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Sé renovado mediante la oración

 

 

Capítulo 2 -
La Enseñanza Errada

 

 

La enseñanza errada puede impedirnos orar en forma correcta. Lo que es peor, puede desviar e incluso paralizar nuestra oración. Es importante a quién dirigimos nuestras oraciones y otra cosa de que vale la pena informarse es cuántas veces necesitamos repetir la misma cosa.

 

¿A QUIEN DEBEMOS DIRIGIR NUESTRAS ORACIONES? Algo importante en la oración es la dirección. Es fundamental que nuestras oraciones sean dirigidas a Dios, y a nadie más. A veces las personas se concentran más en el diablo y los espíritus malos que en Dios. Los tales pueden interpretar que todos los problemas son causados por el diablo, creyendo que la salvación de los seres humanos también depende de él, y por esa razón le prestan más atención al diablo que a Dios.

   Esto puede originarse en la enseñanza sobre la guerra espiritual, en la cual “la oración” ha sido usada para luchar contra el diablo, mientras que se rechazaba el rogarle a Dios. Es por eso que muchas personas pueden haber pasado horas hablando con el enemigo y haber sido arrastrado a profundas frustraciones, por andar en las compañías equivocadas. Nos podremos preguntar, sin embargo, si estas personas no han sido profundamente extraviadas. Si miramos a la Biblia, no encontraremos ninguna enseñanza para que nos concentremos en el diablo durante horas o para que pensemos en él. En lugar de eso, la Biblia dice que la dirección de nuestras oraciones siempre debe ser Dios que está en el cielo, y cuando nos dirigimos a Él por cierto podemos esperar recibir la respuesta a nuestras oraciones.

   Eso hizo, por ejemplo, Pablo cuando quiso que sus compatriotas sean salvos. No se concentró en el enemigo, sino que oró por esas personas (Romanos 10:1). Entre otros, su ejemplo nos muestra que si oramos a Dios que está en el cielo, no nos desviaremos. Muchos grandes hombres de Dios no se concentraron en el diablo, sino oraron a Dios, pasaron tiempo con Él y entonces actuaron con la plenitud del Espíritu Santo –ese ha sido el secreto de su poder.

 

- (Es 8:23) Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.

 

- (Ro 10:1) Hermanos, ciertamente el anhelo de mi corazón, y mi oración a Dios por Israel, es para salvación.

 

- (Hch 12:5) Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él.

 

- (Mt 6:9) Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

 

- (Mt 9:38) Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.

 

- (Dn 9:3-4) Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.

Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos;

 

Además, si observamos los grandes avivamientos del pasado, podemos ver que el factor más importante de esos avivamientos fue la oración. Estos avivamientos no fueron producidos por concentrarse en el enemigo, sino por buscar a Dios mediante la oración perseverante.

   Carlos G. Finney, a quien Dios utilizó en muchos avivamientos, contó en su biografía cómo la oración fue el medio más importante utilizado en los avivamientos. Cuando la gente primeramente ora a Dios, las fuerzas del enemigo colapsan. Cabe esperar, por lo tanto, si hacemos lo mismo hoy, Dios comenzará a obrar y la gente cambiará su actitud hacia el Evangelio:

 

“He dicho muchas veces que la característica más distintiva en los avivamientos es un predominante espíritu de oración. (…) Las respuestas a las oraciones eran tantas, que la gente tenía que reconocer a un Dios que respondía las oraciones cada día y a cada momento.

 

La situación en la ciudad de Santiago era tal, que tenía que mudarme allí. Y lo hice. Entre tanto, fui sobrecogido por un poderoso espíritu de oración, al igual que una señora también. El poder de la oración pronto se diseminó y creció, fortaleciendo al mismo tiempo de tal manera nuestra labor, que la palabra de Dios derribó  aún al más fuerte de los hombres, convirtiéndolos en indefensos. Puedo mencionar muchos incidentes como ese.

 

Todavía no he hablado sobre el espíritu de oración, que reinó en este avivamiento, y no debe olvidarme de mencionarlo. (…)

 

Mis recursos en los avivamientos fueron simples sermones y oración, los cuales se utilizaban mucho, en privado tanto como en las reuniones de grupos pequeños y en reuniones públicas de oración. Se le daba mucha importancia a la oración, como el principal medio para el progreso del avivamiento.

 

Como he dicho, el factor más importante en los avivamientos fueron las reuniones de oración, los contactos personales y visitas, la distribución de folletos y el tremendo esfuerzo de la gente común, tanto hombres como mujeres. Tanto como sé, en ningún lugar los pastores estuvieron en contra. Creo que más bien simpatizaban con esto. Pero había una confianza generalizada tan grande, que la gente parecía poner las reuniones de oración como más importantes que los sermones. Una idea común parece haber sido: “Ya hemos recibido suficientes orientaciones y consejos como para endurecernos, ahora es tiempo de orar.” Las oraciones eran constantemente respondidas y de maneras tan sorprendentes que llamó la atención de la gente en todo el país. Vimos claramente que como una respuesta a nuestras oraciones, las ventanas del cielo fueron abiertas y el Espíritu Santo fue derramado sobre nosotros como un río.” (2)

 

¿ES SUFICIENTE ORAR UNA VEZ? Otra idea errónea que la gente puede tener de la oración es que solamente tenemos que orar una vez, e inmediatamente recibiremos una respuesta. Esto puede suceder, por ejemplo, al enseñar cómo orar para que otras personas sean salvas.

