|
Libérate de tu pasado!
Introducción
Muchas
personas tienen un espíritu angustiado (Is 61:3) como consecuencia de sus
experiencias previas. Cargan dentro de sí con recuerdos de hechos ocurridos
hace años y que no han podido olvidar. Puede tratarse de abuso sexual, rechazo
emocional o violencia física; quizás los padres no los quieran, o sufran otras
experiencias traumáticas. Recuerdos como esos pueden seguir oprimiendo muy
pesadamente en el interior de alguien y afectar su vida presente.
Sin
embargo, no deberíamos permitirnos a nosotros mismos ser prisioneros de
nuestro pasado. Si recibimos a Cristo Jesús en nuestras vidas, nuestra
herencia viene de Él, no de nuestro pasado; somos salvos de nuestro pasado por
medio de la redención de Jesús.
Existen
principalmente dos formas por las que podemos obtener libertad. En primer
lugar, renunciando a nuestra amargura y dejando de acusar para poder perdonar
a los que han pecado contra nosotros. En segundo lugar, llegar a comprender
nuestro lugar e identidad en Cristo. Si comprendemos el lugar que tenemos
realmente en Cristo, entonces experimentaremos la liberación de nuestro
pasado. Vamos a tratar estos temas y los pasos que debemos dar para ser libres de nuestro pasado.
1. ¿Cómo has sido tratado?
La pregunta cómo has sido tratado tú, es importante. Lo es porque uno puede tener una mente oprimida y estar deprimido como resultado de experiencias anteriores. Es posible cargar con el pasado mientras se vive el presente. Todas esas cosas negativas que pasaron hace muchos años, todavía pueden seguir revolviendo el interior. Sin embargo, es bueno notar que si hemos sido vapuleados en el pasado, nuestras experiencias no son únicas en absoluto. Al contrario, son bastante comunes, y si tan sólo miramos alrededor nuestro podemos ver que muchos han tenido que pasar por situaciones parecidas, o incluso peores. Por ejemplo, Donald Bubna menciona esto en su propio ministerio. Pensaba que él era el único que había sufrido así:
Más tarde, siendo un hombre joven en mi primer trabajo como Pastor, hice mis mayores descubirmientos sobre cómo tener buen ánimo. Antes pensaba que las penosas luchas que tuve de niño eran únicas. No entendía que los demás tenían heridas parecidas. Solamente después de que las personas comenzaran a venir a verme en busca de consejo pastoral, comprendí que mis experiencias no eran tan exepcionales. Cuando comencé a hablarle de mi pasado a otras personas, eso parecía ayudarlas, porque les mostraba que tenían la posibilidad de elegir. En lugar de tener lástima de sí mismos, podían permitir que el consuelo de Dios viniese a sus vidas, para que pudieran consolar y animar a otros. Y así descubrí, casi accidentalmente, que mis problemas personales y las respuestas que recibí de Dios, realmente se convirtieron en una fuente de ayuda para otras personas. (1)
Si todavía estamos enganchados a las experiencias más dolorosas de nuestras vidas, quizás haya motivos para leer la siguiente lista. Abajo se describen situaciones comunes y extraordinariamente difíciles por las que algunos han atravesado en su niñez y juventud. Es posible que reconozcas tu propia experiencia en esta lista:
- ¿Has sido un hijo no deseado, o ”un accidente”? ¿Tus padres o tu madre no querían tener un hijo? ¿O te han dicho que si tú no hubieses nacido, tus padres no se habrían casado? - ¿Acaso tuviste el sexo equivocado: tus padres esperaban una nena en lugar de un varón, o vice versa? ¿Quizás también fuiste subconcientemente presionado para actuar como alguien del otro sexo? - ¿Has crecido en un hogar en el que había contínuas peleas y discusiones entre los padres, y donde sufrías constantes temores y angustias esperando cuál sería la próxima pelea? - ¿Era alguno de tus padres alcohólico y se ponía violento/a cuando él o ella se emborrachaba? ¿Te sentías avergonzado por las condiciones de tu hogar, y por el hecho que uno de tus padres era alcohólico? - ¿Tus padres solían tener actitudes como gritar fuerte, mirar fríamente y hablar con rudeza, irritación y agresividad? - ¿Sufriste contínua ausencia de parte de tus padres? ¿Estaban ellos tan atados a sus trabajos, de modo que no tenían tiempo para la familia? ¿O le daba completamente lo mismo a tus padres que tú salieras o hicieras algo? ¿Has perdido a tu madre o padre o ambos por divorcio o enfermedad terminal prolongada? - ¿Has sido víctima de incesto, o violencia sexual de parte de un pariente cercano? - ¿Solían compararte con tu hermana o hermano o alguien más? ¿Te decían: ”Por qué no puedes ser más como él o ella?” ¿Tu hermano o hermana era preferido antes que tú? - ¿Oías seguido afirmaciones como, ”no sabes hacer nada, eres un inútil y no llegarás a nada”? ¿Solían gritarte también y menospreciarte cuando fallabas en algo? ¿Tus notas y conducta en la escuela nunca eran suficientemente buenas para tus padres? - ¿No te daban abrazos, palmadas, ni afecto, y nunca estuviste en los brazos de tus padres? - Observaciones sobre la apariencia y ser llamado por apodos, es algo común en la casa y en la escuela. Estas cosas pueden permanecer en la mente de alguien por muchos años. - ¿Los otros chicos se burlaban de ti en la escuela, o te perseguían? ¿O tal vez eras impopular para tus maestros? - Algunos también pueden experimentar traumas como adultos, quizás en el trabajo, abuso sexual u otras formas de violencia.
2. ¿Cómo te puede afectar el pasado?
Las
magulladuras del pasado en el interior de uno pueden moldear la vida
cotidiana. Pueden tener un gran impacto en la forma en que la persona encara
la vida y cómo se desenvuelve su propia vida.
En este
área generalmente hay tres causas o influencias principales en las que el
pasado ha hecho un fuerte impacto. Detrás de cada caso casi siempre hay
experiencias traumáticas y rechazo, especialmente de gene importante. Esas
áreas son:
1. La
falta del pleno conocimiento de la justicia por la fe y la gracia de Dios
2.
Inabilidad para perdonar a otros, sentido de amargura
3. Auto
acusaciones
Muchas
personas en el campo del cuidado pastoral han observado que suelen producirse
problemas específicamente en estas tres áreas. Las siguientes citas, entre
otras, se refieren al tema:
Leanne
Payne: Existen
tres grandes obstáculos en la sanación personal de la vida emocional: La
inabilidad para recibir perdón, incapacidad para perdonar a los demás y la
falta de aceptación a sí mismo. Nos sobrepondremos a esos obstáculos
arrepintiéndonos totalmente, recibiendo perdón, y deseando librarnos del
diablo y todas sus obras.(2)
David
A. Seamands: Años
atrás llegué a la conclusión de que, los problemas de la vida emocional de los
cristianos convertidos en los avivamientos, tienen mayormente dos causas: no
ser capaces de entender, recibir y vivir la gracia y el perdón incondicional
de Dios, y la incapacidad para mostrar ese amor absoluto, la gracia y el
perdón a otras personas. (3)
Sven
Reichmann: Arriba
hablábamos de cómo el pecado puede tener profundas raíces en nuestras vidas.
La amargura y el juzgarnos a nosotros mismos son dos típicas raíces de pecado.
Podemos ver ambas en el hermano del hijo pródigo. Es común que estas dos
raíces estén casi siempre juntas. La amargura produce rebelión y odio contra
lo circundante. Juzgarse a sí mismo produce las mismas emociones contra la
propia persona.(4)
Así,
cuando estas tres áreas -la relación con Dios, resentimiento contra el
prójimo, y actitudes erradas para con uno mismo- afloran, hay motivo para
considerar cada una separadamente. Debieran ser estudiadas de tal modo que no
tengamos una visión distoriconada de ninguna de ellas.
1. LA
RELACIÓN CON DIOS.
En primer lugar, cuando alguien se vuelve a Dios, el pasado traumático puede
causarle problemas para creer en el amor de Dios hacia él; puede creer que
Dios ama a otras personas, pero no a él. Porque cuando siente que no obtuvo la
aprobación de sus padres, o que ella estaba condicionada y dependía de su
conducta, puede pensar que Dios trata a las personas de la misma manera.
