegó “el Día Fósil” para nuestro curso. Los estudiantes compartieron sus reportes con sus compañeros y colocaron sus fósiles en un esquema siguiendo la edad y la clasificación dada por evolucionistas. Cuando las piezas iban acomodándose gradualmente en su lugar, los estudiantes entendieron más y más claramente que los fósiles no prueban innegablemente la evolución del hombre.

   Si la evolución del hombre fuera cierta, los fósiles habrían sido puestos en una línea de tiempo desde el mono austral, pasando por cierta forma de Homo habilis, Homo erectus y temprano Homo sapiens, y finalmente al moderno Homo sapiens (o sea nosotros, que somos grandes y bonitos). En lugar de ello los huesos son puestos aquí y allí sin ningún claro orden evolutivo. Aunque los estudiantes utilizaron las clasificaciones por edad de los mismos evolucionistas, a ellos les quedó en claro que el material fósil más bien anula la teoría de la evolución del hombre. Ninguna clase o serie de clases de mi parte habría causado tanta impresión como la investigación que los estudiantes hicieron por sí mismos. Nada de lo que yo podría haber dicho hubiese tenido un efecto semejante en los estudiantes como la verdad desnuda sobre el material fósil humano en sí.

   Cuando le conté a la gente sobre este proyecto, algunos se horrorizaron: “¿No está usted corriendo un gran riesgo? ¿Qué si no funciona como usted cree? ¿No le causaría una situación embarazosa como profesor?” A pesar de la falta de datos sobre algunos fósiles, existen tantos fósiles que el resultado siempre será claro. ¡El proyecto siempre funciona! La falta de datos tiene solo un pequeño efecto en el resultado. La clave es que tratas de clarificar todos los fósiles humanos que han sido hallados y no solo aquellos que los evolucionistas utilizan para probar la teoría de la evolución humana. Por eso raramente (o nunca) se encuentra un perfecto catálogo de fósiles en los libros respecto a la evolución del hombre. (23)

 

 

 

REFERENCIAS:

 

1. Lyall Watson: The water people, Science digest, vol 90, mayo 1982, pág. 44 – Cit. en "Unohdettu Genesis", Pekka Reinikainen, pág. 420.

2. Uuras Saarnivaara: Kaikkeuden synty, pág. 157

3. Howells: “Homo erectus in human descent”, pág. 79-80

4. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), pág. 285

5. E.A. Hooton: Up from the Ape, pág. 329

6. Cit. en "Kehitysoppi ja uskon kriisi", Wiljam Aittala, pág. 88.

7. Sana, Número 48, 3.12.1953

8. Robert L. Lehrman: The Long Road to Man, 1961, pág. 115

9. Journal of the royal college of surgeons of Edinburgh, January 1966, p. 93 – Cit. en: "Elämä maan päällä - kehityksen vai luomisen tulos?", Tests. de Jeh. pág. 93,94.

10. Solly Zuckerman: Beyond the ivory tower, 1970, p. 90 – cit. en: "Elämä maan päällä - kehityksen vai luomisen tulos?", Jeh. vitn. pág. 94.

11. Charles E. Oxnard: “The place of the australopithecines in human evolution: grounds for doupt?” Nature 258 (4. Diciembre 1975): 389

12. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), p. 260

13. Siegfried Scherer ja Reinhard Junker: Evoluutio, kriittinen analyysi, p. 251, 258

14. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), pág. 259

15. W.A. Criswell. :Did man just happen?, Zondervan publishing co., Grand Rapids, Michigan, 1973, p. 85 - Cit. en "Evoluution romahdus" (The collapse of evolution), Scott M. Huse, pág. 103

16. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), pág. 100

17. Milford H. Wolpoff, Wu Xin Zhi ja Alan G. Thorne, ”Modern Homo sapiens Origins: A General Theory of Hominid Evolution Involving the Fossil Evidence From East Asia”, en “The Origins of Moodern Humans”, edit. By Fred H. Smith and Frank Spencer (New York: Alan R. Liss, Inc., 1984), págs. 465-66.

18. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), pág. 161

19. S.M. Garn: Human evolution: Readings in physical anthropology holt, Rinehart and Winston, New York, 1967, p. 102-107 - Cit. en "Evolutionismi - sattuman uskonto", Matti Leisola, págs. 31,32.

20. Tim Folger ja Shanti Menon, ”…Or Much Like Us?” Discover 18, number 1 (January 1997): 33

21. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), pág. 206

22. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), págs. 174-175

23. Marvin L. Lubenow: Myytti apinaihmisestä (Bones of Contention), págs. 20-22

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)

 

 

  

 

Echa mano de la vida eterna
(1 Ti 6:12)