   Pero, ¿es correcto afirmar que con orar una vez alcanza? Veamos esto a la luz de los siguientes ejemplos:

 

- El ejemplo de Jesús. En primer lugar, un excelente ejemplo de una persona que ha orado muchas veces por el mismo motivo, es el mismo Jesús. Cuando Él estaba en el Monte de los Olivos, oró por el mismo motivo no solo una sino tres veces –es decir, cuando estaba buscando la voluntad de Dios en su propia vida. En otras palabras, así como Jesús nos ha dado este tipo de ejemplo, ciertamente no estamos obrando mal si hacemos lo mismo.

   Por el otro lado, se nos dice que Jesús pasó toda una noche orando a Dios. Es difícil que durante ese tiempo Él haya orado sobre un millón de problemas diferentes: Más bien Él se concentro en ciertos temas. Los tenía en mente. Entre otras cosas oró para que Pedro no perdiera su fe.

 

- (Mt 26:44) Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

 

- (Lc 6:12) En aquellos días él fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios.

 

- (Lc 22:31-32) Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;

32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos.

 

- Ejemplos de oraciones perseverantes. Cuando Jesús enseñó a orar, Él también enfatizó sobre la perseverancia en la oración. Un buen ejemplo de eso es la alegoría de la viuda y el juez injusto.

   Es importante notar de esta alegoría cómo la viuda una y otra vez trajo el mismo tema delante del juez equivocado. Ella no trajo ante el juez temas nuevos, sólo lo que le pesaba en su mente. El resultado de la perseverancia de la mujer (que molestaba constantemente al juez con el mismo tema), fue que finalmente ella logró una respuesta favorable. De la misma manera, cuando traemos ante Dios en oración el mismo tema una y otra vez, podemos esperar que Él vaya a contestar nuestras oraciones:

 

- (Lc 18:1-7) También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar,

2 diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre.

Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario.

4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre,

5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto.

7¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche¿Se tardará en responderles?

 

- La salvación de otras personas es algo que también requiere persisten oración, trayendo las mismas cosas una y otra vez a Dios en oración. Aún cuando personalmente todos nosotros podemos recibir inmediatamente dones como la salvación, el bautismo del Espíritu Santo, o la salud basados en la completa obra redentora de Jesús (no necesitamos millones de oraciones que digan: “¡Sálvame!”, porque podemos recibir como un regalo de Dios; Ap 22:17), de todos modos sigue siendo diferente cuando se trata de la salvación de otras personas, o cuando oramos, por ejemplo, por los dones del Espíritu Santo. Acontecimientos como los avivamientos generalmente son el resultado de persistentes oraciones.

   A veces tenemos que orar meses o años por la salvación de otras personas antes de poder verla. Por ejemplo, Jorge Muller – que recibió miles de respuestas a sus oraciones - tuvo que esperar décadas antes de que una pareja fuera salvada. Él trajo a esas personas ante la presencia de Dios en oración cada día durante años, pero ellos recién fueron salvos poco antes de su muerte. Muller es un gran ejemplo de la oración persistente:

                                                       

“Todo el gran secreto es no rendirse antes de que venga la respuesta. Durante el transcurso de 52 años, he orado cada día por dos personas que son los hijos de un amigo mío de la infancia. ¡Todavía no han sido salvas, pero ciertamente lo serán! ¿Cómo podría ser de otra manera? Yo me baso en las inequívocas promesas de Jehová. Una gran falta de los hijos de Dios es que no son perseverantes en la oración. No están firmes. Si quisieran recibir algo para la gloria de Dios, orarían hasta recibirlo. ¡Oh, qué bueno, amable, misericordioso y condescendiente hacia nosotros es Él, con el que estamos en contacto! ¡Él ha dado a alguien indigno como yo más de lo que puedo pedirle o incluso pensar! Yo sólo soy un pobre hombre pecador, pero Él oye mis oraciones decenas de miles de veces, y me utiliza a mí para conducir a decenas de miles de personas a la verdad. Digo decenas de miles, en este y en otros países. Estos labios indignos han predicado el Evangelio a multitudes, y muchos, muchos creyeron y recibieron vida eterna.” (3).

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

Jesús es el camino, y la verdad, y la vida (Jn 14:6)

 

 

  

 

Echa mano de la vida eterna
(1 Ti 6:12)