La
visión de un Dios cruel y exigente a veces puede conducir al así llamado
legalismo. Esa situación incluye, entre otras cosas, que alguien confiese su
pecado una y otra vez de nuevo, sin comprender que al creer en Cristo esos
pecados ya han sido perdonados. También es posible que alguno oiga
constantemente una voz interior, impulsando y exigiendo que él o ella haga
aquellas cosas por medio de las cuales desea obtener aprobación, ”¿Por qué no
testificas más, por qué no oras más? Dios no te aceptará si no eres capaz de
mejorar,” y así por el estilo.
El
remedio para este tipo de condición legalista es la gracia de Dios -perdón
absoluto y gratuito por medio de Jesucristo. Comprender y creer esto liberará
ciertamente a la persona de esa condición.
Es
interesante que en Kenia, por ejemplo, cuando la gente que se convierte a
Cristo no tiene esos problemas para comprender la aprobación de Dios. El
predicador finés Mauri Viksten pensó que eso se debe a que en Kenia los niños
tienen una relación más cercana con sus padres. Cuando son llevados en brazos
por sus padres, comienzan a comprender que ellos los aprueban:
En
Finlandia, la mayoría de los que acuden a consejería pastoral, son personas
que no tienen algún pecado que confesar, solamente un sentimiento de angustia
que abarca todo lo que les rodea, y la sensación de no hacer ninguna buena
obra. Las demandas y exigencias a sí mismos solo causan más miseria. Es
interesante notar que en la zona rural de Kenia casi no hay necesidad de
cuidado pastoral. La razón no puede ser una mayor enseñanza de la Biblia,
porque la enseñanza está muy poco desarrollada en muchas áreas rurales de
África, que es donde están las mayores iglesias del país.
Cuando
buscaba una respuesta a este extraño fenómeno, observé a las madres africanas
que siempre cargaban a sus niños con ellas. Al trabajar en el campo siguen
sobre sus espaldas. Los niños adquiere un sentimiento de seguridad y
aceptación. Cuando crecen y se convierten a Dios, les resulta fácil creer que
Dios también los aceptará. (5)
2.
AMARGURA. Cuando
alguien ha pasado por experiencias dolorosas y recibido rechazo de ciertas
personas cercanas a él, la segunda consecuencia generalmente es amargura y
odio: resentimientos, rencores y acusaciones contra los que le hicieron daño.
Alguien así puede pasarse enpollando cosas que sucedieron en el pasado y
tienen que ver con el pasado.
El
mayor problema con la amargura es que la persona no se da cuenta o no admite
el hecho de que es un pecado. Podemos llegar a pensar que, después de haber
sido tratados tan mal, tenemos el derecho de estar amargados. Pero, tener ese
rencor es precisamente lo que nos impide ser libres. Si tan sólo aprendemos a
perdonar, seríamos libres no sólo del pasado, sino también de otras cosas.
Sven Reichmann hace un comentario al respecto:
Un corazón
manso y paciente está libre de toda amargura, y un corazón así es, según
Salomón, la vida de todo el cuerpo. Porque la amargura hace brotar en nuestras
vidas una increíble cantidad de enfermedades, sufrimientos y miserias como
resultado. Cuando se quita ese gérmen, la persona se librará de muchos
pecados, todos esos que desde hacía mucho tiempo ya no esperaba poder
librarse. (6)
Un aspecto
de la amargura es que puede ser transmitida como odio y desconfianza hacia los
otros, esas personas que nos han lastimado. Esto puede suceder, por ejemplo,
en el matrimonio.
La
mujer que tuvo una mala relación con su padre puede transferir esos
sentimientos negativos a su futuro esposo (el hombre puede hacer algo
similar como resultado de una relación difícil con su madre). Quizás ella
no desee conscientemente ponerse en contra de su esposo, pero quizás en lo
profundo sienta desconfianza de su marido, porque su padre no se ocupó de
ella. Además, si la mujer sufrió abuso sexual o incesto en su infancia, el
abismo puede ser incluso más profundo. Puede impedirles el desarrollo de una
buena vida sexual con sus esposos, pudiendo incluso llegar a extinguir el
deseo sexual. Tanto puede influir negativamente el pasado en una relación.
Sin
embargo, para situaciones así hay esperanza, y la esperanza es el perdón.
Cuando alguien se da cuenta de sus odios, de las raíces que tiene, y quiere
perdonar, el pasado no puede inquietarlo de la misma manera. La persona deberá
deponer toda acusación contra su padre y su madre -y también contra su
cónyuge- para que el matrimonio funcione.
3. JUZGARSE A UNO MISMO. La
tercera consecuencia por haber sido tratado mal en el pasado y no haber sido
aceptado como eres en persona, es comenzar a despreciarse a uno mismo. Podemos
empezar a acusarnos y menospreciarnos, lo cual significa que el odio se va
dirigiendo en contra de nosotros mismos. Acusaciones tales como, ”no eres
nada,” ”nadie te quiere -ni Dios,” ”¿quién te has creído que eres?” o ”¡no
mereces vivir!” y otras similares suelen ser bastante comunes. Si alguien no
fue aceptado, le resulta muy difícil aceptarse a sí mismo, y eso puede
expresarse en acusaciones a sí mismo, como las mencionadas arriba.
Algunos
eruditos hablan de la auto imagen -la imagen que cada uno de nosotros tiene de
sí mismo. Se afirma que nuestra auto imagen influye muy directamente en
nuestra conducta y pensamientos. Así, si tenemos una imagen positiva de
nosotros mismos, que se pudo formar mediante la recepción de comentarios
positivos, nos resulta fácil llevarnos bien con nosotros mismos y con los
demás. Pero si tenemos una auto imagen negativa, elaborada en base a malos
conceptos, será mucho más difícil. Es lamentable que a menudo estemos
aprisionados por una imagen negativa que se formó más por antiguas malas
experiencias, que por lo que experimentamos en el presente.
En todo
caso, si después de ciertas experiencias dolorosas se ha elaborado una imagen
propia condenable y criticable, se pueden producir diferentes consecuencias.
Es posible que no sean otra cosa que el resultado de no valorarnos a nosotros
mismos. Algunas conductas usuales se mencionan abajo.
- Nerviosismo con otras personas.
- Temor a
lo que piensan los demás.
- Fastidio por la apariencia y el cuerpo de uno.
- Intento
de compensar las deficiencias propias con éxitos y logros.
- Sentirse peor que los demás.
- Tenerse
lástima a sí mismo.
- Pensamientos suicidas.
- Dificultades para creer que alguien nos pueda amar realmente.
- Temor
por el futuro y expectativa de lo peor.
- Temor a
la intimidad y a que las personas nos acepten tal cual somos.
- La
adicción al trabajo puede ser una concecuencia por no aceptarnos a nosotros
mismos. Por ejemplo, el Pastor finés Kalevi Lehtinen contó cómo él tuvo que
darse cuenta y tener su propia lucha al respecto:
Conduciendo de regreso a casa Kalevi se dio cuenta de que no estaba del todo
molesto con la idea del cáncer. Para su sorpresa, sintió una rara sensación de
alivio con respeco al cáncer. Sería una muy buena manera de librarse de todo,
especialmente de la fatiga y el constante sentimiento de incapacidad, pensó.
Hablando de esos tiempos con Kalevi, uno comprende cuántas cosas le pasaron
después.
Él se
dio cuenta de que el odio contra sí mismo estaba claramente relacionado con su
ritmo de trabajo. Este odio había sido su pecado y tentación aún desde la
infancia.
Hoy en
día, luego de superar sus propias experiencias, Kalevi cree que la adicción al
trabajo viene del odio a uno mismo.
El
hombre procura destruirse a sí mismo mediante el trabajo, y al mismo tiempo
obtener aprobación: de uno mismo y de los demás.
Tener
odio contra uno mismo no tiene límites, por eso está tan ligado a la muerte.
Es la causa de la muerte de muchas personas. Kalevi halló su límite hace siete
años, cuando se dio cuenta de que estaba más que dispuesto a morir de cáncer.
Él
realmente se odiaba a sí mismo, a pesar de que su imagen pública no presentaba
indicaciones ni señales de ello. Se despreciaba a sí mismo por su interminable
depresión y tristeza, que trataba -en vano- de ahogar en una exagerada
cantidad de trabajo. Sin embargo, todo eso sólo aumentaba su angustia y le
producía dolores estomacales.
Kalevi
mismo se dio cuenta de su condición. Sabía que estaba cargando el peso de la
culpa y la verguenza de su temprana infancia. Había percibido también una
profunda tendencia hacia la auto destrucción, que anteriormente le hizo desear
la muerte para acabar con el sufrimiento interior. (7)
- Los
desequilibrios en la alimentación pueden ser una señal de no aceptarse a sí
mismo. Comer demasiado puede ser un signo de búsqueda de amor y aceptación, y
de sentimientos de invalidez.
Algo
similar sucede con la anorexia nerviosa, que se da mayormente en chicas
adolescentes. Es un síntoma parecido. En este caso, la imagen de uno mismo
está tan distorcionada, que alguien con anorexia es capaz de mirarse al espejo
y verse demasiado gordo, aunque esté como un esqueleto. A menudo esto puede
ser el resultado de comentarios negativos como, ”estás muy gordo.” Esto puede
llevar a la pérdida excesiva de peso:
Me
diagnosticaron anorexia nerviosa justo cuando había cumplido 14 años. Comencé
una dieta. Era muy gorda: pesaba 60 kilos (132 libras) y medía 153 cm. (5.2
pies). Los muchachos me molestaban llamándome gordi...
Estaba en
8° grado de la escuela primaria, cuando la enfermera pública observó que yo
tenía unos kilos de más. Lo tomé como una ofensa.
Fue el
último empujón hacia la anorexia nerviosa.
Inmediatamente comencé una dieta y decidí que nunca más alguien iría a
poder decirme otra vez algo parecido. En mi opinión, yo tenía un cuerpo
fornido, pero otros pensaban distinto. (…)
Seguí
pensando que nadie me aceptaba. Si no te valoras a ti mismo, es difícil creer
que otra persona podría hacerlo. No permití que nadie se me acercara.
Escuchaba las conversaciones de mis amistades, pero no me abría a ellos. (…)
Parecía
que mi único valor dependía de las notas que obtenía en la escuela. No quería
enorgullecerme de mis calificaciones, pero si no me iba bien, me parecía que
todo se desmoronaba. Después de un exámen siempre me ponía a llorar por temor
a que me hubiese ido mal. La auto crítica era dura. (…)
Posiblemente una razón de mi enfermedad era que soy sensible. La
sensibilidad suele manifestarse como anorexia.” (8)
- Fuerte
tendencia a escaparse a mundos imaginarios y a la deshonestidad.
- El
alcohol u otras drogas también pueden ser medios para huir. A través de estos
uno puede tratar de librarse de sentimientos de indignidad, inseguridad e
incertidumbre, por lo menos unos momentos. El siguiente texto, escrito por una
mujer, es un ejemplo honesto de ello:
La
respuesta del hombre fue como un eco de la desesperación de Job, ”
¡Simplemente, yo no me quiero a mí mismo; no hay nada bueno en mí!” La mayoría
de los alcohólicos y adictos a las drogas sienten lo mismo. Usan alcohol y
drogas para ser capaces de vivir consigo mismos. No es por la sociedad, la
congregación, o los padres que han caído tan bajo -es solamente por ellos
mismos. (9)
- La
homosexualidad ambién puede ser el resultado de no aceptarse a sí mismo y de
algunas marcantes experiencias vividas.
Si nos han
tratado mal en el pasado, no tenemos que sufrir por eso. Podemos ser
liberados, si le entregamos nuestra vida a Dios y a Cristo. Entonces se puede
sanar nuestra vida emocional, de modo tal que las experiencias antiguas y
malas no nos malesten más.
Sin
embargo, esto requiere que tomemos una decisión: tenemos que tener el deseo de
perdonar y dejar de acusar a otros. Ante Dios no sólo somos víctimas, sino
también culpables. Por ello, no podemos justificar nuestra amargura y otros
pecados aludiendo que fuimos tratados mal, porque nuestra actitud estaría tan
mal como los actos de los que nos hicieron daño a nosotros.
Por eso,
¡perdona y deja de lado todas las acusaciones a otros, para que tu vida
emocional pueda ser sanada!
¿POR
QUÉ DEBERÍA PERDONAR? Si
buscamos razones valederas para dejar de acusar a otros, perdonar y tener
misericordia de los demás, podemos mencionar por lo menos tres razones
importantes. Con certeza, también hay otras, pero estas son las más
importantes:
No
perdonar puede privarnos del perdón de Dios. La
razón más importante para perdonar es que esa es la voluntad de Dios y es
justo. Dios quiere que perdonemos a los demás, y que no guardemos rencores.
Jesús quiere que perdonemos. En la oración del Señor Jesús nos enseñó que el
perdón también es un requisito previo para que Dios nos perdone nuestros
pecados. Si nos rehusamos a perdonar a los demás, Dios no nos perdonará a
nosotros:
- (Mt
6:12) Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores.
- (Mt
6:14-15) Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a
vosotros vuestro Padre celestial;
15 mas
si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas.
- (Mt
18:32-35) Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda
aquella deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No
debías tú también tener misericordia de tu consiervo,
como yo tuve misericordia de ti?
34
Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo
lo que le debía.
35 Así
también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón
cada uno a su hermano sus ofensas.
Convirtiéndote en un miserable
- (1 Co
13:4-5) El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no
es jactancioso, no se envanece;
5 no hace
nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor
Otra razón
para perdonar es simplemente que nos convertimos en miserables al no perdonar.
Si siempre estamos mal humorados, amargados, y enojados, y recordando todas
las ofensas, nos convertiremos a nosotros mismos en unos pobres miserables.
Sin
embargo, la paz no se alcanza nombrando una lista de pecados o quejándose de
los males que hay en el mundo. Eso solamente hace que uno sea más miserable y
se deprima más todavía. Al hacer esto no se toma en cuenta que vivimos en un
mundo caído, y la confusión será aún mayor a medida que se acerque el fin. Por
lo tanto, pon tu atención en Jesús -no en gente imperfecta. Y síguelo a Él:
- (Jn
21:21-22) Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de éste?
22 Jesús
le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.
Sanación y perdón. Una
razón para perdonar es que no perdonar puede impedir la curación. Si alguien
tiene una raiz de amargura oculta en su corazón que no ha sido confesada a
Dios, la sanación puede demorarse. (Esto no quiere decir que sea la causa
subyacente en todos los casos; no queremos generalizar en abosluto).
Obviamente, esto también es válido para las enfermedades mentales: muy a
menudo las causas subyacentes de las enfermedades mentales son profundas
experiencias traumáticas producidas por otras personas. También en este caso
el perdón puede llevar a la curación y liberación. A continuación se citan
unas pocas frases de distintos aurtores sobre este tema. Estos ejemplos
ilustran bien la importancia del perón:
David
A. Seamands: Cuando
era niño tuve asma.La enfermedad empeoró en mi juventud, de modo que el primer
año en el colegio fue tan difícil, que no pude hacer los exámenes que se hacen
en la primavera. Oraba contínuamente por salud, y otros también oraban, hasta
fui ungido con aceite una vez y pusieron sus manos sobre mí. Esas oraciones no
fueron respondidas.
Año
después, temprano en la mañana, en medio de una frase del devocionario, Dios
me mostró mis recuerdos necesitando salud. Quería decirme que debía perdonar
a alguien a un nivel más profundo, como no lo había hecho nunca antes. Durante
los próximos días tenía que examinar mi corazón y orar. No pedí por mi asma en
absoluto. Simplemente dejé que el Espíritu quite todos los rencores y malos
recuerdos. Es difícil de creer, pero ¡desde ese día no he tenido asma!
Así, se
habían hecho muchas oraciones por mi asma, pero yo no estaba listo para
recibir la respuesta de Dios, antes de que mi profundo problema fuese
resuelto. Esto es algo que vale para muchas áreas de la vida, para las cuales
nuestras oraciones no son contestas. (10)
Nicky
Cruz: ¿Hay
esperanza para las víctimas inocentes?
Déjame
compartir lo que sucedió con una joven muchacha, Sharon, que vino al centro en
busca de ayuda. Cuando llegó, se notaba que tenía una nube negra de culpa y
verguenza encima de sí.
Vino
con el celador de la escuela, quien la presentó a nuestro personal. Yo percibí
una gran falta de confianza. Era casi imposible mantener contacto ocular con
ella.
Todos
nos sentamos y tratamos de aliviar la tensión de Sharon. Cuando me miró, se la
veía muy afligida, con los ojos hundidos de tanto llorar.
”Odio a
mi padre,” dijo con rabia.
Inmediatamente supe que Sharon había sido víctima de incesto. Sentí un
dolor en mi corazón, como si me hubiesen clavado un cuchillo.
He
visto demasiadas jóvenes bonitas como ella destruidas desde adentro por ”la
mala conducta de sus padres.” Oramos por ella y pedimos a Dios un milagro.
Nada menos hubiese sido sufieciente.
Durante
muchos días intentamos ganarnos la confianza de Sharon. Una noche, finalmente
el Espíritu Santo logró la transformación. Sharon oró pidiéndole a Jesús que
viniera a su corazón, y entonces empezó a llorar incontroladamente. En ese
instante, ese rostro que solía estar lleno de verguenza comenzó a irradiar el
gozo y la paz de Cristo. Cuando ella dijo, ”¡ahora amo a mi padre!” supimos
que el milagro pedido en oración había sucedido.
El
perdón es la única manera de ser comppletamente sanado de este tipo de heridas
emocionales.
Inmediatamente después de que Sharon recibiera el amor de Cristo, en su
interior se produjo amor. Y de ese amor provino el perdón.
He
visto que las víctimas de incesto pueden estar amargamente resentidos contra
quienes abusaron de ellos. No se podrán sanar antes de que el genuino perdón
reemplce al resentimiento. (11)
Neil T.
Anderson: Conicí
a Daisy justo después de haberme graduado y cuando trabajaba como estudiante
para una iglesia muy grande. (…)
Pero,
cuando el líder del grupo oyó que Daisy había estado en una institución
psiquiátrica tres veces en un período de cinco años por paranoia y
esquizofrenia, sintió que era completamente incapacaz de ayudarla. Me pregntó
si yo podía ver a Daisy. A pesar de no haber tenido ningún entrenamiento como
consejero pastoral, acepté hablarle a Daisy. (…)
Comenzamos a reunirnos cada semana. Yo suponía que sus problemas eran el
resultado de sus faltas morales, o que podría haber estado involucrada en
prácticas ocultistas. Ella nunca había leído un libro al respecto. Yo empezaba
a rascarme la cabeza, al no ser capaz de hallar la causa de su claro y grave
conflicto espiritual.
Entonces, un día nos pusimos a havlar sobre su familia. (…)
”Hablemos de tu padre.” Sugerí.
”No
quiero hablar de mi padre,” dijo Daisy. ”Si hablas sobre él, me voy. ”
”Espera
un minuto, Daisy. Si no hablas sobre tu padre aquí, ¿dónde lo harías?” (…)
Daisy
empezó a encarar sus emociones irresueltas con su padre, y a trabajar en el
perdón. Esa era la raiz de sus problemas. En unos pocos meses esta joven mujer
con quien los psicólogos habían perdido toda esperanza, mostró grandes
progresos y comenzó a trabajar con los niños en nuestra iglesia. (12)
¿CÓMO
DEJAR DE LADO LAS ACUSACIONES? Si
queremos dejar de hacer acusaciones, es decir, perdonar, podemos hacerlo. Para
ello vale la pena observar los siguientes puntos:
Una
decisión, no un sentimiento. En
primer lugar, siempre es una decisión, no un sentimiento. No neceistamos
esperar ningún sentimiento especial de amor; podemos elegir perdonar
inmediatamente. Los sentimientos pueden seguir más tarde, pero no son
necesarios. En Mateo 18 se le llama a una persona siervo malvado, porque no
quería perdonar. No fue porque le faltaban sentimientos positivos, sino por no
querer obrar en forma correcta:
- (Mt
18:29-33) Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo:
Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
30 Mas
él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda.
31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y
refirieron a su señor todo lo que había pasado.
32
Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella
deuda te perdoné, porque me rogaste.
33 ¿No
debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve
misericordia de ti?
¡Espera
un milagro! Lograr
por nosotros mismos que dejemos de hacer acusaciones puede ser muy difícil,
hasta imposible. Las acusaciones emergen una y otra vez y contínuamente
revolvemos el mismo tema.
Sin
embargo, si estás así, la gracia de Dios te ayudará. Dios puede hacer lo que
es imposible para nosotros. Debemos volvernos a Él y esperar un milagro,
esperar que Él quite los pensamientos acusatorios de nuestra mente. Los
siguientes ejemplos prácticos describen esto muy bie:
¿Estás
amargado? ¿No puedes perdonar las cosas malas que te han hecho? Deja que
Cristo llene tu corazón con perdón. Hazlo tuyo mediante la fe y actúa de
acuerdo a ello.
El ya
fallecido hermano Magnusson contó sobre cierto maestro que, a pesar de su
cristianismo, perdió su paciencia con sus indisciplinados alumnos. Sin
embargo, como hubiera querido irradiar pura luz a sus alumnos, luch aba en
oración para superar su debilidad. Cierta vez estaba perdiendo su paciencia
nuevamente, y se dirigió a su Padre. Entonces se le hizo claro la amorosa
verdad: Cristo es mi paciencia. Creyó esto, actuó en consecuencia, y obtuvo la
victoria. Así es la vida recta que viene de Cristo por medio de la fe. Fil.
3:9. (13)
¡Busca
la raíz!
- (He
12:15) Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que
brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean
contaminados.
El
problema con la amargura es que a menudo no nos damos cuenta de ella ni la
confesamos a Dios. Es posible que tengamos una actitud acusadora y que nos
falte caridad aún sin que nos demos cuenta de ello. Podemos tener la misma
actitud que el siervo malvado, que había dicho, ”págame lo que me debes.”
(Mt.18:28).
Así, en
sus corazones los hijos pueden juzgar a sus padres, un esposo juzgar a su
esposa y la esposa a su marido sin darse cuenta de que deben arrepentirse de
eso. Esa clase de mentalidad exigente y desamorada es descrita en la carta a
los Hebreos como una raíz de amargura; ciertamente, no produce ningún fruto
bueno. Solamente si vemos la raíz de esta enfermedad y la confesamos a Dios
como pecado, podemos ser liberados. El siguiente ejemplo describe bien cómo
los actos condenatorios causados por la amargura pueden afectar la vida de
alguien:
“De
repente, mi corazón se llenó de gratitud por mi marido,” dijo ella. ”Lo más
extraño es que yo siempre había pensado que mi marido estaba en falta. Estaba
enojada porque él nunca se disculpaba o decía que sentía pena por haber hecho
algo. Solamente ahora me doy cuenta que había interpretado mal todo. Yo era
egoísta y exigente y necesita perdón.” (14)
¡Elige
la gratitud! Es
muy común volverse un amargado y comenzar a acusar a los demás cuando nos
sucede algo ofensivo. En realidad elegimos amargarnos en lugar de ser
agradecidos.
Así, si
alguien puede elegir amargarse, también es posible que tal persona tenga una
actitud agradecida. Podemos optar por sentir gratitud en lugar de nuestras
reacciones emocionales normales. Cuando nos surgiere algún pensamiento de
amargura y acusación, podemos luchar y sobreponernos con una actitud
agradecida. Esto es ciertamente válido para los rechazos sufridos en el
pasado, y también para las situaciones y problemas actuales. Todos podemos
elegir ser agradecidos por los problemas del pasado y del presente, y empezar
a bendecir a las personas en lugar de quejarnos constínuamente por sus faltas.
En la Biblia se le da importancia a la gratitud, y a ella se refieren los
siguientes textos:
- (1 Co
10:10) Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el
destructor.
- (1 Ts
5:18) Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con
vosotros en Cristo Jesús.
- (Ef
5:20) Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de
nuestro Señor Jesucristo.
- (Sal
50:23) El que sacrifica alabanza me honrará; Y al que ordenare su
camino, le mostraré la salvación de Dios.
- (Sal
118:24) Este es el día que hizo Jehová; Nos gozaremos y alegraremos en él.
- (Col
2:6,7) Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad
en él; 7 arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias.
4. ¡Deja de acusarte a ti mismo!
En los capítulos previos hemos estudiado la amargura y el juzgar a los demás. Pero, ese resentimiento puede volverse en contra nuestra. Es posible que uno empiece a despreciarse y odiarse a sí mismo, debido a heridas y abandonos del pasado. Esto puede manifestarse con frases internalizadas que dicen cosas como, ”nadie se importa por mí,” ”eres un desastre,” ”no tienes derecho a vivir,” ”eres un andrajoso desagradable,” ”¿quién te has pensado que eres?” ”Eres la peor porquería el mundo,” y así por el estilo. A menudo estas dos cosas -juzgarse a sí mismo y amargura- van mano a mano, y provienen de experiencias pasadas. La ilustración de Sven Reichmann ilustra ambas bien:
Es fácil asociar la experiencia del hermano del hijo pródigo con la frustración religiosa. Lo mismo puede suceder en la mene de alguien después de todo tipo de frustraciones. Es común que la persona que no fue amada en la niñez sienta amargura hacia sus padres. A menudo ella también se juzga y rechaza a sí misma, como otros la han rechazado anteriormente. La margura y el juicio a sí mismo viven simultáneamente en la mente de tal personas y conforma un círculo vicioso del cual es difícil ser libre. (15)
Pero, ¿cómo podemos librarnos de esta arraigada práctica de juzgarnos a nosotros mismos? Abajo trataremos de encontrar una solución para este problema.
Juzgarse a sí mismo es un pecado
- (Ro 14:10) Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano?
Antes de que podamos liberarnos del juzgarnos a nosotros mismos, debemos ver eso como un pecado. Dado que la Biblia nos anima a amar y respetar a nuestro prójimo, y a no despreiarlo, no hay derecho para que nos acusemos y despreciemos a nosotros mismos. Si despreciar y maldecir al prójimo es algo que está mal, es muy lógico que despreciarnos y acusarnos a nosotros mismos también sea algo malo. Además de amar a Dios y al prójimo, debemos amarnos y respetarnos también a nosotros mismos (el orgullo y el egoismo son cosas muy diferentes).
- (Mt 22:36-39) Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Por eso, si tienes pensamientos de odio contra ti, si sientes lástima de ti mismo o has pensado en suicidarte, debes reconocer esto como pecado ante Dios. Debes confesarlo, para poder ser liberado. Entonces puedes recibir el perdón inmediatamente:
- (Sal 32:5) Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
¿Lamentarnos o agradecer por nuestra apariencia? Muchas personas se sienten completamente miserables. Son muy gordos, muy flacos, muy feos, muy tontos, muy nerviosos, o sin ningún talento. Pocas personas se sienten conformes con su apariencia, personalidad y habilidades. Sin embargo, la Biblia dice que no existimos por nuestra propia cuenta: Dios nos ha creado. Él quiso que naciéramos, aunque hayamos sido indeseados, y Él quiso que fuéramos así tal cual somos, ya en el vientre de nuestra madre. Nuestro aspecto es parte de su plan:
- (Ro 9:20) Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
- (Job 40:2 / 15) ¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto. 15. He aquí ahora behemot, el cual hice como a ti;
- (Jer 1:5) Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones.
Entonces, si empezamos a criticar nuestra apariencia personal o la de otros, de hecho estamos criticando la creación de Dios. A propósito, ¿puedes darle gracias a Dios frente a un espejo, por ejemplo, por haberte hecho tal como eres?
- (Sal 139:13-14) 13 Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. 14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien.
¿Crees que le tienes que gustar a todos? Quizás la principal razón por la que nos volvemos tan miserables es que queremos sentir que otros nos aprecian y buscamos demasiado intensamente la aprobación de los demás. Podemos creer que debemos gustarle a todas las personas y que todos deben valorarnos, y que sería el fin del mundo si no lo hicieran. El siguiente ejemplo ilustra claramente este tipo de pensamiento:
Toda mi vida he tratado de ser aceptado. Siempre he estado buscando amor. Nunca puedo recibir suficiente alfecto. Pongo toda mi atención en ser aceptado por los demás. Me temo que no soy aceptado. Será por eso que me lo debo merecer. Trato de ser simpático con la gente, de agradar a las personas, ser amable con ellas y servirles. Sin embargo, lo que realmente temo es ser rechazado, y por eso todo el tiempo tengo que asegurarme que otras personas me quieren. Pero todo eso me me cansa tanto que no doy más. No me quedan más fuerzas. (16)
Pero, ¿realmente debemos agradarle a toda la gente? Creer que no podemos ser felices a menos que tengamos su aprobación, ciertamente es una mentira en la que creemos en vano. ¿Podrías sentirte feliz y satisfecho con tu vida, aún sin la aprobación de ninguna otra persona? Pablo, que tuvo muchas pruebas en su vida, nos anima a regocijarnos y a no quejarnos por nuestro destino. Escribió:
- (Fil 4:4) Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!
- (Fil 3:1) Por lo demás, hermanos, gozaos en el Señor. A mí no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro.
Además, es un pecado buscar honor y reconocimiento de la gente en nuestra vida. Cada vez que estamos pensando solamente en recibir admiración y aprecio de los demás, no estamos pensando en Dios:
- (Mt 16:26) Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?
- (Jn 5:44) ¿Cómo podéis vosotros creer, pues recibís gloria los unos de los otros, y no buscáis la gloria que viene del Dios único?
- (Lc 6:26) ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
¡Piensa en otros también!
- (Ro 12:3) Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
Si estamos inclinados a juzgarnos, también es posible que tengamos un concepto demasiado alto de nosotros mismos -estamos demasiado concentrados en nuestras propias personas. Puede que creamos que nadie ha tenido las mismas experiencias que nosotros, que a nadie lo han tratado tan mal; que nadie tiene tantos defectos como nosotros. Pero, esas creencias no son ciertas. Con certeza, no somos las únicas personas del mundo que han sufrido. Existen millones de personas que han padecido cosas semejantes, y han sido insultadas y lastimadas. Es posible que también ellas se estén pensando de manera parecida, rebajándose a sí mismas igual que lo hacemos nosotros. Ser rechazado, que se burlen de uno, o sentirse deprimido son experiencias bastante comunes. Sólo necesitamos mirar en la Biblia para ver cómo han sufrido otros. Por ejemplo, siglos antes de nuestro nacimiento, ya se burlaron de de Job y de Jesús. Los siguientes versículos -entre otros- describen ese tratamiento:
- (Jo 16:20)
- (Jo19:17-19) Mi aliento vino a ser extraño a mi mujer, Aunque por los hijos de mis entrañas le rogaba. 18 Aun los muchachos me menospreciaron; Al levantarme, hablaban contra mí. 19 Todos mis íntimos amigos me aborrecieron, Y los que yo amaba se volvieron contra mí.
- (Mt 27:31) Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.
Como nuestros problemas no son inusuales en absoluto, no deberíamos permitir que ninguna auto compasión nos arruinara la vida. En lugar de eso podríamos buscar el reino de Dios y prestarle atención a las personas que todavía no conocen a Dios, porque muchos serán condenados si no nos ocupamos de sus almas. Podríamos, por lo menos, empezar orando por ellos. Aunque no fuésemos buenos para hablar o evangelizar, por lo menos podemos orar por esas personas. Cuando oramos por otras personas, también nos beneficiamos con el hecho de no estar tan concentrados en nosotros todo el tiempo. Por ejemplo, el apóstol Pablo tuvo la actitud correcta: pensaba a menudo en la salvación de otros. Por este motivo él se dedicaba mucho a orar por ellos:
- (Ro 9:1-3) Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2 que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3 Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne.
- (Rom 10:1) Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.
¡Perdónate a ti mismo! Es algo común que a muchas personas no sean capaces de perdonarse a sí mismas. Se reprochan a sí mismas una y otra vez cosas sucedidas en el pasado y no enfocan el futuro. Sin embargo, si algo ha sucedido realmente, ¿de qué sirve estar concentrado en algo que no podemos cambiar? Lamentarse es, por lo tanto, un necio derroche de energía y tiempo que deberíamos usar para algo más útil. Debemos hablarnos a nosotros mismos en forma sensible, como lo hiciera David:
- (Sal 42:5) ¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.
- (Fil 4:6) Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
- (Lc 12:25-26) ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? 26 Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?
Si nos negamos a perdonarnos a nosotros mismos, a pesar que Dios ya nos ha perdonado, es algo tan malo como sentir odio hacia otras personas. Así como tenemos que perdonarlos a ellos, también debemos persdonarnos a nosotros mismos.
- (Col 3:13) Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.
- (Mt 18:33) ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?
El siguiente ejemplo describe cómo tenemos buenos motivos para perdonar a otros y a nosotros, dado que Dios ya nos ha perdonado. Por lo tanto, perdónate a ti mismo y ponle fin a las auto acusaciones:
El rostro de la joven irradiaba culpabilidad. Para colmo, su marido estaba sentado en el fondo de la habitación esperándola. No tenía idea de lo que podría estar pensando él de nuestra conversación. - Tengo buenas noticias para ti, le dije a la joven. - ¿Sabes qué hizo Cristo con el pecado, cuando murió por nosotros? Le pregunté. - Él los perdonó, contestó ella. - ¿Qué cantidad de pecados pagó Él? - Todos. - ¿Cuántos de los que cometieron tú y tu esposo estaban incluidos? - Todos, respondió la joven. - Bien, si Dios ya ha perdonado una vez a ti y a tu esposo, ¿no crees que tú deberías perdonarle a tu esposo y a ti misma? - Nunca había pensado así sobre esto, dijo la joven. -Ahora con certeza podré perdonar. ¡Alabado sea el Señor! (17)
5. ¿Quién eres tú realmente en Cristo?
Es
extremamente escencial en nuestra vida espiritual que comprendamos nuestra
posición real por medio de Cristo. Muchas personas que se juzgan a sí mismas
no pueden encontrar una nueva imagen propia ni tampoco tener una relación con
Dios, porque su pasado los ciega y paraliza. La Biblia nos enseña a comprender
nuestra identidad como hijos de Dios por medio de Jesucristo.
Cuando
llegamos a vernos a nosotros mismos tal como Cristo nos ve, comenzamos a
mejorar nuestras vidas espirituales. Sin embargo, al ayudar a la gente a
menudo también nosotros actuamos mal, lamentablemente. Quizás tratamos de
cambiar su conducta aún antes de que ellos sepan cuál es realmente su
fundamento. Pues, el fundamento debe ser sólido -después de recibir a Cristo
estamos bajo la gracia de Dios, y por lo tanto, plenamente aceptados.
Solamente cuando sabemos esto van a surgir las soluciones.
En todo
caso, si has recibido a Jesucristo en tu vida, la siguiente lista es cierta
para ti. Es la verdad, más allá de los sentimientos que tuvieres en estos
momentos. Lee esta lista cuidadosamente, deja de acusarte a ti mismo, y cree
lo que dice la Biblia sobre tu lugar en Cristo. Si creemos que esas palabras
son verdad, sucederá también -como dice Jesús- que nos hará libres. (Jn
8:31-32).
PASAJES
RELACIONADOS CON SALVACIÓN
Vosotros
habéis sido salvos por gracia:
- (Ef
2:8,9) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios;
9 no
por obras, para que nadie se gloríe.
- (Ef
2:4-5) Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos
amó, 5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con
Cristo (por gracia sois salvos).
- (Hch
15:11) Antes creemos que por la gracia del SEÑOR Jesús seremos
salvos, de igual modo que ellos.
Además de
haber sido salvo por gracia, también estás bajo la gracia todo el tiempo. Eso
quiere decir que eres tan aceptado cuando oras ocho horas por día, como cuando
has caído. Ni tús éxitos ni tus fracasos cambiarán esto:
- (Ro
5:1-2) Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo;
2 por
quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos
firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
- (Ro
6:14-15) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo
la ley, sino bajo la gracia.
15 ¿Qué,
pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia?
En ninguna manera.
- (Fil
1:7) Como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el
corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos
vosotros sois participantes conmigo de la gracia.
- (1 P
2:10) Vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo
de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero
ahora habéis alcanzado misericordia.
- (1 P
5:12) Por conducto de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito
brevemente, amonestándoos, y testificando que ésta es la verdadera
gracia de Dios, en la cual estáis.
La ley ha
sido removida, con todas sus acusaciones y condenaciones:
- (Col
2:13-14) Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la
incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos
todos los pecados,
14 anulando
el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz.
- (Gal
3:13) Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero).
- (Ro
6:14-15) Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis
bajo la ley, sino bajo la gracia.
15 ¿Qué,
pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la
gracia? En ninguna manera.
- (Ro 7:6)
Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para
aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo
del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra.
- (Ro 8:1)
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los
que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.
Dos ya no
te acusa más; Él está de tu lado. Satanás puede y va a acusarte, pero él es un
mentiroso:
- (Ro
8:31-34) Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?
32 El que no
escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?
33 ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
34 ¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó,
el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por
nosotros.
- (1 Jn
2:1) Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
- (Zac
3:1) Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante del ángel de
JEHOVÁ, y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle.
Cristo te
ha redimido:
- (1 Co
6:20) Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios
en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.
- (Gá
3:13) Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero).
ESTAR
EN CRISTO
- (1 Co
1:30) Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido
hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención.
- (Ef
2:13) Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais
lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
- (Ef
5:30) porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos.
De acuerdo
con la Biblia, si has recibido a Cristo en tu vida, estás en Él, como lo
demuestran los versículos de abajo. Que tú estés en Él es algo que no depende
de ti, sino que viene de Dios, como lo indica -por ejemplo- 1 Co 1:30.
Pero,
¿qué siginifca todo eso en la práctica? En la práctica significa que todo lo
que es es cierto con respecto a Cristo, lo es también contigo. Así que estas
cosas son reales para en ti:
Dios se
agrada de ti tanto como de Jesús:
- (Mt
3:17) Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien
tengo complacencia.
Tú eres
tan justo como Jesús, porque estás en Él. Por lo tanto, no tienes que tratar
de llegar a ser justo por ti mismo:
- (1 Co
1:30) Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos
ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención;
- (Ro
4:25) El cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para
nuestra justificación.
- (Ro 5:1)
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de
nuestro Señor Jesucristo.
Por medio
de Cristo eres tan santo como Él es:
- (Fil
4:21) Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que
están conmigo os saludan.
- (1 Co
3:16-17) ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros?
17 Si
alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el
templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
PERTENECER A LA FAMILIA DE DIOS. Tú
pertences a la familia de Dios porque Dios es tu padre, tal como Él es el
padre de Jesús:
- (Mr
14:36) Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti;
aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
- (Ro
8:15) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en
temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!
- (Gá 4:6)
Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su
Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
Eres un
hijo de Dios porque has recibido a Jesús en tu vida. También eres un
coheredero con Cristo:
- (John
1:12) Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
- (Gá
4:5-7) Para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que
recibiésemos la adopción de hijos.
6 Y
por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!
7 Así que
ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio
de Cristo.
- (Ro
8:15-17) Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por
el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
16 El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de
Dios.
17 Y
si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados.
- (1 Jn
3:1-2) Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos
de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
2 Amados, ahora
somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser;
pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le
veremos tal como él es.
Jesús es
tu hermano:
- (Jn
20:17) Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas
ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a
mi Dios y a vuestro Dios.
LA
NATURALEZA DE DIOS. Es
común que las personas que tuvieron una niñez difícil, especialmente los que
tuvieron una relación difícil con su padfe -padre distante o abusador- piensen
sobre Dios de la misma manera en que piensan sobre sus padres terrenales. En
realidad transfieren sus experiencias anteriores a su relación con Dios
Sin
embargo, si hemos recibido a Cristo en nuestra vida, por medio de Jesús Dios
es un Padre misericordioso y un Dios Consolador, como lo indican los
siguientes versículos. Puedes creer que estos versículos son verdad en tu
vida:
- (2 Co
13:11) Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un
mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con
vosotros.
- (Ef 2:4)
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó.
- (1 P
5:10) Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en
Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os
perfeccione, afirme, fortalezca y establezca.
- (2 Co
1:3-4) Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en
todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios.
El mejor
ejemplo del Padre celestial es Jesús mismo. Él dijo que cualquiera que lo ha
visto a Él, ha visto también al Padre. Jesús era y es la imagen perfecta del
Padre (Hebreos 1:3) y su representante aquí en la tierra. Así, cuando lees
sobre la vida de Jesús en tu Biblia, también puedes ver a través de Él cómo
es tu Padre celestial:
- (Jn
14:7-10) Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le
conocéis, y le habéis visto.
8 Felipe
le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
9 Jesús le
dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido,
Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices
tú: Muéstranos el Padre?
10 ¿No
crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo,
no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace
las obras.
OTROS
VERSÍCULOS QUE SE APLICAN A TI. En
la Biblia hay muchos versículos que se aplican a ti, dado que has recibido a
Cristo en tu vida. Vamos a citarlos ahora:
Dios te ha
amado:
- (Jn
3:16) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas
tenga vida eterna.
- (Ro 5:8)
Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún
pecadores, Cristo murió por nosotros.
- (1 Jn
4:10) En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino
en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación
por nuestros pecados.
Dios te ha
elegido:
- (Ef 1:4)
Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que
fuésemos santos y sin mancha delante de él.
- (1 Co
1:28) Y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no
es, para deshacer lo que es.
God wanted
you to be born into this world:
- (Ap
4:11) Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque
tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Eres un
amigo de Dios:
- (Jn
15:15) Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su
señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí
de mi Padre, os las he dado a conocer.
Nada puede
separarte del amor de Dios:
- (Ro
8:38,39) Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
39 ni
lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del
amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Dios está
contigo:
- (Sal
23:1-4) Jehová es mi pastor; nada me faltará.
2 En
lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me
pastoreará.
3
Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque
ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás
conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
- (He
13:5) Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis
ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.
Dios es tu
protección:
- (Sal
56:3-4) En el día que temo, yo en ti confío.
4 En Dios
alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el
hombre?
- (Hch
23:11) A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo,
Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que
testifiques también en Roma.
Jesús es
tu defensor, intercesor, y pastor:
- (1 Jn
2:1) Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.
- (Ro
8:34) ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros.
- (Jn
10:11) Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las
ovejas.
Recibirás
gloria nueva en la resurrección del cuerpo:
- (Fil
3:21) El cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea
semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también
sujetar a sí mismo todas las cosas.
Pasarás la
eternidad con Dios que te ama:
- (Ap
21:3-4) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de
Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios
mismo estará con ellos como su Dios.
4 Enjugará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
- (Ro
8:18) Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son
comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
- (2 Co
4:17-18) Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada
vez más excelente y eterno peso de gloria;
18 no
mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
En los
capítulos previos hablamos sobre el espíritu angustiado (Is 61:3) que muchas
personas tienen como resultado de experiencias del pasado. Pueden cargar en su
interior eventos sucedidos hace muchos años, de los que no han podido
librarse. Pueden haber sido abusos sexuales, rechazo afectivo, violencia
física, rechazo de los padres antes de nacer, una experiencia traumática en el
nacimiento, un grave accidente, o haber estado en una guerra. Es posible que
esas cosas todavía sean recuerdos muy pesados y afecten sus vidas cotidianas,
causando a menudo pesadillas y produciendo temores sin razones aparentes.
(Tener
mucho miedo a las alturas, perros, ascensores, etc. también puede provenir de
experiencias pasadas. En su libro The
Broken Image, Leanne Payne describe un hombre cuyo miedo a los espacios
abiertos surgió de una experiencia traumática al nacer, cuando él casi murió
sofocado, y sufrió mucho dolor físico. Mediante la oración se pudo libar de
eso.)
De
manera similar, las personas esquizofrénicas o mentalmente enfermas pertenecen
a la misma categoría. Muchos han sufrido gran cantidad de experiencias
desagradables y tienen roto el corazón. (Is 61:1).
Cuando
las personas han tenido graves experiencias como esas en el pasado, eso es
motivo para orar por cada una de ellas individualmente, o sea, de ponerse uno
mismo y ponerlas a ellas en las manos de Dios. Si tienes malos recuerdos y
pesadillas molestándote, orar así puede ser muy necesario. El siguiente pasaje
describe cómo los malos recuerdos pueden tirarnos abajo. Quizás hayas pasado
por una situación similar:
Muy a
menudo, al conversar con personas que han sido profundamente heridas y que
están llenas de odio y dolor, me miraban fríamente, sin emoción en sus
rostros. Pero todo eso cambiaba cuando yo seguía interesándome en el tema y
preguntaba: “¿Cuál es tu peor recuerdo? ¿qué es lo que ronda constantemente tu
mente y te produce dolor?” Al principio titubeaban un poco, luego
generalmente se les humedecían los ojos, enseguida rodaban lágrimas por sus
mejillas, y pronto -incluso hombres fuertes y robustos- temblaban de pena y de
rabia. (18)
Darle
tu vida a Dios y perdonar. Siempre
el primer paso para ser libre es rendirse ante Dios, recibir el perdón y darle
la vida a Jesús. Podemos pedirle a Jesús que venga a nuestros corazones (Juan
1:12) y entregarle nuestra vida a Él. Puedes orar por salvación de la
siguiente manera:
Señor
Jesús, vengo a ti. Te confieso que he pecado contra ti y no he vivido de
acuerdo a tu voluntad. Sin embargo, quiero apartarme de mis pecados y seguirte
con todo mi corazón. También creo que mi pecado fue pagado por medio de tu
obra redentora y yo he recibido vida eterna a través tuyo. Te doy gracias por
la salvación que me has dado. Amén.
Cuando nos
rendimos y entregamos nuestras vidas a Dios, y queremos seguir su voluntad,
podemos pensar en aquellas personas a las que todavía no hemos perdonado. Ya
hemos hablado de ello en los capítulos previos, pero si no lo has hecho aún,
puedes hacerlo ahora. Dar ese paso es importante, porque si no lo hacemos, o
si no queremos entregarle nuestra vida a Dios, ¿cómo podemos esperar que Dios
nos ayude? Una actitud equivocada fácilmente puede impedir que llegue la
ayuda. Por eso deberías confesar a Dios la amargura que sientes hacia otras
personas. Cuando hagas esa confesión, serás limpiado mediante el sacrificio de
Jesús:
- (1 Jn
1:9) Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Rompiendo ataduras
- (Stg
4:7) Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Después de
confesar tus pecados (como odio a ti mismo, auto-compasión, pensamientos
suicidas, u otros similares), y perdonar a los otros, puedes deshacerte
de toda depresión, inquietud, temor, amargura, odio a ti mismo y a otros, y
fuerzas similares, ordenándoles que se vayan en el nombre de Jesucristo.
Si
sabes que tienes lazos erróneos y sentimientos de culpa, quizás concernientes
a tus padres, puedes deshacerte de esas adicciones en el nombre de Jesús, como
si cortaras las ataduras con una tijera invisible. Cada uno de nosotros puede
pensar en áreas de su vida en las que tiene esos lazos y ataduras con otras
personas. Esas ataduras se pueden romper -por ejemplo- de la siguiente manera:
“En el
nombre de Jesucristo, ordeno a todas las fuerzas que causan confusión, miedo,
amargura, odio a mí mismo, sexo inmoral, … etc., que se vayan y se alejen de
mi alrededor. Ustedes ya no tienes ningún derecho de atormentarme, porque he
confesado mis pecados en esas áreas y ahora Jesucristo es mi Señor.”
“Yo
también me aparto a mí mismo de toda atadura que haya causado dependencias
erróneas y falsas culpas entre mí y (quien quiera que fuese). Rompo esas
ataduras en el nombre de Jesucristo.”
Entregarle las cosas a Dios. Cuando
fuere que viniesen a nuestra mente recuerdos dolorosos del pasado, no es
necesario que pensemos en ellos y los carguemos nosotros mismos; podemos
entregarlos a Jesús. Él dijo que podemos venir a Él y darle nuestras cargas, y
que Él nos hará descansar. Podemos encontrar paz en Él:
- (1 Pedro
5:7) Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene
cuidado de vosotros.
- (Mt
11:28) Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar.
- (Jn
14:27) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la
da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
- (Sal
147:3) El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.
Jesús -
quien sanó a personas físicamente enfermas- también vino a curar corazones
rotos, a consolar a todos los enlutados, a ungir con aceite de alegría en
lugar de lamento, dar manto de alegría en lugar de espíritu angustiado. Así
que tienes que sacudir de tu cabeza los malos recuerdos. Puedes esperar que
Jesús haga eso en ti. Confía y verás Su milagro en tu vida.
- (Is
61:1-3, compare Lc 4:17-21) El Espíritu de Jehová el SEÑOR está sobre mí,
porque me ungió JEHOVÁ; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los
abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad
a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
2 a
proclamar el año de la buena voluntad de JEHOVÁ, y el día de venganza del Dios
nuestro; a consolar a todos los enlutados;
3 a
ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo
de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado;
y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
- (He
2:18) Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para
socorrer a los que son tentados.
- (Jn
8:36) Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
Curación por medio de la expiación de Jesús. La
razón por la cual podemos ser librados de nuestros recuerdos traumáticos
(paz), es la obra redentora de Jesús: Él no sólo murió para lograr que
nuestros pecados fueran definitivamente perdonados, sino también para darnos
paz y restaurar la salud de nuestros cuerpos. Nuestra liberación se llevó a
cabo y nuestras heridas fueron sanadas hace 2.000 años -no necesitamos hacer
nada para merecerlo.
Al dar
gracias a Jesús por habernos redimido, también podemos darle gracias por haber
tomado nuestros malos recuerdos y enfermedades sobre sí mismo. Él fue
castigado para que nosotros pudiésemos ser libres de eso.
Dale
gracias a Dios por esto, aunque todavía no sientas nada. Es una cuestión de
fe, no de emociones; se trata de creer y confiar en lo que la Biblia dice
sobre Jesús y sobre lo que Él ha hecho para ti:
- (Is
53:4-6,10) Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de
Dios y abatido.
5 Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados.
6 Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas JEHOVÁ
cargó en él el pecado de todos nosotros.
10 Con
todo eso, JEHOVÁ quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando
haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos
días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.
Proceso
- (Fil
1:6) estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra,
la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
Al ser
librados del pasado, a menudo las oraciones pueden producir rápidos cambios.
Sin embargo, la curación también puede ser un proceso a largo plazo, igual que
con nuestra transformación personal. Generalmente, si sentimos que nuestra
vida emocional está siendo sanada, también experimentamos el poder
transformador de Dios en nuestras vidas -lo uno va junto a lo otro.
Dios
puede utilizar las reacciones positivas de otros como una herramienta. Si
estamos esperando rechazo y en lugar de eso recibimos aceptación, ciertamente
favorecerá la curación de nuestra vida emocional. Los siguientes ejemplos
ilustran el impacto de las reacciones positivas de los demás:
Paul
Tournier: Estoy
convencido de que nueve de cada diez personas que acuden al psiquiatra, ni
siquiera necesitan de un psiquiatra. Necesitan alguien que los ame con el amor
de Cristo (…) y estarán mejor. (19)
Cierto
grupo de estudiantes fue de gran ayuda para el crecimiento interior de Erik.
El grupo estaba compuesto por estudiantes de diferentes áreas y se reunían
casi diariamente en el café de la universidad. Había chicas y muchachos en
este grupo. En el presupuesto de Erik, el café y las media lunas eran tenidos
por lujos innecesarios, pero tampoco podía resistir siempre la tentación de
estar en buena compañía. El grupo tenía su propia mesa en el café de la
universidad. Ahí pasaban largos ratos fuera de las horas de estudio, contaban
chistes, conversaban sobre todo tipo de cosas, llegando a veces a discutir
acaloradamente sobre algún tema conflictivo. La tensión entre los géneros
sexuales dejó su marca durante ese tiempo en común; era un grupo en el que se
llevaban bien con el otro sexo.
- Este
grupo redujo mis inhibiciones. Fue un alivio ver que fui aceptado, siendo que
al principio me pareció que no encajaba en ese grupo. Quizás por primera vez
en mi vida no tuve que estar ausente mentalmente, sino que formaba parte del
grupo. Experimenté lo mismo que les pasa a muchos que hacen terapia de grupo:
con la ayuda de otros comienzas a verte a ti mismo con un enfoque diferente,
a descubrir nuevas facetas de ti mismo. (20)
Otras
áreas en liberación. A
veces podemos ser impulsados por otras experiencias negativas además del
rechazo. Si hemos practicado cosas como el espiritismo (vea Dt 18:10-12),
escritura automática, clarividencia, adivinación de la fortuna, astrología,
hipnosis, curación espiritual, yoga, meditación trascendental, o participado
en ciertos movimientos no cristianos, existen buenas razones para confesar
estos pecados a Dios, apartarnos de ellos y destruir todo objeto relacionado
con ellos (Hch 19:17-19). Además, si sabes que dentro de tu familia se han
hecho estas cosas, es posible que estés atado por ellas, o preocupado por lo
que los miembros de la familia han hecho. Si ese es el caso, también puedes
traer estas cosas ante Dios, y cortar toda relación con ellas. Puedes
disociarte de esas cosas de la siguiente manera:
“Señor,
Padre, perdóname por haber participado en el espiritismo (el juego de la copa,
o...). Gracias por perdonarme y limpiarme de todas las cosas malas por medio
de la sangre de Jesús, tu Hijo. Te pido también que rompas todas mis
conexiones malas con el mundo espiritual -quita toda entidad espiritual que no
sea tuya- Te pido estas cosas en el nombre de Jesucristo. Amén.”
“Satanás y todos los demonios, yo he confesado a Dios que he practicado el
espiritismo (o...). Ahora ya no tienes ningún derecho condenatorio sobre mí,
porque Dios me perdonó esas prácticas y creencias por medio de la sangre de
Jesús. Por eso: Te ordeno en el nombre de Jesús que abandones mi espíritu, te
vayas de mi entorno físico y no vuelvas nunca más!”
“También
me aparto de todo pecado cometido por mis antepasados y parientes, tales como
… (nombra cualquier actividad que sepas). Entrego mi vida a Jesucristo, quien
ahora es mi Señor y Salvador. Ordeno a toda fuerza maligna y enemiga de Dios
que han estado tratando de arruinarme por medio de mi familia, que abandone mi
vida inmediatamente, en el nombre de Jesucristo!”
REFERENCIAS:
1. Donald Bubna: Rohkaisun voima (ENCOURAGING PEOPLE), pág.24.
2. Leanne Payne: Kuunteleva rukous (LISTENING PRAYER), pág.108
3. David A. Seamands: Kristitty ja tunteet (HEALING FOR DAMAGED
EMOTIONS), pág.41
4. Sven Reichmann: Vapauteen kutsutut (KALLAD TILL FRIHET), pág.113
5. Mauri Viksten: Ahdistuksesta avaralle
6. Sven Reichmann: Vapauteen kutsutut (KALLAD TILL FRIHET), págs.64,69
7. Olli Valtonen: Tänään Kalevi Lehtinen, págs.75, 76
8. Eeva Riihonen: Syömishäiriöitä, págs.115, 130, 132, 133
9. David Wilkerson: Itsemurha, lopullinen ratkaisu? (SUICIDE), pág.80
10. David A. Seamands: Kasva aikuiseksi (PUTTING AWAY CHILDLISH
THINGS), pág.102
11. Nicky Cruz: Juoksu jatkuu (WHERE WERE YOU WHEN I WAS HURTING),
pág.32
12. Neil T. Anderson: Vapauttava totuus (REALIZING THE POWER OF YOUR
IDENTITY IN CHRIST), págs.181-184
13. Veikko Lähde: Kestääkö perustus?, pág.46
14. Merlin Carothers: Taivasta maan päälle (BRINGING HEAVEN INTO HELL),
pág.32
15. Sven Reichmann: Vapauteen kutsutut (KALLAD TILL FRIHET), pág.115
16. Atle Roness: Uskalla olla oma itsesi (VÅG Å VAERE DEG SELV), pág.17
17. Hal Lindsey: Maaplaneetan vapautus (THE LIBERATION OF PLANET
EARTH), pág. 206
18. David A. Seamands: Kristitty ja tunteet (HEALING FOR DAMAGED
EMOTIONS), pág. 60
19. James Bryan Smith: Rakkauden varassa (EMBRACING THE LOVE OF GOD),
pág.178 20. Saara Karppinen: Kasvun tie, Erik Ewalds, pág.68
|
Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)
Echa mano de la vida eterna
|
|